DATOS DE ENMARQUE: Jean de Bethencourt continúa la conquista de otras islas. Luego se retira a su Normandía natal y queda al mando Maciot de Bethencourt, siendo un período de muchas intrigas. Mientras tanto, los portugueses, en su afán dominar las rutas atlánticas, intentan apoderarse de Canarias. Enrique el Navegante, el protagonista de esto, es hermano del Rey portugués Eduardo I (1433-1438). Éste tiene una hija, llamada Juana, con la que se casa Enrique IV de Castilla, El Impotente. De este matrimonio nace la famosa Juana la Beltraneja, llamada así porque le atribuyen que su verdadero padre era Don Beltrán de la Cueva, mayordomo de palacio. Hay conflictos de sucesión, quedándose como heredera de la Corona de Castilla, Isabel la Católica, hermanastra de Enrique IV. Durante este tiempo, las naves portuguesas atraviesan el ecuador, descubren el Golfo de Guinea y varias islas, intentando encontrar el camino de las Indias, que conseguiría Colón.
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INTENTO DE CONQUISTAR GRAN CANARIA Y CONQUISTA DE EL HIERRO Y LA GOMERA
Resuelto el problema de Fuerteventura, Bethencourt, que había hecho otro viaje a su Normandía, emprende la conquista de Gran Canaria pero sin ningún resultado positivo, pues un temporal dispersó sus naves y una de las que pudo tocar en Gando fue tan furiosamente atacada por los canarios que no les quedó más alternativa que reembarcar precipitadamente.
Se dirigió, pues, a La Palma pero también fracasó. Entonces, decide someter la isla de El Hierro, cosa que hizo sin mayores problemas. Los aborígenes de El Hierro, muy castigados y mermados por las incursiones anteriores, se rindieron a las huestes de Bethencourt.
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Este laurel sustituye en la actualidad al legendario Garoé , el árbol sagrado de Los Bimbaches, los antiguos aborígenes de El Hierro. (PTEH) |
Cuenta la tradición que el mediador de esta sumisión fue el aborigen herreño Augeron, capturado años atrás y conocedor de idiomas. Muchos herreños pasaron directamente a servir como siervos de los colonos que en esta isla se asentaron.
Al parecer, La Gomera no fue conquistada por obra de una campaña guerrera organizada ex profeso. Lo más probable fue que, a través de los años y a medida que los nuevos pobladores se iban estableciendo allí, los gomeros acabaran por reconocer la autoridad de sus nuevos vecinos.
GESTIONES DE JUAN DE BETHENCOURT
Bethencourt, en su nuevo viaje a la Corte Castellana, había obtenido nuevas facultades como señor de las Islas Canarias, entre las que cabe destacar: el poder de acuñar monedas y reservarse la quinta parte del valor de las mercancías que salieran de las islas. El conquistador normando volvió a marchar para Europa para atender los problemas que la Guerra de los Cien Años había producido en sus posesiones. Lo cierto es que ya no volvió a regresar, pues murió en su Normandía natal hacia el año 1425.
MANDATO DE MACIOT DE BETHENCOURT
El mandato de Maciot de Bethencourt se caracteriza como un período de intrigas y luchas entre familias, e incluso entre Coronas, por hacerse con la posesión del feudo de Canarias.
Una de las primeras medidas de gobierno que hubo de tomar Maciot fue sofocar una sublevación de los naturales de El Hierro, motivada por los atropellos a que se veían sometidos por parte de los colonos europeos, asentados allí.
Por otro lado, Maciot tuvo que hacer frente a los ataques verbales del obispo de San Marcial de Rubicón, que acusaba a Maciot de hombre sin escrúpulos al permitir la venta de esclavos canarios. A pesar de ello, impulsó la construcción de los templos de San Marcial de Rubicón y Santa María de Betancuria.
Según las acusaciones que se le hicieron en su época, Maciot de Bethencourt mandaba en Canarias no como heredero de su tío Juan, sino como lugarteniente.
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Iglesia de Santa María de Betancuria. Mandada a construir por Maciot de Bethencourt, fue destruida en el Siglo XVI por piratas berberiscos y reconstruida un siglo más tarde. (AL) |
LARGO LITIGIO POR EL DOMINIO DE CANARIAS
Jean de Bethencourt dio poderes a Maciot para que traspasase las islas al Conde de Niebla, vasallo del rey de Castilla, sin embargo Maciot siguió como señor y amo de las Canarias.
En 1430, la posesión cae en Guillén de las Casas, por traspaso del Conde de Niebla y con la anuencia de Alfonso de las Casas, que también se consideraba con derecho al señorío. Pero Maciot, árbitro de este litigio, se había reservado el señorío de Lanzarote, donde gobernará hasta 1448, en que pasa a Portugal.
En 1445 hereda el señorío canario Fernán Peraza el Viejo, como consorte de Inés de las Casas. Por considerarse con derecho exclusivo al señorío de todas las islas, Peraza invade Lanzarote, donde apresa a Maciot, quien solicita ayuda de los portugueses; éstos ocupan la isla y, después de liberarlo, le compran el señorío. Los portugueses permanecerán en Lanzarote dos años, al final de los cuales serán expulsados por los propios lanzaroteños.
Fernán Peraza fijó su residencia en San Sebastián de La Gomera, donde funda ayuntamiento y erige una torre. La isla había sido ocupada por Maciot de Bethencourt, según algunos, o por el mismo Peraza, según otros. Desde La Gomera, Fernán organiza una expedición a La Palma, no se sabe si con intenciones de conquista o de saqueo, al mando de su hijo Guillén, con tan mala fortuna que a las primeras escaramuzas con los palmeros es alcanzado por una piedra y muere.
La muerte de Guillén Peraza causa un hondo pesar en la isla gomera; prueba de ello fue el canto fúnebre (endecha) que motivó aquella desgracia.
Los Sabande�os - Endechas - Guill�n Peraza
A Fernán Peraza «el Viejo» le sucedió en el señorío Diego de Herrera, como marido de doña Inés Peraza.
Intentó conquistar Gran Canaria y Tenerife (se limitó a levantar, simplemente, las actas de posesión) y hacer frente a las acciones de los portugueses que persistían en el empeño de apoderarse del Archipiélago. Diego de Herrera supo resolver la situación a su favor, por lo que desde 1468 hasta 1477 la familia Herrera‑Peraza disfrutó del derecho exclusivo de dominio sobre las Canarias.
LOS PORTUGUESES
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Enrique el Navegante. Los portugueses, en su afán por dominar las rutas atlánticas, intentaron apoderarse de las Islas Canarias. |
Don Enrique el Navegante, en un afán por conseguir bases territoriales que jalonaran la ruta de sus naves en su camino hacia el sur de África, intentó apoderarse de las Islas Canarias. A este fin envió varias escuadras entre las que destacaron las mandadas por Fernando de Castro y Antonio de Cámara, sin que consiguieran nada efectivo. No obstante, los portugueses llegaron a ocupar Lanzarote, a raíz de la cesión que les hizo Maciot de Bethencourt, y se habían asentado en parte de La Gomera.
La última expedición bélica fue la mandada por Diego da Silva, al que Diego de Herrera contuvo casándolo con su hija. En esta última acción los portugueses venían con pleno derecho de conquista, pues Enrique IV de Castilla había cedido tal derecho a los condes de Autougia y Vila Real, nobles portugueses, si bien es cierto que, por presiones de los Herrera‑Peraza, el mismo rey derogaría tal mandamiento poco después. El Tratado de Alcaçovas (1479) deja a Portugal sin posibilidad institucional sobre el Archipiélago canario. |