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  2. URBANISMO CANARIO    
 
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Primeras ciudades y centros históricos

Dominio y control del nuevo territorio

Estudiar las ciudades en Canarias equivale a hablar sobre el proceso de repoblación, control y expansión de la nueva civilización europea tras la conquista (s XV). Anteriormente a esta época, sólo se puede hablar de estructuras protourbanas en lugares puntuales del las Islas, básicamente en Gran Canaria. Por lo tanto, el hecho urbano en las Islas es un fenómeno que hay que encuadrar en el mundo moderno y contemporáneo.

Los señores feudales y la monarquía castellana necesitaban asegurar el dominio de los territorios recién incorporados, y la creación de las nuevas ciudades fue su principal herramienta. En todas las islas se estableció un primer núcleo urbano que servía como sede del poder local y que poseía un radio de actuación totalmente insular. Algunas de ellas, como las cabeceras de las tres islas de realengo (Las Palmas de Gran Canaria, La Laguna y Santa Cruz de La Palma), tenían repartidas también funciones de alcance regional. Pero, poco a poco, con el paso de los siglos, las necesidades de una población en creciente aumento obligaron a ir creando nuevos núcleos con competencias delegadas. Esta ramificación derivó, ya en los siglos XVIII y XIX, en el actual mapa político y municipal del Archipiélago.

Las primeras ciudades se situaban en cruces de caminos o junto al mar, para de esa forma facilitar la actividad comercial. Mapa de Torriani de Santa Cruz de La Palma, una de las primeras ciudades fundadas en el Archipiélago. (AHSCP)

Las ciudades como núcleos económicos

Del interior de las Islas se obtenían las materias primas y los productos que luego se tasaban y controlaban en la ciudad. De allí se repartían principalmente al puerto, de donde salían rumbo a los lejanos lugares de venta. A su vez, estos puertos recibían otros productos, que también se sometían a la inspección y regulación de los poderes de la ciudad. Y desde allí se distribuían igualmente por el resto de núcleos y lugares secundarios de la Isla. Por lo tanto, las ciudades estaban (y están) sometidas a la economía y sus ciclos.

¿Dónde se situaron las primeras ciudades?

En primer lugar, se trató obviamente de lugares de buena comunicación, como cruces de caminos o junto a los puertos. Hubo dos zonas de asentamiento: la costa y las medianías, ya que la cumbre quedó muy relegada. Parece que el primer asentamiento urbano en Canarias fue San Marcial del Rubicón, en Lanzarote, hoy prácticamente desaparecida.

Existe además otro grupo de ciudades que prefirieron levantarse sobre asentamientos guanches. Se trató de una superposición cultural que también se dio en las fundaciones de Hispanoamérica. Destacan los núcleos de Gáldar y Telde, sede de los principales reinos aborígenes de Gran Canaria, y que mantuvieron su estatus de relevancia tras la conquista. Los hallazgos en el año 2002 en Gáldar confirman la existencia de estructuras arquitectónicas y protourbanas de época aborigen bajo la ciudad actual. Se trata de viviendas de piedra de varias estancias y también de espacios públicos, concretamente “complejas construcciones a modo de plazas, a veces con gradas o asientos”. Otros núcleos que poseen esta base guanche son Arguineguín, Agüimes y Los Caserones (en Gran Canaria), Teguise (en Lanzarote), o algunas poblaciones del sur de Tenerife, como Adeje, Abona o Güímar. De hecho, el 43% de los centros urbanos históricos de Canarias poseen un nombre aborigen.
             
El modelo de ciudad

Una vez establecido el lugar había que decidir lo más importante desde el punto de vista del urbanismo y la historia del arte: el modelo a seguir para organizar la vida diaria. Los referentes más numerosos eran las desordenadas y amuralladas ciudades medievales, pero los nuevos ideales estéticos del Renacimiento apuntaban hacia los trazados regulares, como la ciudad de Santa Fe de Granada. En este sentido, hay que decir que las fundaciones de Canarias no siguieron unas pautas tan estrictas como las inmediatamente posteriores ciudades hispanoamericanas (sometidas a las Leyes de Indias). Hubo, más bien, “una intencionalidad de aplicar modelos reguladores, aunque fuera de una forma imperfecta”, siempre sometidos a la urgencia y a las particularidades de la orografía.

La Laguna, ciudad ideal invisible

Calle La Carrera, en el casco histórico de La Laguna, Tenerife. (SG)

Hasta hace pocos años, todos los investigadores coincidían en señalar que no había ninguna ciudad en Canarias que poseyera un proyecto urbanístico previo. Sin embargo, la profesora María Isabel Navarro Segura, tras años de investigación, demostró que el Adelantado Fernández de Lugo, fundador de La Laguna, siguió un plan milimétrico para esta ciudad . En efecto, la ciudad ideal de Platón y el nuevo humanismo del Renacimiento, tuvieron su primera gran exposición en la vega lagunera. La ciudad se ordenó desde un centro del que partían 8 radios o salidas en un perímetro circular hasta ahora invisible, en una disposición de 30º cada una de ellas. Capillas exteriores (los dioses protectores de Platón), situadas también en otra circunferencia mayor, velaban por la ciudad. Por medio de este plan el Adelantado quería marcar sus directrices, establecer el orden político y asegurar una buena convivencia. La Laguna no sigue un trazado a cordel o damero, como se pensaba hasta ahora. Sus calles son elementos autónomos por sí mismos que se organizan en diferentes direcciones de la trama urbana. Y fue la existencia de este trazado la que le valió el título de ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.

Las Palmas de Gran Canaria

La catedral de Las Palmas de Gran Canaria actuó de elemento reordenador de la Plaza de Santa Ana en el barrio de Vegueta. (TB)  

Otro ejemplo notable del primer urbanismo de Canarias es la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria, sede de las principales instituciones regionales del Archipiélago. Aquí se puede observar un primer núcleo más medieval, Vegueta, con sus pequeñas calles y plazas. Sin embargo, la construcción de su gran catedral, obligó a reordenar el espacio circundante, creándose la plaza de San Ana, un amplio rectángulo en cuyos extremos se sitúa el ayuntamiento (poder civil) y la catedral (poder religioso). La progresiva expansión de la ciudad al norte, salvando el barranco del Guiniguada, derivó en el más moderno y ordenado barrio de Triana, así como en asentamientos netamente irregulares, como el de Los Riscos.

Santa Cruz de La Palma

La tercera ciudad en importancia fue Santa Cruz de La Palma, con su calle real en paralelo al mar como principal vía, sus conventos y plazas a un lado y otro del barranco, y, sobre todo, su renacentista plaza de España. Este espacio triangular fue, al igual que en Santa Ana, la sede del cabildo insular (actual ayuntamiento) y de la parroquia matriz del Salvador.

Imagen de Santa Cruz de La Palma en torno a 1940. (FEDAC)

Otras ciudades

En el resto de las Islas, destaca el ordenamiento de San Sebastián de la Gomera y el carácter rural de Valverde, en El Hierro. Por su parte, en Lanzarote y Fuerteventura se vivió un proceso paralelo, mediante el que sus primeras capitales, Teguise y Betancuria, dejaron de serlo en el s XIX, debido al auge de los núcleos portuarios de Arrecife y Puerto Carmen. Del mismo modo ocurriría en Tenerife con La Laguna a favor de Santa Cruz, en constante expansión desde el s XVII. A parte de estas cabeceras insulares, hubo otros núcleos importantes en diferentes islas, sobre todo en las tres de realengo, que concentran casi el 80% de los conjuntos monumentales de Canarias. Así, destacan La Orotava, Garachico, Icod o Buenavista en Tenerife; Gáldar, Telde, Guía o Agüimes en Gran Canaria; y Los Llanos y San Andrés y Los Sauces en La Palma.

El núcleo de Teguise se levantó sobre un asentamiento aborigen y fue la capital de Lanzarote hasta el siglo XIX. (FT)

Ciudades rurales

No podemos olvidar, pese a todo, que la mayor parte de los centros urbanos modernos eran de reducidas dimensiones y con un carácter eminentemente rural. En concreto, el 72% de las poblaciones de toda esta época no superaban los 5.000 habitantes. Este es el urbanismo más común en Canarias, el de los pequeños pueblos, en donde los elementos urbanos se relucieron a su esencia: un templo parroquial situado generalmente en una plaza pública, a la que se accede por una calle principal. En algunos núcleos rurales, esta calle era de particular importancia por ser el único elemento ordenado, y por tanto, el único urbano.

Conservación de los centros históricos

Con el paso de los siglos, la aparición de la ciudad contemporánea y el desarrollismo del siglo XX, se han transformado o destruido gran parte de estas ciudades primitivas. Sin embargo, su trazado y muchos de sus edificios han llegado hasta la actualidad, gracias al cambio de mentalidad en relación a la conservación del patrimonio que ha experimentado la sociedad occidental de finales del siglo XX. Actualmente, muchos de estos centros están protegidos como ‘conjuntos históricos’ por las leyes españolas y canarias. Organismos internacionales como la ya citada UNESCO, el ICOMOS o el CICOP, con sede mundial en La Laguna, trabajan por su conservación. Este cambio responde también a la consideración de estos recintos como producto turístico del que se puede extraer beneficio económico. A veces, incluso, se pone en peligro la imagen original de la ciudad en pos de la imagen ideal, la ciudad ficticia del pasado, que responda mejor como mercancía. En cualquier caso, siguen ahí como legado de una época del Archipiélago.

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