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  6. ORFEBRERÍA CANARIA    
 
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Recorrido por la orfebrería canaria

Un arte olvidado: La orfebrería

La orfebrería es el arte que consiste en labrar o repujar metales, fundamentalmente la plata y el oro. Con estos metales se fabrican, ya desde la Antigüedad, utensilios tan variados como cáliz, piezas de adorno, joyas, monedas o estatuas, siguiendo las ideas estéticas de cada época el gusto propio de cada época.

En Canarias, este arte comienza tras la Conquista, ya que los guanches no conocieron el metal. En los primeros siglos se trataba de orfebrería importada, fundamentalmente desde la Península Ibérica y Latinoamérica. No es hasta el siglo XVI cuando se tiene constancia de los primeros orfebres canarios.

La Catedral de Las Palmas y de La Laguna, la iglesia de La Concepción de La Orotava, la Basílica del Pino, en Teror, y otros muchos templos canarios cuentan con importantes museos de orfebrería. En éstos puede apreciarse la vistosa mezcla de piezas labradas por orfebres de escuelas diversas, entre las que destacamos la sevillana, madrileña, cordobesa, peruana, mexicana, cubana, etc. El estimulo producido por tales obras, hizo que artistas canarios de este suntuoso arte, se preocuparan afanosamente por él.

La Orfebrería en Canarias

La orfebrería, de todas las disciplinas artísticas, es quizás a la que menos atención se le ha prestado a lo largo de los siglos. Para muchas personas, hablar de arte, es hablar de pintura, escultura y arquitectura. Pero la orfebrería, al igual que las anteriores, es la representación material de los valores estéticos de una sociedad. Se trata de un buen medidor de la situación económica de cada momento histórico. Las piezas orfebres, al estar realizadas con metales preciosos, son consideradas como objetos de lujo, por lo que a mayor esplendor económico mayor cantidad de éstas y mayor demanda por parte de la población pudiente.

La historia orfebre del Archipiélago está unida a la escasez de material susceptible de ser utilizado para este arte. Muy pocas huellas nos han quedado de las primeras piezas alhajas de plata y oro que adornaron los templos y casas en los años posteriores a la conquista, en gran parte debido a las incursiones de los piratas, dedicados a expoliar los objetos de lujo. Las primeras islas saqueadas fueron Lanzarote y Fuerteventura, siguiéndoles luego las demás, exceptuando Tenerife, de la que jamás se obtuvo botín alguno. Esta última isla guarda en sus templos cantidad considerable de obras valiosas. Aunque otros autores apuntan a que la riqueza orfebre de Tenerife no radica en salir ilesa de los ataques piráticos, sino en el desarrollo portuario, agrícola y comercial que adquirió la isla durante el siglo XVIII.

Muchos templos religiosos del Archipiélago cuentan con importantes museos de orfebrería. (AIV)

La importación de la plata y el oro

Los metales llegan a Canarias a partir del siglo XV, procedentes de distintos lugares como Latinoamérica, la península Ibérica o Italia, con el objeto de ser transformados por los orfebres en preciosas obras de arte.

En principio la plata reclama por el Archipiélago procedía de Sevilla. En esta ciudad se encontraba la Casa de Contratación que era la encargada de supervisar todo el comercio. En la segunda mitad del siglo XVI llegaron tiempos mejores para las Islas. Por un lado, el floreciente negocio de los vinos y, de otro, la progresiva libertad de comercio con América y los demás países, hacen posible un resurgir económico que repercute, no hay duda, en la vida artística de nuestra tierra.

Gracias a la situación estratégica del Archipiélago, en las rutas comerciales entre Europa y América, los talleres de orfebrería que comenzaban a surgir se beneficiaban del paso de los navíos cargados de oro y plata que provenían del continente americano.

El Renacimiento en la orfebrería canaria.

Desde el siglo XVI y bajo el influjo estilístico del plateresco renacentista, comienza este arte en las Islas. Las primeras obras estarán influidas por los modelos peninsulares e indianos.

La escuela que más ha influido en la orfebrería canaria, y que ha dejado un inmenso y valioso legado en nuestro Archipiélago, es la andaluza. Auténticas obras de arte de la platería sevillana se conservan hoy en nuestros templos. En la Parroquia de Nuestra Señora de Buen Paso, en Icod de Los Vinos, se conserva un cáliz del segundo tercio del siglo XVI. Otra muestra de esta época es la conocida como custodia de templete. Una pieza de plata sobredorada que se encuentra en el Museo Parroquial de Arte Sacro de San Marcos, también en el municipio tinerfeño de Icod de Los Vinos. Se trata de obras que eran encargadas a orfebres andaluces. Otra pieza, de clara influencia del plateresco español y de autor desconocido, es la Cruz Procesional de la Iglesia Parroquial de Gáldar, en Gran Canaria.

La Iglesia parroquial de Los Silos alberga una de las piezas mejor labradas de todo el Renacimiento Isleño. (SG)

La primera muestra plateresca canaria de autor conocido es la Cruz Procesional de la Parroquia de La Concepción del Realejo Bajo, en Tenerife. Esta pieza fue labrada en Las Palmas de Gran Canaria en 1563 por el platero Fernando de Soto. Este orfebre logró una decoración labrada de filigranas mudéjares sobre una cruz latina de brazos anchos, terminados en medallones circulares, y con relieves de los cuatro evangelistas. Sin embargo, la pieza mejor labrada de todo el Renacimiento isleño es la Cruz Procesional de Nuestra Señora de la Luz de Los Silos, fechada en torno a 1580. A principios de siglo XVII todavía existen muestras valiosas del plateresco como la Cruz Procesional de la Parroquia de La Concepción de La Orotava, labrada por Francisco de Matos.

Paralelamente a la llegada de estas obras platerescas, se desarrolló otra corriente del estilo renacentista denomina estilo Herreriano. Fue promovida directamente por la dinastía de los Austrias y es mucho más austera y sencilla, se basaba en la funcionalidad de la pieza. Las obras son fundamentalmente importadas desde América. De esta época quedan en Canarias muy pocas piezas. Destacan la custodia sobredorada de Santa María de Betancuria, en Fuerteventura, y el cáliz franciscano de la Iglesia Parroquial de Gáldar, en Gran Canaria.

El Barroco (Siglos XVII y XVIII)

Cruz de Filigrana de la Parroquia de San Marcos, en Icod de Los Vinos. (AIV)

Corresponde al barroco el apogeo del arte de la orfebrería en Canarias. Llegan obras directamente desde el continente americano (orfebrería indiana). Entre ellas destaca la Cruz de filigrana de plata de la Parroquia de San Marcos de Icod de Los Vinos, la cual fue labrada en La Habana. La influencia americana (indiana) se hace sentir entre los plateros canarios, quienes logran filigranas de encajes con filamentos finísimos que le dan a la obra una gran belleza. Ejemplos notables de esta influencia los tenemos en las cruces de mano que existen en la Parroquia de Santiago Apóstol del Realejo Alto, en Tenerife y, en la Ermita de Las Nieves de Santa Cruz de La Palma.

A pesar de esta influencia de la filigrana, la técnica del repujado fue la que siguieron la mayor parte de los plateros isleños. La utilización de esta técnica precisaba de la colaboración de carpinteros, que preparaban las partes centrales de las piezas (llamadas ‘almas’), con objeto de que fueran cubiertas con planchas labradas al efecto. La ciudad de San Cristóbal de La Laguna, capital de la isla de Tenerife en ese tiempo, fue el centro más importante de esta manifestación artística en el Archipiélago. De los talleres laguneros van a salir importantes piezas orfebres. Es de destacar el motivo central del frontis del altar mayor de la Catedral de Las Palmas de Gran Canaria, y el frontal de la Basílica de Nuestra Señora del Pino de Teror.

¿Cuáles son los motivos más utilizados por los artistas canarios en el siglo XVIII?

Al principio aparecen relieves florales y enmarañados follajes, propios de la escuela barroca sevillana, pero también se hace notar con gran esmero y preocupado naturalismo de la escuela mejicana. Muestras de estas últimas tenemos las famosas tabaqueras de plata  pertenecientes a la orfebrería no religiosa.

 

 

 

 

 

 


 

La influencia de escultores y pintores, entre los que destaca José Rodríguez de la Oliva, se hace notar. Esta colaboración, que se sucede a lo largo del siglo XVII, se incrementa en la época del rococó (último periodo del barroco) y en el neoclacisismo.

Durante el siglo XIX, la pérdida de importancia de la iglesia, principal compradora de las piezas orfebre, diezmo mucho esta actividad en el Archipiélago.

 

La orfebrería del siglo XX

Durante el siglo XX varios son los orfebres que hay que destacar. En primer lugar, el lagunero Agustín Guerra Medina, nacido en 1910, que, inspirado en las obras de los antiguos maestros, enriquece numerosos templos con obras notables.

Las andas y el trono de la Virgen de Candelaria son obra del maestro orfebre Juan Ángel González García. (DM)

También merece mención en este difícil arte, otro orfebre lagunero, Ventura Alemán de Armas. Su obra, original y valiosa, ha rebasado el campo de la orfebrería hasta situarse en el quehacer escultórico. Entre sus trabajos destaca el relieve de la basa del Cristo de Las Tribulaciones de la Iglesia de San Francisco de Santa Cruz de Tenerife y, el frontón del altar principal de la Iglesia de San Agustín en La Laguna, desaparecido en el incendio del templo en 1964.

Juan Ángel González García, es quizás el último orfebre de nuestro Archipiélago. Es el único que en su taller lagunero, sigue exclusivamente dedicado a este arte. Entre sus obras destacan las nuevas andas y el trono de la Virgen de Candelaria o, restauraciones como la Cruz de Filigrana de la Iglesia de San Marcos de Icod de Los Vinos, o de las andas de plata de Nuestra Señora de Las Nieves, en Santa Cruz de La Palma.

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