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  6. LA AGRICULTURA EN CANARIAS    
 
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Territorio y suelo

El desarrollo agrícola de una región viene determinado por tres factores: sus tierras, en relación directa con su relieve; el agua, relacionada con su clima y régimen de lluvias; y el trabajo de sus gentes, además del mercado.

La condición de Canarias como territorio aislado y fragmentado por siete islas y varios islotes, constituye una limitación importante para la implantación agrícola, así como para el intercambio comercial de sus productos.

Condicionantes de la agricultura canaria

Por su condición volcánica, el terreno de las Islas se caracteriza por ser abrupto, pedregoso, desnivelado, etc. Esto supone una lucha tenaz contra la naturaleza. Por ello, el agricultor canario ha tenido que levantar paredes; rellenar el terreno en pequeñas terrazas encaramándolas en las laderas; aplanar el suelo del malpaís y transportar tierra de otros lugares, operación llamada sorriba.

Debido a esto, los costes para crear suelo cultivable, son muy elevados. Pero la tierra tiene la gran ventaja de ser muy productiva y fértil, si no falta el agua y si no amenazan los vientos. Esta escasez del agua y la presencia de fuertes vientos son otros enemigos para los que hay que acondicionar el terreno mediante atarjeas, presas, cortavientos (muros, tapias, empalizadas), etc.

Roturaciones, construcción de bancales, sorribas, etc. suponen un coste muy elevado al agricultor canario para poder crear suelo cultivable. (DL)

El Hombre

Si existe hoy en Canarias un campo agrícola y una exportación de productos, base del desarrollo del Archipiélago, es gracias al abnegado y paciente trabajo de sus gentes. Ellas han sabido transformar lo que era un campo no apto para la agricultura en suelos fértiles. El agricultor canario ha hecho frente a diferentes obstáculos, tal como el relieve, las escasas lluvias y el asilamiento insular al que está sometido.

Los bancales

Debido a la escasez de tierras susceptibles de ser cultivadas en las Islas, el campesino canario se las ha tenido que ingeniar para acondicionar terrenos que le permitieran sacar un mayor rendimiento a la agricultura. Una de las técnicas más utilizadas, y que más llama la atención en el paisaje agrícola de las Islas, es la construcción de bancales.

Estas especies de terrazas agrícolas, ?escalan? las laderas de los barrancos y las montañas, salvando las elevadas pendientes, en un intento de ensanchar la superficie agraria. Se trata de pequeñas obras de jardinería, de reducidas dimensiones, cuya producción es destinada normalmente al autoabastecimiento, en especial de papas, hortalizas y algunos frutales.

La construcción de los bancales tuvo su máxima expansión en los duros años de la posguerra. Su paisaje se asocia a zonas de un tipo de poblamiento disperso, lo que supone un alto grado de humanización del espacio.

Hoy en día, debido al abandono de la agricultura, muchos bancales se encuentran en una situación de gran deterioro, a merced de la erosión, con la consecuente pérdida de suelo apto para el cultivo, y que tanto sudor le costó a nuestro antepasados conseguir.

Paisaje de Anaga, en Tenerife, donde se aprecia la dispersión de las viviendas y su alternancia con los bancales dedicados a cultivos. (DM)

Condicionantes en la rentabilidad de los cultivos

Entre los diferentes factores que afectan a que los productos agrícolas no sean rentables y competitivos en el mercado, podemos señalar los siguientes:

  • La escasez de agua.
  • El alto minifundismo, lo que conlleva una mayor dificultad para la mejora de las explotaciones.
  • La falta de racionalización en la selección de cultivos, debiendo tenerse en cuenta la señalada escasez hidráulica.
  • La escasa gestión cooperativista para explotar y comercializar los productos.
  • La insuficiente mecanización.
  • La descapitalización del campo, pasando la renta producida a otros sectores especulativos.
  • Los problemas de transporte para su comercialización.
  • La falta de estabilidad de los precios de los productos, en función del mercado exterior.
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