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1. DEL GUANCHE AL CANARIO

En su tierra de volcanes, de palmeras y de sol, el guanche, al paso de sus cabras y ovejas, camina por barrancos y laderas. Es una vida de silencio y de aislamiento, de aislamiento de pastor. Y el aislamiento es más profundo cuando la tierra son islas perdidas en el océano. Pero de tiempo en tiempo tocan en las costas grandes naves blancas de «esas tierras de afuera». Unas veces vienen gentes que intercambian cosas por comida, pieles u orchilla. Otras veces son cazadores de hombres que atrapan a los guanches hermanos  para venderlos como esclavos. De tarde en tarde sucede esto. Lo demás es el profundo aislamiento que llega a hacer olvidar que existen otras tierras y otros hombres. Pero un día de 1402 comienzan a llegar distintas carabelas y desde entonces se hacen más frecuentes las visitas. Nuevos hombres por las armas se van haciendo dueños de las islas. No es fácil la conquista. El guanche resiste. Pasa casi un siglo en luchas. Ama tanto a su tierra que en la derrota prefiere despeñarse que sentirse vencido. En 1496, con la conquista de Tenerife, concluye la empresa. El guanche se encuentra entonces con unos, que van a ser sus dueños, y con una nueva forma de vida. Es un cambio rápido y brusco. Conquistadores y conquistados poco a poco se fusionan en sangre y cultura, y nace el nuevo pueblo canario. Todo ello nos lleva a preguntar: ¿Cómo se operó ese cambio?, ¿cómo influyó todo ello en la forma de ser y en el estilo del nuevo pueblo?

CAMBIO BRUSCO

La conquista de los europeos sobre las islas supuso para los guanches un salto gigantesco en el tiempo, mucho mayor que todos aquellos terribles saltos que solían dar al bajar laderas y cruzar barrancos.

Desde la Prehistoria, desde la Edad de Piedra, desde el Neolítico, tiene el guanche que recorrer en pocos años la Edad Antigua, la Edad Media y establecerse en la Edad Moderna. Es una transformación de dos milenios, en apenas cincuenta años.

Simulación de un grupo de guanches. La Conquista supuso la transformación cultural de dos milenios, en apenas cincuenta años. P.F.

Tiene que cambiar su religión. Tiene que aprender una nueva lengua. Tiene que usar nuevas técnicas. Tiene que variar sus costumbres. Tiene que ser otro. Se desnuda de su cultura y comienza a pensar, a creer, a sentir y a actuar como piensan, creen, sienten y actúan sus conquistadores.

Adaptarse era duro. Pero más duro era adaptarse desgarrado por la derrota. Y todavía mucho más duro era adaptarse con las manos vacías: sin terreno y sin ganado.

REBELDIA Y DIFICULTAD DE INTEGRACION

No había otra posibilidad que someterse. Sin embargo la resistencia persistió en algunos casos. Por tradición se sabe que muchos guanches viejos, refugiados en las cuevas de las montañas prefirieron morir allí. Por las Actas del Cabildo de Tenerife conservamos, a través de la opinión de los conquistadores, cómo reaccionaban los guanches esclavos y aquellos otros que se resistían a integrarse:

«Son holgazanes y no aplicados a ningún servicio e industria ni otro trabajo, salvo algunos andar tras las cabras, viviendo en los campos, cuevas y montañas, no queriendo vivir en el poblado, aunque se les ha mandado muchas veces por la justicia...»

Sabemos de la falta de solidaridad que dieron muestras entre sí los menceyes de Tenerife, en tiempos de la conquista; pero también es cierto que, una vez conquistados, el sentimiento fraternal y de colaboración era heroico:

«Porque como todos son de una nación y viven en los campos y sierras, acógense y encúbrense los unos a los otros... Encúbrense tanto y guárdense los secretos, que antes morirían que descubrirse. Y teniendo esto por honra y este estilo tenían antes que la dicha isla se ganase y todavía se les ha quedado, pues saberlo de ellos por tormento es imposible aunque los hagan pedazos, porque jamás por tormento declaran verdad y por ser de esta condición y manera es gente muy dañosa...»

A los conquistadores no les preocupaba el que los guanches se integraran en el poblado por razones humanitarias, de civilización, sino mas bien por no poder contar con sus servicios y especialmente por el peligro que creaban al robarles el ganado, ya que los guanches eran ágiles y dominaban el terreno («porque si los guardan algunos pastores que no sean guanches, húrtanselos y róbenselos... son personas ligeras y muy astutas e criadas en los campos y montañas tras las cabras y ovejas»). Los guanches siguen constituyendo un peligro constante para los conquistadores y ellos son conscientes de ese peligro: «siendo como son nuestros enemigos porque les quitamos las tierras». Y es que el robo del ganado no lo hacía el guanche por necesidad, lo hacía con intención de dañar al «conquistador‑colono», usurpador de sus tierras. Esta actitud subversiva del robo de ganado perduraba todavía casi medio siglo después de la conquista.

La Matanza de Acentejo de Gumersindo Robayna. Muchos aborígenes murieron, pero el componente racial guanche dominó y sigue dominando en la población canaria. S.C.

La resistencia solapada de estos guanches, refugiados en «los altos», fue agonizando con el tiempo, mientras en los poblados se iba entretejiendo la convivencia de conquistadores y conquistados.

FUSION RACIAL Y CULTURAL: CACIQUES Y MAGOS

El que la raza guanche fuera blanca como la de los conquistadores facilitó la fusión racial. Muchos guanches murieron, pero, con todo, el componente racial guanche dominó y sigue dominando en la actual población canaria, tal como se aprecia en las últimas investigaciones estadísticas. En parte es lógico, puesto que, a pesar de que hubiesen sido muchos los hombres que murieron, quedaban las mujeres y los niños.

La cultura española y, en menor grado la de otros pueblos que habían participado en la conquista, como franceses y portugueses, fue imponiéndose en el Archipiélago. Luego fueron llegando aires americanos y otras influencias, pero el sustrato guanche ha prevalecido en cierta medida.
Los conquistadores ocuparon las tierras más fértiles y ricas. De ellos surgieron en el aspecto económico, los terratenientes; en el aspecto social, la nobleza o aristocracia; y en el aspecto político, el caciquismo.

Los caciques

Fiesta palmera de M. Glez. Méndez. El pueblo canario tiene un estilo y unas costumbres diferenciadoras. S.C.

Este dominio económico, social y político de los conquistadores, aunque mucho más intenso en las llamadas islas de señorío, fue general en todas las islas. El cacique ha sido un auténtico señor feudal que, utilizando su poder y aprovechando la ignorancia del pueblo, unas veces le atemorizaba con castigos y chantajes, otras le engañaba con sus oscuros legajos, otras se aprovechaba de sus mujeres e hijas y, en general, lo explotaba en el trabajo, mientras le exigía una veneración y trato servil. Esto es algo que ha marcado el alma canaria. Primero fueron espadas de conquistadores, luego fueron varas de caciques.

Los magos

A pesar de la mezcla racial, el pueblo aborigen más puro se aisló en las zonas montañosas y pobres. Eran los magos.

Los magos, especialmente la gente de «los altos», que fue desvestida de sus principales creencias y costumbres guanches, no recibieron a cambio la suficiente influencia cultural, ni religiosa, ni social, ni intelectual, de los conquistadores, quedando en muchos casos en un estado lastimoso de pobreza cultural.

Por otra parte, la gente de las ciudades y de los pueblos, influenciada por la cultura y la actitud de los conquistadores, ha ridiculizado al «mago», considerándolo como bruto, ignorante y desconfiado («atravesado»); al tiempo que le ha explotado, pues a pesar de que el «mago» se refugió en «los altos» y en los terrenos más pobres, muchos de ellos tampoco han sido suyos, tan sólo ha sido el medianero o peón de los dueños que viven en pueblos o ciudades.

Desnudos culturalmente y marginados socialmente, los hombres de muchas localidades de la montaña, durante mucho tiempo, han expresado su frustración e insatisfacción vital, descargando la agresividad en frecuentes peleas y olvidando sus miserias en el alcohol, además de otras inadaptaciones, fruto de su situación cultural ambigua y su situación social discriminada.

LA CANARIEDAD

El pueblo canario, como todos los pueblos, tiene un estilo y unas costumbres que le identifican y que le diferencian de los demás.

Con raíces guanches, nacido entre mar y volcanes, entre peligros y desgracias, pero mimado por la dulzura del clima, surge el canario. El canario surge de la conquista y del revestimiento cultural que le proporciona España, pero también de la influencia portuguesa, del comercio inglés y de los aires americanos. El canario crece en un sistema caciquil, en un sistema de dependencia que le hace déspota y, a la vez, servil. Crece el canario a la sombra de una madre cálida, de una madre extraordinariamente madre y el «mi niño»,dirigido al hombre adulto en boca de cualquier mujer, es una insignia maternal más, de tantas que marcan el estilo de estas islas.

Islas, mar, volcanes... Plagas de langostas, huracanes... Clima primaveral, flores... Tierra sedienta, trabajo... Caña de azúcar, viñas, cochinilla, plátanos, tomates, comercio... Piratas, conquistadores, caciques... Guanches... España, Portugal, América, Inglaterra... Turismo, emigración... Madre, madre canaria... De todo eso, y más, nace el alma canaria, la Canariedad: Forma de ser, de pensar, de sentir, de reaccionar y de actuar el pueblo de estas islas.

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