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  COMARCA DE ANAGA    
 
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Fisiografía

El medio físico de la comarca está marcado claramente por la existencia del macizo de Anaga, uno de los tres ejes estructurales sobre los que se formo la isla de Tenerife. Desde un punto de vista topográfico, se caracteriza por presentar altitudes modestas en relación con otras zonas de la Isla. Su cota máxima es la Cruz de Taborno (1.020 m).

La fisiografía del macizo está conformada por un conjunto de profundos valles, separados por estrechos interfluvios que parten perpendicularmente de una línea de cumbres alineadas de este a oeste. Los bordes del macizo, en algunos puntos, escapan a esta característica, constituyendo sectores de topografía mucho más suaves.

La antigüedad del cese de las emisiones volcánicas ha permitido que la acción erosiva se desarrolle ininterrumpidamente hasta la actualidad. Ello ha dado lugar a la desaparición de las formas volcánicas originales y su sustitución en el espacio por formas derivadas. En este sentido cabe destacar los diques, de naturaleza basáltica, largos y estrechos y con escaso resalte, y los fonolíticos, más anchos y cortos, que se levantan hasta los 30 m sobre el relieve circundante. Los más importantes son el Roque de las Ánimas, Roque Aderno, Roque de los Pinos, Roque Anambro, Roque de los Pasos y Roque de Antequera.

Los barrancos constituyen el elemento morfológico más destacable del macizo. Se caracterizan por sus vertientes escarpadas y un corto recorrido. Sus fondos, en el sector de la desembocadura, se sitúan por debajo del actual nivel marino, encontrándose rellenos por aluviones. Destacan barrancos como el del Afur o el de Taborno. Existen, en este sentido, otros barrancos en la vertiente sur del macizo, que atraviesan la ciudad de Santa Cruz en su camino hacia el mar, como son el Barranco Santos o el Barranco de Tahodio.

Otro de los elementos topográficos que determina la fisiografía de la comarca es la Vega Lagunera. La formación del llano de La Laguna está estrechamente relacionada con la actividad eruptiva de conos volcánicos situados entre la Cordillera Dorsal y el macizo de Anaga. Antes de que se produjera esta actividad, La Laguna era un barranco más de la red hidrográfica del macizo. Las coladas lávicas procedentes del campo volcánico de La Esperanza penetraron por el cauce del barranco cerrando su curso. Con posterioridad se formó una laguna con los aportes de agua de lluvia. Esto explica la existencia de suelos arcillosos residuales en la zona comprendida entre La Laguna, Los Rodeos y La Esperanza.

Otro de los valles que surgen como consecuencia de la actividad del Macizo, es el Valle de Tegueste, que está configurado como una amplia cuenca hidrográfica. Este valle parte de las montañas que enmarca a la Vega Lagunera y las laderas del sector occidental del macizo de Anaga.

La costa orientada al noreste se presenta alta y rocosa. Nos encontramos con grandes acantilados, labrados por la erosión marina sobre los espesos paquetes de materiales volcánicos más antiguos de la Serie I. También existen acantilados de menor porte, tallados sobre los materiales más recientes, Serie III, como los que se sitúan en la zona de Bajamar.

En la desembocadura de muchos barrancos y al pie de los cantiles, se sitúan también algunas playas de arena negra y callados. En este sentido destacan las impresionantes playas de Almáciga y Benijo, en la zona más septentrional, la de Antequera, con formas de acumulación dunar y de difícil acceso por tierra, y la de Las Gaviotas, en la vertiente oriental del macizo (todas en Santa Cruz de Tenerife).

Acantilados de la costa de Anaga. (CIT)

El litoral sur de la comarca presenta formas menos abruptas, de suaves pendientes, fruto de las coladas que se derramaron por este sector procedentes de los conos volcánicos ubicados en la zona de La Esperanza y Los Rodeos.

Las alteraciones provocadas por la erosión marina también han originado otras formas de corrosión, aislando un conjunto de rocas en el mar, como por ejemplo los Roques de Anaga.

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