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  13. EL SIGLO XVIII EN CANARIAS    
 
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La barrilla y la orchilla

La barrilla es una planta herbácea, anual, de tallos y hojas carnosas, rastrera, que crece cerca de la costa en terrenos marginales. Es una planta adaptada a la salinidad y aparece especialmente en Septiembre y Octubre, cuando caen las primeras lluvias. Pertenece a la familia de las Salsolas. Tiene un alto contenido en sosa (carbonato sódico), producto empleado en el siglo XVIII para la fabricación de jabón.

La barrilla se obtenía tras un proceso complejo, pero que fundamentalmente consistía en sembrarla, recogerla cuando alcanzaba la madurez y llevarla a unos lugares determinados, donde se procedía, después del secado, a la quema en unas condiciones adecuadas,  con el fin de obtener unas cenizas compactadas, tras lo cual se procedía a su embalaje y exportación.

Canarias, en el siglo XVIII, en islas como Fuerteventura, Tenerife y Gran Canaria, llegó a exportar considerables cantidades de barrilla con destino a Inglaterra y a otros países europeos. Fue uno de los pocos productos que seguía dando divisas al archipiélago. Decía Álvarez Rixo, un cronista de la época, que sólo por el Puerto de La Orotava y de Santa Cruz se exportaban alrededor de unos 80.000 quintales por año, lo cual nos da idea de su importancia económica, y además a un buen precio. Como pasó con otros cultivos, el ciclo terminó cuando la industria europea descubrió la fabricación de la sosa por otros procedimientos.

La Barrila se encuentra normalmente cerca de la costa, ya que es una planta que se adapta bien a la salinidad. (CGC)

La orchilla, otro de los productos de exportación, es un liquen utilizado para el tinte de tejidos, cuando aún no se había descubierto los colorantes sintéticos. En Canarias hay una gran variedad de estos líquenes y crecen en los riscos o acantilados costeros hasta los 300 metros de altitud aproximadamente. La orchilla es de color negro, con manchas blancas, y tardan como unos seis años en llegar a la madurez. Necesita humedad marina procedente de las brisas del alisio para su arraigo, y su valor a lo largo de los siglos residía en el colorante, color púrpura, que se extraía de sus ramas.

Se sabe que los primeros navegantes llegados a las Canarias antes de la conquista castellana venían a buscar la apreciada orchilla. Luego, después de la colonización, su explotación y comercio fue regulado por los cabildos insulares. La orchilla fue sometida a una intensa explotación durante el siglo XVIII, llegando a ser uno de los productos más importantes de las exportaciones canarias.

Se recolectaba usando unas varas largas, en cuyo extremo se ataba una especie de raspador o podona con la que arrancar el liquen de la roca; tal fue la explotación, que estuvo a punto de extinguirse. Con los tintes químicos, la orchilla dejó de exportarse en el siglo XIX.