Buscar
Búsqueda avanzada
  1. MUNDO Y VIDA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS    
 
<
    Índice de contenidos
    Temas relacionados
    Enmarque del tema
    Complementos
    Material multimedia
      Imágenes
      Videos
      Animaciones
 
    Léxico
    Artículos de ampliación
    Aportaciones externas
    Notas eruditas
    Orientaciones y debate
    Bibliografía

ZONZAMAS (LANZAROTE)*

YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS SINGULARES DE LAS ISLAS CANARIAS

 

El poblado de Zonzamas es el asentamiento arqueológico más representativo de los majos de Lanzarote, siendo por ello el más divulgado en la literatura especializada y, sobre el que también se ha incidido más en la investigación arqueológica. El conjunto de Zonzamas fue objeto de excavaciones por Inés Dug en la década de los setenta y de los ochenta, continuadas con posterioridad, a mediados de los noventa del siglo XX, por D. Martín, A. Tejera, Mª. D. Camalich y P. González.

El yacimiento se halla situado en la zona centro-Norte de la isla, en el municipio de Teguise, a 160 m de altitud sobre el nivel del mar. El núcleo principal del poblado se ha reconocido siempre a través de los vestigios muy visibles que se hallan sobre una pequeña elevación basáltica —una peña—, según el término con el que se conoce en la isla a estos promontorios rocosos, así como también de los restos existentes en su entorno, a pesar de que el asentamiento es mucho mayor, cubriendo una gran extensión que por la documentación conocida parece seguro superaría ampliamente las 10 hectáreas, al tratarse de un sitio habitado de forma continuada durante varios siglos.

El poblado está formado por el denominado Palacio de Zonzamas, rodeado por una muralla de aspecto ciclópeo, ya que algunas de las piedras pesan entre 1.300 y 1.800 Kg., encastillando una cueva natural que ha sido tradicionalmente considerada como morada y residencia de Zonzamas, el jefe de la isla hacia fines del siglo XIV, el popularmente conocido Palacio de Zonzamas con el cual figura en la toponimia de la isla. Junto a él existen otras estructuras que probablemente formaron áreas independientes, compuestas por viviendas, en su mayoría de planta semicircular, las denominadas casas hondas, que se localizan extramuros de la citada cueva.

Como residencia del jefe de la isla se documenta ya en la crónica Le Canarien, por datos históricos posteriores y por la memoria colectiva de sus habitantes. La crónica lo singulariza de otros sitios, también citados en el texto, junto al de la Gran Aldea, un lugar próximo al asentamiento aborigen de Zonzamas, que con casi toda seguridad se trata de la actual villa de Teguise. Del texto se infieren asimismo algunos otros datos, como el relativo a los víveres que los conquistadores consiguieron en la captura del Rey, y que debieron ser los conservados precisamente en este lugar en el que se hallaba su vivienda y en donde estaban los compañeros encontraron comida suficiente para vivir todos nosotros durante un mes. Gracias a su captura encontraron muchos víveres, abundante cebada y otras cosas. Los estudios arqueológicos han podido documentar en efecto un espacio conformado por una serie de estancias en las que se encontraron restos de grandes recipientes que debieron servir para la conservación de los alimentos. No se dice en ningún caso qué víveres se guardaban en el poblado, pero hemos de suponer que entre otros alimentos habría cebada y dátiles, ya que el poblado está ubicado junto a la fértil llanura central de la isla en un entorno poblacional en donde se concentran otros grandes núcleos, algunos de gran envergadura, de los que conocemos entre otros, el poblado de la Gran Aldea-Teguise, el Lomo de San Andrés y Famara. A juzgar por las evidencias que se infieren de la documentación, existe una serie de rasgos para entender el porqué de la elección del sitio para su emplazamiento. En primer lugar, porque se trata de una de las áreas con mayores posibilidades agrícolas y ganaderas de todo Lanzarote; por su relativa proximidad al mar y, sobre todo, por su propia posición geográfica y territorial que posee un evidente interés estratégico, al poder controlar cualquier desplazamiento de personas o animales entre el Norte y el Sur de la isla.

La existencia de la citada muralla destaca y llama poderosamente la atención en este conjunto, que probablemente se erigió en un momento de peligrosidad extrema. Este sector es el que singulariza al resto del conjunto, no sólo por su apariencia constructiva, ya de por sí llamativa, sino porque en la memoria colectiva de los lanzaroteños este lugar y, por extensión el resto del yacimiento, se ha conocido como el Palacio de Zonzamas. El origen de este nombre habría que entenderlo como una confusión en el concepto del término palacio para el que cabrían dos acepciones. Una, entendido como construcción de grandes dimensiones, dotado de gran riqueza y como espacio de vivienda de personajes relevantes de la comunidad. La otra, como vivienda que posee un espacio de almacenamiento de bienes, normalmente víveres y aperos, como así se ha utilizado en Lanzarote durante el Antiguo Régimen, como demuestran distintos documentos identificados en los archivos de la época. Esa confusión de términos, que ya se inicia desde los primeros cronistas de la Conquista, se acentuaría y tomaría carta de naturaleza a partir del siglo XVIII con J. Viera y Clavijo.

El poblado aparece vinculado además con la leyenda de la llamada princesa Ico, personaje que tendría su existencia con anterioridad a Guadarfía, que fue el último jefe de la isla, quien habitaba en este poblado. J. Abreu Galindo, recogió una información sobre las relaciones amorosas habidas entre una mujer del jefe de la isla —el rey Zonzamas— y un capitán vizcaíno conocido como Martín Ruiz de Avendaño. Fruto de estos amores nacería una niña —Ico—, cuya descendencia posterior plantearía serios problemas de legitimidad en el seno de la sociedad aborigen. Uno y otro nombre, unidos por la historia y la leyenda, han hecho que fuera éste el que perviviera como referente colectivo, y como topónimo se ha mantenido vivo asimismo hasta la actualidad.

Las excavaciones arqueológicas realizadas por Inés Dug Godoy han documentado una ocupación continuada del poblado, que siguió estando vigente hasta bien avanzado el siglo XVIII, al ser reseñado por José de Viera y Clavijo como núcleo de residencia. Estos vestigios que confirman la dilatada ocupación de este núcleo poblacional vienen determinados, fundamentalmente, por la existencia de algunas estructuras habitacionales modernas y de un aljibe, todo ello de factura europea, que se relaciona con el primer nivel de la secuencia estratigráfica, donde se hallan fragmentos de cerámica hecha a torno que fue definida como «cerámica peninsular».
   

* TEJERA GASPAR, A. (2008) Primera parte: Arte rupestres de las Islas Canarias, Yacimientos Arqueológicos Singulares de las Islas Canarias (114-115); en TEJERA GASPAR, A., JIM�NEZ GONZ�LEZ, J. J. y ALLEN HERN�NDEZ, J. 2008: Las manifestaciones artísticas prehispánicas y su huella. Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria, Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.