El clima de la comarca corresponde al subtropical con influencia oceánica, y es el resultado de la relación entre diferentes factores como la atmósfera, la situación geográfica y las condiciones locales del relieve (altitud y orientación), que originan una gran diversidad de ambientes climáticos.
Las Palmas de Gran Canaria se caracteriza por presentar un clima costero suave, calor moderado en verano y ausencia de una verdadera estación fría. El mes más frío suele ser febrero, con unas temperaturas máximas medias de 18 grados centígrados y una amplitud térmica de 6. El mes más caluroso es el de septiembre, donde se alcanzan los 27 grados centígrados, y las precipitaciones son escasas, con unos 175 mm anuales repartidos, principalmente, entre noviembre y abril.
En Santa Brígida el clima es fresco, ya que se encuentra en una altitud correspondiente a las medianías y en la vertiente de barlovento. Está directamente expuesto a los vientos alisios, con una humedad relativa del 70-85%, y una precipitación media anual de 440 mm, que se registran, sobre todo, en invierno. El régimen térmico es muy moderado o templado, de inviernos suaves y veranos no muy calurosos, hecho que también se observa en su amplitud térmica media anual (8,6 grados centígrados).
En Teror también condiciona su posición a barlovento, que hace que los vientos alisios den al lugar un clima fresco y humedad que enriquece el suelo. En general, las precipitaciones medias oscilan entre los 500-900 mm.
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La panza de burro está presente muchos días del año sobre la ciudad de LPGC, especialmente en la época estival. (TB) |
El agua es un recurso escaso que históricamente ha condicionado el desarrollo económico, social y medioambiental de Isla y de esta comarca. Se extrae de los barrancos a través de pozos y galerías, y era conducida de unos lugares a otros a través de acequias o atarjeas (hoy sustituidas en la mayoría de lugares por tuberías). También el agua se almacena mediante embalses, presas, gavias y aljibes, por lo que los barrancos siguen siendo un referente esencial para el hombre canario, destacando en esta comarca los de Guiniguada y Tenoya.
El incremento de la población y el desarrollo económico han generado importantes problemas medioambientales como la desecación de nacientes, la ocupación de cauces de barrancos o la alteración de la calidad de las aguas subterráneas y superficiales, entre otras consecuencias. Ha sido por ello necesario tomar medidas que mejoren la situación de escasez en la Isla, que consiste en el ahorro y la aplicación de procedimientos no naturales para producir agua utilizable. Surgen así las potabilizadoras y las desaladoras, que producen fundamentalmente agua de riego, reservando así para consumo humano el agua de más calidad.
Si hablamos de agua en esta comarca, destaca Teror, que tradicionalmente ha poseído recursos hídricos. Ya desde la segunda mitad del siglo XIX, acudían allí agricultores y aguatenientes de otros municipios, no sólo como compradores sino también como accionistas.
Existían muchos nacientes, galerías y pozos de agua, además de las presas que son objeto de reparto separado. Los antiguos nacientes estaban en el barranco de la Virgen, y hoy día se explotan pozos y galerías.
La cuenca de Tenoya alcanza la cumbre central por un estrecho corredor que le han dejado la del Guiniguada y La Virgen, y que al llegar a la Vega de Teror, en su cauce central recibe el nombre de barranco de Madre del Agua. En él se enclavan los manantiales de la Fuente Agria de Teror, de especial significado en la historia de este municipio y de la que proviene el agua de la embotelladora Aguas de Teror S.L.
El área entre los 1.300 y 1.900 m de altitud, constituye la cabecera del barranco del Guiniguada, importante cuenca de recepción de aguas. En ella destaca el barranco de La Mina o de Alonso, que es de los pocos en la Isla que mantienen su curso de agua durante todo el año. Está alimentado por resurgentes y galerías y, a su vez, recibe los aportes del barranco del Convento, que tiene su cabecera en la Hoya del Gamonal.
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