A finales de los sesenta y durante los setenta, se produce una cierta barroquización estética que contrasta con la simplicidad de los muros desnudos de la arquitectura precedente. Se busca una arquitectura llena de texturas, combinando materiales como la cerámica y el ladrillo. Todo eso se encuentra en los edificios que ocupan el gran auge constructor de aquellos años, combinando la funcionalidad de los sesenta con la artesanía de los materiales que se da en la década siguiente.
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Universidad Laboral de La Laguna, obra de Vicente Saavedra y Javier Díaz Llanos. Se trata de un edificio que responde a las necesidades de un centro de estudio, una construcción formada por terrazas sobre un claustro de hormigón. (JJ) |
Es lo que se llamó la poética del hormigón vista en las obras de maestros como Vicente Saavedra y Javier Díaz Llanos. De estos arquitectos es el edificio de la Universidad Laboral (1969-72) en La Laguna, construcción formada por terrazas sobre un claustro de hormigón. El edificio responde a las necesidades funcionales de un centro de estudios recurriendo, por un lado, a estrategias tradicionales y, por otro a conceptos modernos. La distribución en planta con forma de ‘L’ es de una gran modernidad, mientras que el uso del claustro como elemento de ordenación del conjunto, pertenece a la tradición constructiva.
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Sede del Colegio Oficial de Arquitectos de Canarias, en Santa Cruz de Tenerife, una obra de los arquitectos Vicente Saavedra, Javier Díaz Llanos y Luís Cabrara. (JJ) |
Otra obra clave en la carrera de los mismos junto a Luís Cabrera, es la excepcional torre en la plaza abierta del COAC (1968-71). Donde el uso del hormigón visto se convierte en estructura y ornato del edificio. Este edificio está en consonancia con un entendimiento de la arquitectura muy específico de los años setenta, lo que se llamó el nuevo brutalismo. Es una obra colectiva que representa la convicción y el entusiasmo de media docena de arquitectos que entendieron con inteligencia y generosidad la posición que les correspondía adoptar en una sociedad que se organizaba para los nuevos tiempos que vendrían. Se sitúa entre el bello gesto urbano de las ramblas que conducen la ciudad hacia el mar y una trasera de geografía poderosa de barrancos y montañas pedregosas, explicando a los ciudadanos que la arquitectura es capaz de interpretar tanto el lugar como las funciones que alberga. Una plaza abierta al monte y a las ramblas, que se integra en el sistema urbano. Así se convierte la torre del COAC en pionera del uso de la plaza abierta con escultura de gran calidad (Lady Tenerife de Martín Chirino), concibiendo el edificio como un támden entre escultura y arquitectura-escultura en la calle.
Estos nuevos principios en la arquitectura ocasionan un gran auge constructivo, que se saldrá de lo habitual y corriente, y se plasmará sobre todo en las construcciones destinadas al turismo. Es el caso, por ejemplo del Hotel Oasis (1965-68) de Corrales y Molezún y el Centro Vintersol (1962) de Díaz Llanos y Saavedra.
Esa asimilación fue capaz de sentar las bases de la producción actual de la arquitectura en Canarias. Cada generación de arquitectos ha desarrollado una forma peculiar y personal de su lectura de las influencias internacionales y españolas. Así mismo, han interiorizado la tradición local y el paisaje de las Islas en esa nueva arquitectura de corte internacional. Es el equilibrio entre lo global y lo local. Una arquitectura compatible con el paisaje insular. Canarias convierte el Estilo Internacional en algo propio.
Un acontecimiento importante a finales de la década de los setenta, fue la exposición Arquitectura en Tenerife, celebrada en diciembre de 1979, en la sala de exposiciones del Colegio Oficial de Arquitectos en Santa Cruz de Tenerife. Esta exposición surge de la iniciativa de un grupo de jóvenes arquitectos, para dar a conocer por primera vez al público la arquitectura que se estaba realizando en Tenerife. Se mostró la influencia de las ideas iniciadas por la cultura arquitectónica internacional o Estilo Internacional. Ideas que vienen de las experiencias desarrolladas por los arquitectos canarios en Madrid y Barcelona.
La exposición marcó un punto de transición hacia una nueva sensibilidad. Se terminó con una etapa en la arquitectura canaria de raíz tradicional. Y se opta por lo que se ha llamado estética brutalista. Es decir, se construyen edificios de grandes proporciones. Y por otro lado, por primera vez los arquitectos canarios se adentran en nuevos caminos de experimentación más ligados al estudio de la ciudad histórica y a la recuperación de los esquemas clásicos. Estos cambios son reflejo de la transformación de la arquitectura internacional.
También se confirmaba la presencia de restos del lenguaje elaborado tras la Guerra Civil en arquitectos como Martín Fernández de la Torre y Marrero Regalado. La arquitectura de la autarquía canaria se basó en la recuperación de la tradición pero de una manera superficial. Por tanto lo que permitió la exposición Arquitectura en Canarias (1979-1982) fue conocer, por primera vez, la evolución en conjunto de la arquitectura en canarias.
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