Canarias como puerta de entrada a numerosas influencias externas, acoge también a arquitectos foráneos, que en los últimos años han dejado grandes obras. Destacan en Gran Canaria los edificios del Campus de Tafira, como el Aulario (1993-98) de Navarro Baldeweg, una eficaz propuesta arquitectónica y urbana. También destaca la Biblioteca (1992-96) de Luís Martínez Santa-María, arquitecto que confía en la capacidad de los propios libros y de la luz para construir el espacio. Estos edificios son el resultado de concursos públicos abiertos, lo que supone una mayor apertura del horizonte de la arquitectura en Canarias.
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Exterior del Centro de Atlántico de Arte Moderno, en Las Palmas de Gran Canaria. (TB) |
Dos de los mejores ejemplos de edificios realizados por arquitectos foráneos son el Centro Atlántico de Arte Moderno (CAAM) y el Museo de la Ciencia. El arquitecto Sáenz de Oiza deja su huella en las Islas con el edificio del CAAM (1985-89) en Las Palmas de Gran Canaria. Oiza concibe el edificio como un homenaje a los elementos de la arquitectura moderna o racionalista y tradicional, edificio distribuido en torno a un patio central de luz, toma elementos de la arquitectura de Le Corbusier y del tradicional patio central canario. El edificio es la resultante de una reforma de un palacete neoclásico para su conversión en museo de arte contemporáneo de la ciudad de Las Palmas, lo que supuso una primera actuación positiva en el casco de Vegueta. El renovado edificio constituye una vibrante pieza de arquitectura en el casco antiguo, la cual cataliza la reforma general del mismo hacia su conversión en un centro cultural fundamental en la isla de Gran Canaria. Es caso del CAAM es excepcional, no solo dentro de Vegueta, sino incluso en toda canarias. El planteamiento del proyecto de Oiza estilísticamente no es convencional y es fiel relejo de las preocupaciones de la arquitectura de los últimos años. Preocupaciones por el equilibrio entre el patrimonio arquitectónico y la arquitectura contemporánea. Así, los criterios de organización del edificio obedecen a sencillas reglas de racionalidad.
Los arquitectos Garcés y Soria, en la misma época, proyectan el original Museo de la Ciencia y el Cosmos (1989-1993) en La Laguna. Edificio de carácter monumental de un riguroso control geométrico y material. Situado en un solar contiguo al Instituto de Astrofísica de Canarias, la elección del lugar es coherente dada la estrecha relación que debe existir entre ambas entidades. La pendiente del terreno requiere de un esquema constructivo específico que genere una plaza pública para lo cual se utiliza su cubierta plana. El espacio interior se imagina como un gran ámbito general en el que, como en una lonja, mercado o almacén se depositan los objetos a exhibir. Utilizando una geometría de elipses y estrellas inspirada en la función del Museo, esté desarrolla distributivamente la idea de un largo y procesional descenso hacia el conocimiento del cosmos.
Al descender, el visitante es acompañado por la luz exterior que se introduce levemente, como referencia y orientación, en el gran espacio de la sala ovoidal. Esta profundización resulta satisfactoria y la sala central del Museo, con sus luces cenitales y su oscuridad general, consigue una cierta idea de prometedores secretos desvelados. La roja piedra volcánica que forra el conjunto refuerza la geometría y da cobijo a un aplaza abierta con habilidad sobre la cubierta como ya se ha dicho, que puede reforzar la posibilidades didácticas y de expansión del Museo.
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Museo de las Ciencias y el Cosmos, en La Laguna, Tenerife. Obra de los arquitectos Garcés y Soria. (JJ) |
Otro ejemplo a destacar es el Centro de Visitantes de Timanfaya (1990-93) de los arquitectos Abarca, Cano y Corrella. Construcción donde predomina la horizontalidad de los muros blancos sobre la lava negra del entorno. Este tipo de arquitectura es lo que se denomina obras de ‘marca’, como el Aula Medioambiental PIRS (2002) de Ábalos y Herreros en Arico. Obras de marca que normalmente sirven para dotar a la ciudad que la contenga de mayor prestigio.
Es el caso de los dos auditorios de las islas capitalinas. En Las Palmas de Gran Canaria, Óscar Tusquets proyecta junto a Carlos Díaz y Agustín Juárez el Auditórium Alfredo Kraus (1985-93). Un edificio colorista y monumental, con una de sus fachadas hacia el mar a modo de faro. Santa Cruz de Tenerife alberga uno de los edificios más emblemáticos del arquitecto Santiago Calatrava, el Auditorio (1996-2003). Construcción arriesgada y de carácter escultórico. El Auditorio busca dinamizar una zona de la ciudad que estaba cayendo en el olvido, esta es una característica importante de los edificios de ‘marca’. Es decir, generadores de nuevos espacios en la periferia o recuperación de zonas urbanas olvidadas.
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Auditorio Alfredo Kraus, en Las Palmas de Gran Canaria, obra de Óscar Tusquets, Carlos Díaz y Agustín Juárez. (TB) |
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Auditorio de Santa Cruz de Tenerife, obra del arquitecto Santiago Calatrava. (DM) |
Este tipo de construcciones ayudan a embellecer la urbe y la dota de un aire cosmopolita. Como es el caso del edificio Tenerife Espacios de las Artes (TEA) de Herzog y De Meuron (2007) en Santa Cruz de Tenerife. Construido en una zona céntrica de la ciudad, juega a ser un contrapunto con la arquitectura mudejarista del Mercado de Nuestra Señora de África y la sobriedad clasicista del Teatro Guimerá. El TEA esta formado por gruesos muros grises, con pequeñas y rectangulares ventanas que, según los arquitectos, están inspiradas en la luz del sol que se refleja sobre el mar que rodea la Isla. Otro proyecto de los mismos autores en la capital de Tenerife es la renovación de la zona de la Plaza de España, síntesis poética de agua, luz y naturaleza dentro de la ciudad (2006-2007). |