Las primeras esculturas que aparecen en Canarias después de la conquista (s XV) son obras importadas. En las Islas no había talleres ni creadores formados para llevar a cabo esa tarea, por lo que se recurre a la compra y al trueque de piezas del exterior para colocar en los primeros templos cristianos del Archipiélago. Destacan por su calidad las traídas de los Países Bajos, Italia, Península y de los nuevos territorios americanos.
Las piezas flamencas poseen una característica delicadeza en los rostros, la boca estrecha, los labios finos, la mirada caída, “metálicas quebraduras” en los pliegues de telas y mantos, etc… Esto se puede observar en el importante grupo de vírgenes de diferentes advocaciones existentes en La Palma. Otras obras conectan con la vena más expresiva del gótico, como el célebre Cristo de La Laguna. En cuanto a los retablos, el mejor ejemplo de la mano flamenca se encuentra en la iglesia de San Juan, en Telde.
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Las obras de artistas extranjeros que se asentaban en el Archipiélago, tuvieron una gran influencia sobre los escultores canarios, especialmente en el campo de la imaginería. La Triple Ana de la Iglesia de San Francisco de Asís, en Santa Cruz de La Palma. (AHSCP) |
Desde el siglo XVI hasta la primera mitad del XIX, la imaginería es la forma escultórica más característica en Canarias. En el siglo XVI aparecen modestos imagineros que esculpen y policroman sus trabajos. En Las Palmas, Cristóbal Hernández y Diego de Landa, que fueron seguidos por otros en el siglo siguiente, como Agustín Ruiz y Pérez Donis. En Tenerife, el maestro Martín de Andújar trabaja y enseña el difícil arte. Había colaborado con los imagineros peninsulares Montañés y Alonso Cano, siguiendo las directrices del barroco sevillano. Sus discípulos Francisco Alonso de la Raya, nacido en La Gomera, y Blas García Ravelo, de Garachico, continuaron la labor emprendida por aquél.
Al igual que en Garachico, en La Laguna (Tenerife), se instalan artistas como Lázaro González de Ocampo (1644‑1714), imaginero y retablista, Antonio de Orbarán (nacido en La Palma), y sobre todo el lagunero José Rodríguez de la Oliva (1695‑1777), que tocó varias especialidades además de la de escultor, como la pintura y el diseño para piezas de orfebrería. Una de las mejores obras de éste es la imagen de Nuestra Señora de los Remedios de la parroquia de San Marcos de Tegueste (Tenerife).
En Santa Cruz de Tenerife, y en la primera mitad del siglo XVIII, trabajó Sebastián Fernández, que realizó numerosas tallas de San Pedro, hecho que le proporcionó gran fama.
En Gran Canaria, Alonso de Ortega es considerado como artista importante de finales del s. XVII. Su obra más interesante es el retablo y esculturas de S. Fernando, para la Catedral de Las Palmas.
En la Isla de La Palma hubo tres imagineros que no podemos silenciar: Francisco García de Medina, que nació a finales del s. XVII, Lorenzo de Campos (1634‑1693) y su hijo Diego Martín de Campos. En Santa Brígida, Tenoya, Agüimes, etc., encontramos trabajos importantes de estos dos últimos artistas.
Para terminar, José Luján Pérez (grancanario) y Fernando Estévez (Tenerife) han sido los más sobresalientes entre todos. Por eso, le dedicamos un más amplio estudio.
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‘Nazareno’, del tinerfeño Martín de Andujar. |
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Destaca a principios del siglo XIX el escultor santacrucero Miguel Arroyo, con una imagen de «Nuestra Señora de las Angustias» (Iglesia del Pilar).
Las producciones de estos autores citados son, en su mayoría, imágenes de candelero (de vestir), aunque existen bellas tallas completas en madera y pasta.
Actualmente, aunque la imaginería ha decaído sobremanera, existen algunas excepciones, es la producción del imaginero orotavense, Ezequiel de León.
EL MAESTRO JOSÉ LUJÁN PÉREZ
Nace en la Villa de Guía (Gran Canaria), el 9 de mayo de 1756. Era hijo de acomodados labradores.
Fue un alumno que aprendía con facilidad, llegando a sobrepasar en habilidad y conocimientos a sus profesores. Crea su propia escuela y enseña a muchos.
Esculpe para todas las islas, especialmente para Tenerife y Gran Canaria. Fue hombre de temperamento pasional y de profundos sentimientos religiosos, los cuales se ven reflejados en sus tallas.
En los últimos años de su vida, se retira a Santa Brígida (Gran Canaria) por problemas de salud, muriendo el 15 de diciembre de 1815.
Su obra.—La influencia barroca es palpable en sus esculturas. A los 37 años llega al mayor grado de perfección en formas y en proporciones del desnudo, aunque se le observó siempre cierta dificultad en las esculturas de niños y teatralidad en las facciones de sus imágenes.
En 1793 esculpe dos grandes obras: El Cristo de la Sala Capitular (Catedral de Las Palmas) y el Cristo de la Columna (Iglesia de Teror). Estas obras nos muestran una anatomía perfecta, un bello modelado de formas, una gran flexibilidad en los contornos (sin recurrir a violencias), corte clásico de las facciones y sedoso anillado de la barba y cabellos.
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‘Dolorosa’ de Luján. Catedral de Las Palmas de Gran Canaria. Las características barrocas son claras en los pliegues del manto. |
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Las Dolorosas de Luján.— Estas imágenes marcan un momento importante de la vida artística del escultor. En primer lugar, citemos dos Dolorosas: La de Santo Domingo de Las Palmas y la de la Catedral de dicha ciudad. Años más tarde, aparece la llamada «Predilecta» (la niña mimada de Luján) que se encuentra en la parroquia de la Concepción de La Laguna.
Otras imágenes notables son: «Nuestro Señor del Huerto» de la Concepción de La Laguna, «Santo Domingo de Guzmán», del Puerto de la Cruz, y tantas y tantas más repartidas por todo el Archipiélago.
FERNANDO ESTÉVEZ
Este escultor nació en la Villa de La Orotava el 3 de marzo de 1788. Se educó con los monjes franciscanos en el convento de San Lorenzo de esta villa. Fray Antonio López encauza sus extraordinarias dotes artísticas. Su temperamento era tranquilo y sosegado. En 1805 viaja a Las Palmas, recibiendo clases del maestro Luján y frecuentando la Academia de Arquitectura. En poco tiempo se destaca de tal forma, que llega a considerársele como el mejor escultor de Tenerife.
En La Palma (Iglesia del Salvador) dejó interesantes muestras de su trabajo. Muere el 14 de agosto del año 1854, víspera de la festividad de la Virgen de Candelaria.
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Imagen de Nuestra Señora de la Candelaria, donde destaca especialmente su tez morena. (DM) |
En La Laguna (Parroquia de la Concepción), se encuentra la imagen de «Jesús Preso», que es una auténtica joya del arte religioso tinerfeño. El modelado de la cabeza es perfecto y el rostro, con actitud serena y humilde, tiene gran fuerza expresiva. En la ermita de San Juan Bautista de esta misma ciudad, podemos contemplar una imagen muy interesante de San Plácido. Sus manos están talladas de un modo insuperable.
En la villa de la Orotava, «La Piedad» del Calvario y el «San Pedro» de la Parroquia de la Concepción. En esta última imagen se advierte la típica rudeza del hombre pescador; es una obra admirable.
La imagen morena de Nuestra Señora de Candelaria.—En el año 1827, un año después de que un gran temporal destrozara la antigua imagen de Nuestra Señora de Candelaria, Estévez atiende el encargo de una nueva imagen que la sustituyera. La talla tiene una gran originalidad sobre todo por su tez morena. El niño posee una notable ingenuidad y gracia.
La última imagen del artista.— Aunque sus manos no tenían ya la agilidad deseada, se esfuerza, y en el año 1847 esculpe la imagen de La Inmaculada de La Concepción de La Laguna y queda satisfecho de su trabajo.
En general, diremos que, en algunas de sus esculturas, se observan ciertas influencias neoclásicas (frialdad sin mucha inspiración). En otras, aparece su gran serenidad y delicadeza, que se contraponen a las obras temperamentales de su maestro Luján.
EL RETABLO EN CANARIAS
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Retablo mayor de la Iglesia parroquial de Breña Baja, en la isla de La Palma. (SC) |
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Son numerosos e importantes los retablos en las iglesias canarias. La mayoría de ellos corresponden al estilo barroco. En relación con el tema, el profesor Alfonso Trujillo comenta: «El Barroco representa el período de máximo esplendor del Arte en Canarias. Siendo el retablo la integración de arquitectura, escultura y pintura, es el movimiento más representativo de dicho estilo en el Archipiélago». Luego comenta la influencia andaluza, seguida de la portuguesa y de la americana; esta última se manifiesta en el llamado «barroco de retorno», que presenta ornamentación botánica de tipo tropical. Asimismo hay que resaltar un tipo de retablo barroco propiamente canario, después de la segunda mitad del siglo XVII, en el que aparecen estípites dotados de formas bulboides de abultado tamaño, entre otras características.
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