El Archipiélago canario constituye un auténtico museo de estructuras volcánicas. Entre las más destacadas se encuentran los macizos, correspondientes a las zonas más antiguas de las Islas, y las dorsales. Ambas son grandes estructuras con un carácter poligénico, al haberse formado por múltiples emisiones volcánicas en una zona determinada. Junto a ellas, destacan otras estructuras de menor importancia en el proceso de construcción de las Islas, aunque no por ello menos llamativas, como los conos, las coladas, los roques y domos volcánicos, lavas almohadilladas o las calderas.
Macizos Antiguos
Los macizos volcánicos antiguos son las estructuras poligénicas (se construyen a partir de múltiples episodios eruptivos) más importantes de Canarias. En la comunidad científica existen dos formas de definir a estas estructuras volcánicas. Por un lado, el termino de ‘Macizo Antiguo’ en sí, y por otro, el concepto de ‘Escudos Basálticos’, adoptado éste último para explicar la constitución del Archipiélago de Hawai, muy similar al canario.
Corresponden a las zonas volcánicas donde afloran los materiales más antiguos de cada isla. A pesar de esa antigüedad, en los macizos podemos encontrar erupciones recientes, aunque éstas, en ningún caso, van a remodelar el espacio anteriormente creado. En todos ellos hay un predominio de las formas de erosión y sedimentación.
Los macizos están formados por el apilamiento de múltiples capas de lavas casi horizontales, o con muy poca inclinación (menos de 15º), que descienden desde la línea de cumbre hacia el mar. En el Archipiélago se disponen en direcciones noreste-suroeste y noroeste-sureste. En Canarias nos encontramos con macizos lineales, en arco o en forma de cúpula.
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Dorsales
Se trata de edificios poligénicos con aspecto de tejado a dos aguas, en los que la emisión de basaltos fluyó ladera abajo originando numerosas rampas que descienden hacia el mar. Se caracterizan por una línea de cumbre muy marcada y dorsos poco desarrollados. Las más características son las dorsales de Pedro Gil y la de Abeque, en Tenerife, y la de Cumbre Vieja en La Palma.
En las dorsales volcánicas prácticamente no ha actuado la erosión ya que son estructuras muy jóvenes, geológicamente hablando. Sólo es de destacar los procesos erosivos en la línea de costa debido a la acción del mar. En los dorsos, la erosión se traduce en barrancos de poca profundidad, con ausencia de su cabecera, y normalmente labrados en la zona de contacto de dos coladas.
La erosión en la costa se traduce en acantilados de menor altura que en los macizos. Cuando las coladas llegan a la costa, sólo en ocasiones, se forman las conocidas como islas bajas. La frecuencia con la que aparecen las islas bajas asociadas a una dorsal, es mayor que en los macizos antiguos. En este caso, las islas bajas están situadas donde las erupciones de la dorsal han sido más recientes.
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Dorsal de Pedro Gil, con el Teide al fondo. (DM) |
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Conos
Los conos volcánicos, a diferencia de los escudos basálticos y las dorsales, son edificios de carácter monogénico, es decir, se han formado en un único episodio eruptivo.
Las erupciones centrales originan montículos, debido a la acumulación de materiales diversos (bombas, lapillis, cenizas) alrededor de un orificio central que actúa al mismo tiempo como conducto de salida de todos los materiales. Están relacionados con fracturas de la corteza terrestre que habitualmente tienen una única dirección. Su forma más o menos regular depende de una serie de factores:
- La dirección del viento durante la erupción.
- Tipo y disposición de la fractura.
- La intensidad de la propia erupción.
- El derrame de las coladas, que puede hacer que se rompa uno de los flancos del edificio, dando lugar a lo que se conoce como ‘cráteres en herradura’, tan típicos en los paisajes del Archipiélago.
- La actuación de procesos erosivos tras la erupción, que puede haber influido en el desmantelamiento de parte del edificio volcánico.
Los conos volcánicos pueden aparecer superpuestos, creando estructuras más complejas, dando lugar a edificios volcánicos poligénicos.
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Coladas
Las lavas (magma fundido) originan coladas de distinto tipo según su viscosidad y contenido en gases. Así, se pueden formar coladas de tipo Pahoehoe conocidas también por ‘lajiales’. Son las más fluidas, generando superficies lisas, con formas más o menos caprichosas. Este tipo de coladas pueden llevar asociadas la formación de cuevas y tubos volcánicos. Ver ‘Formación de los tubos volcánicos’
Tipos de coladas Pahoehoe:
- En losas: superficie continua y plana. Consecuencia de la consolidación externa de una colada. Permiten que en su interior, la colada pueda seguir fluyendo. Caracteriza a la colada que se derrama en relieves más o menos llanos.
- Cordadas: Surge cuando la colada se encuentra con un obstáculo, y adquiere una forma similar a la de una cuerda.
- En tripas: Pequeños abombamientos que recorren la superficie de la colada.
- Bulbosas: Cuando la colada salta un desnivel y se agrieta, posteriormente, por esa grieta que se ha producido, vuelve a fluir la colada. Se romperá la colada en función de su viscosidad.
- En pliegues: Son parecidas a las coladas en losas, pero con bordes muy redondeados. Están asociadas a canales de lavas.
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También nos encontramos con las coladas de tipo AA, menos fluidas, que generan superficies cuarteadas, de aspecto desgarrado y difíciles de transitar, que ilustrativamente los canarios llaman ‘malpaíses’.
Junto a este tipo de lavas, se da otra de mucha mayor viscosidad denominada ‘colada en bloques’ y que forman roques y conos volcánicos.
En ocasiones, la viscosidad de la lava provoca tensiones dentro de la colada o un engrosamiento en su parte final, generando estructuras internas muy peculiares que por culpa de la posterior erosión salen a la superficie. De esta manera, podemos encontrarnos con lo que se conoce como diaclasado columnar de la colada (formas de columnas poliédricas) cuyo mejor y más espectacular ejemplo son Los Órganos de La Gomera, o con diaclasado radial, como la famosa Rosa de Piedra de La Orotava.
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Roques y domos volcánicos
Cuando el magma es muy viscoso puede taponar el conducto de salida, siendo los materiales empujados con lentitud, dando lugar a la formación de domos volcánicos conocidos como roques. Son, en general, de tonalidades claras al estar constituidos por rocas traquíticas y fonolitas. El Roque de Agando en La Gomera y el de Las Animas, cerca de Taganana, en Tenerife, son dos ejemplos muy característicos.
Otros accidentes conocidos como roques (por ejemplo Roque Nublo en Gran Canaria, Roque Idafe en La Palma, etc.) tienen su origen en una fuerte erosión de los materiales circundantes.
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Roque de Agando, La Gomera. (PTLG) |
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Lavas almohadilladas
Otro fenómeno volcánico de interés lo constituye la emisión de lavas submarinas. Éstas son producto de erupciones volcánicas que se producen bajo una profundidad importante de agua. En estas erupciones la lava se enfría muy rápidamente, formando una costra bajo la cual el magma sigue empujando, inflándola hasta romperla. Debido a ello, las lavas submarinas poseen unas formas redondeadas muy características que es lo que se conoce como lavas almohadilladas o pillow-lavas. Pueden observarse en diversos lugares de la zona inferior de la Caldera de Taburiente.
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Calderas
Se llaman así a las depresiones que presentan formas más o menos circulares. Su formación puede tener causas diversas, por lo que se distinguen entre calderas de explosión, de erosión y de hundimiento.
Las calderas de explosión se originan al taponarse el orificio de salida del volcán, lo que provoca un aumento de presión en la cámara magmática, que termina por provocar una fuerte explosión que hace salir despedido los materiales, con lo que se genera una cuenca o vacío que conforma la caldera.
Las calderas de erosión están situadas generalmente en la cabecera de los grandes barrancos. Están originadas por el desplome, desplazamiento y desalojo de materiales, generándose una depresión.
Las calderas de hundimiento se originan por que se viene abajo el techo de la cámara magmática. Está cámara se hunde tras grandes y rápidas erupciones que, por un lado, vacían la cámara y, por otro, aumentan el peso que ésta soporta, al depositarse grandes volúmenes de materiales sobre la misma.
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Vista de la Caldera de Taburiente, La Palma. Ésta se formó por una interacción de procesos volcánicos, deslizamientos gravitacionales y erosión. (MPV) |
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