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  MUNICIPIO DE EL ROSARIO    
 
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10. Historia

Según diferentes estudios y hallazgos arqueológicos, el área que abarca lo que hoy conocemos como el municipio de El Rosario fue habitada por los guanches. Su capital es La Esperanza, tal denominación se debe al sentimiento de “esperanza”, provocado en los castellanos que lograron escapar de la cruenta batalla de Acentejo, pues, en tal huída, divisaron desde ese monte, el campamento instalado en la costa de Añaza (hoy Santa Cruz de Tenerife). Finalizada la Conquista, estas tierras esperanceras fueron repartidas entre los señores que habitaban en La Laguna (primera capital de la Isla), destinándolas en un principio a cultivos como el cereal. A principio del siglo XIX, en 1813, se obtiene la municipalidad con capital en La Esperanza. Posteriormente, en 1870, se crea el primer juzgado, y no es hasta finales del siglo XX, en 1999, cuando se aprueba la bandera municipal. En la década de los setenta del siglo pasado, El Rosario cede gran parte de su territorio, es decir 13,2 km², y aproximadamente 10.000 habitantes que pasan a formar parte del vecino municipio de Santa Cruz de Tenerife.

El Rosario: Origen, historia y señas de identidad

10.1. El Rosario: origen, historia y señas de identidad.

Época guanche

En la época guanche, la isla de Tenerife estaba dividida en 9 menceyatos. El actual municipio de El Rosario estaba enclavado en lo que era el menceyato de Anaga, uno de los más ricos gracias a la abundancia de agua y vegetales. Por su posición geográfica, lo que hoy es El Rosario, fue paso preferente para los guanches en las rutas del norte, hacia Las Cañadas y en los caminos del sur.

Vestigios de esta época, son los importantes yacimientos encontrados a lo largo de la geografía municipal. En el Barranco Cruz de las Ánimas, sembrado de numerosas cuevas que sirvieron de vivienda, así como de lugar de enterramiento de los guanches, se hallaron una treintena de esqueletos y ajuares funerarios.  A ellos hay que sumarles otros yacimientos en El Tablero, El Chorrillo, Barranco del Brezo, Barranco de Jagua o en Barranco Hondo.

Entre todos, destaca el yacimiento de El Tablero, donde se localizó una de las momias guanches mejor conservadas de toda la Isla, acompañada de restos cerámicos y trozos de armas. Además, también se han encontrado aquí tabonas, añepas y numerosos punzones. Otras de las zonas a destacar es Barranco Hondo, donde existía un poblado guanche con necrópolis propia.

La Conquista

La conquista de Tenerife se inicia en 1494 con el desembarco de las tropas castellanas comandadas por Alonso Fernández de Lugo en las playas de Añaza (actual costa de Santa Cruz de Tenerife).  Para muchos cronistas, el nombre de la actual capital de municipio de El Rosario, La Esperanza, está ligado a uno de los episodios más conocidos de la conquista de la Isla. Se trata de la primera batalla de Acentejo, o la popularmente conocida como la mantanza de Acentejo.

Bencomo, mencey de Taoro y líder de la resistencia de los guanches, permite que las tropas castellanas dirigidas por Fernández de Lugo suban a La Laguna y se adentren en La Orotava. Al pasar por el barranco de La Matanza de Acentejo, les esperaba Tinguaro, hermano de Bencomo, que con sus 300 guerreros cayó encima produciendo una gran derrota a los conquistadores. Según algunas fuentes murieron 600 españoles y 200 canarios auxiliares. Fernández de Lugo, que estuvo a punto de morir en la contienda, huye con los supervivientes hasta el Real de Añaza. Es, precisamente, en su huída, cuando las tropas castellanas derrotadas divisan desde los actuales montes de La Esperanza su campamento. Esa sensación de esperanza que les supuso divisar la costa fue el origen del nombre de este frondoso bosque, y a lo que hoy es la capital municipal.

10.2. Tras la primera batalla de Acentejo, las tropas castellanas huyen a su campamento en la costa, el cual divisan desde los actuales montes de La Esperanza. (DL)

La colonización y el reparto de las tierras esperanceras

Finalizada La Conquista, se imponía la tarea de poner en marcha una nueva sociedad, según los valores y las bases económicas de los conquistadores. En general, los conquistadores o sus descendientes procedían de la hidalguía, capa social noble pero de escasos recursos. Llegaban al Archipiélago ansiosos por conseguir la fortuna y el prestigio que en sus lugares de origen no tenían. El proceso colonizador respondía a una mentalidad señorial, nada respetuosa con los pueblos paganos y destructiva con los modos de vida de las sociedades aborígenes. En todo caso, los conquistadores, los colonos y guanches supervivientes, crearon las bases de esta nueva sociedad insular.

Tras La Conquista, La Laguna se convierte en la capital de la Isla (condición que estuvo vigente hasta el siglo XIX, donde la capitalidad paso a residir en Santa Cruz de Tenerife). El Adelantado Fernández de Lugo fija su residencia en la ciudad de Aguere, convirtiéndose ésta en el eje político, religioso y cultural de Tenerife. Los alrededores de la ciudad van a estar bajo la influencia de La Laguna.

Las tierras de La Esperanza van a ser repartidas entre los señores más allegados al Adelantado (Diego de Alcántara, Pedro de Alcaudette o Pedro Paéz), con el fin de dedicarlas al cultivo de cereales, frutales y cría de ganado, proporcionando abastecimiento a la ciudad. El monte de La Esperanza también va a jugar un papel fundamental en la nueva sociedad colonial. Se produce la tala indiscriminada de árboles con el objetivo de proporcionar madera a las nuevas construcciones urbanas y a los ingenios azucareros.

El modo de vida

Además de por la madera que se obtenía en su monte y sus ricas tierras de cultivo, lo que hoy es el municipio de El Rosario, tuvo una importancia fundamental como ruta de paso en la peregrinación desde La Laguna a Candelaria. Fruto de ello nace la Ermita de Nuestra Señora de El Rosario en lo que hoy es el barrio de Machado.

10.3 La Ermita de Nuestra Señora del Rosario, que data de la primera mitad del siglo XVI, nace de la necesidad de buscar un lugar para que lo peregrinos que realizaban el camino hasta la Villa Mariana, se protegieran de las inclemencias meteorológicas (JJ).

Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, existieron años de bonanza en el pueblo, y en la Isla en general, que se alternaron con largos años de penuria debido a diferentes causas. Las plagas en las cosechas junto con lluvias torrenciales o graves periodos de sequías, motivaron que muchos esperanceros optaran por la emigración. A ello hay que sumarle la situación de muchos campesinos, considerados el estrato más bajo de una sociedad que entonces se dividía por clases, siendo éste (arrendatarios, medianeros y jornaleros) el grupo social más marginado y, a la vez, el más numeroso en el pueblo.

El Rosario, nuevo municipio

Tras las Cortes de Cádiz y la aprobación de la nueva Constitución en 1812, se lleva a cabo una nueva distribución territorial de Estado. El Rosario surge como nuevo municipio, separado ya administrativamente de La Laguna, un año más tarde, en 1913.

Hasta entonces, era el Alcalde de La Laguna (alcalde único de la Isla) el que ostentaba el cargo de representación, siendo los denominados alcaldes pedáneo los que representaban a los otros núcleos de población. Tras la constitución como nuevo municipio, uno de las primeras tareas en llevarse a cabo fue la alianza con Tacoronte, El Sauzal, La Victoria y La Orotava para la defensa del patrimonio natural del norte de la Isla, debido a la grave deforestación que se estaba produciendo en el Monte de La Esperanza.

El Siglo XX, hitos históricos

Varios son los acontecimientos que van a marcar durante el siglo XX la vida del Municipio. En las primeras décadas, El Rosario va a ver potenciados sus recursos gracias al papel que jugó el Cabildo Insular de Tenerife (creado en 1912), dotando de servicios a la villa esperancera y habilitando vías interiores de comunicación. Además, la corporación municipal colaboró activamente en la reforestación del monte, lo que se tradujo en que el Cabildo le facilitará los recursos para construir centros escolares como premio a su labor.

Pero un hecho va a quedar marcado en la historia del municipio. En junio de 1936, Francisco Franco, Comandante General de Canarias, se reúne en el monte de Las Raíces con diversos oficiales para planificar el levantamiento militar contra la II República. En la actualidad, todavía existe un monolito, aunque en gran estado de deterioro y de agresión como repulsa, que recuerda ese encuentro.

El municipio, gracias a su actividad agrícola, no sufrió tanto las consecuencias de la Guerra Civil y los posteriores años de penurias como otras localidades, aunque muchos de sus habitantes se vieron obligados a emigrar, ya sea por causas ideológicas o económicas. Los esperanceros, al igual que miles y miles de canarios, optaron por la emigración a Latinoamérica, especialmente a Cuba y Venezuela.

10.4. La fertilidad de las tierras y las labores agrícolas, permitieron que los años de posguerra no fueran tan duros como en otras zonas, aún así, muchos esperanceros se vieron obligados a emigrar por causas económicas o ideológicas. (IL)

A partir del la segunda mitad de siglo, el municipio comienza una recuperación con la dotación de importantes infraestructuras y servicios, que se traduce un aumento poblacional y la proliferación de nuevos barrios. La fecha del 30 de diciembre de 1972 nunca pasará desapercibida, pues muchos habitantes pasaron de la noche a la mañana de pertenecer al municipio de El Rosario a formar parte del de Santa Cruz de Tenerife. Esta segregación de muchos núcleos de la zona suroeste, supuso una importante pérdida de habitantes para el municipio, en tornos a unos 11.000 de los 16.000 que tenía censado El Rosario. Por lo tanto, el municipio se queda próximo a los 5.000 habitantes, lo que supone una disminución de los ingresos, pero a su vez, una liberación de muchas de las obligaciones económicas, como el mantenimiento de los servicios en localidades periféricas.

Los últimos años del siglo XX están marcados por el aumento poblacional, especialmente en la zona costera del Municipio, gracias al crecimiento de núcleos como Radazul y Tabaiba, y a las mejoras en las comunicaciones con la capital insular. Todo ello acompañado de un importante avance en la dotación de infraestructuras y servicios, no sólo en el casco, sino en todos sus barrios.

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