Tal y como ocurre en toda la Comarca, La Matanza de Acentejo contiene una topografía accidentada, merced a las numerosas pendientes existentes, así como a las coladas lávicas que reconfiguran el territorio, las cuales otorgan una morfología abrupta. Un contexto espacial este, que ha contribuido a condicionar el poblamiento y la dimensión y el abancalamiento de las parcelas de cultivo por parte de los matanceros. La pendiente, bastante pronunciada hasta el entorno de las medianías, va perdiendo su ímpetu hasta alcanzar la zona costera, en donde el rasgo principal, son los acantilados activos, modelados a lo largo del período Cuaternario por la acción del oleaje y los períodos de ascenso y descenso del nivel del mar.

En la zona media, hacia unos 600 metros de altitud, aparecen algunos conos enmarcados en un espacio cuya pendiente se hace más llana, coincidiendo con el ámbito de las Montañas de San Antonio. Aquí las coladas basálticas más jóvenes que el resto del espacio (Serie III) se ven interrumpidas por piroclastos basálticos asociados a los abundantes conos de emisión de la misma serie (esto es, del Plioceno-Cuaternario) con numerosos cráteres, al pie y alrededor de los cuales se pueden apreciar la existencia de fincas de cultivo tanto de vid como de productos frutales. Estos conos más recientes en el tiempo están aislados, presentando una disposición lineal que la explica una fractura en profundidad. Asimismo, los cuatro cráteres de las Montañas de San Antonio provocaron en su formación un contacto discordante entre las coladas de la serie III, llegando a alcanzar este efecto hasta el acantilado costero. De hecho, posiblemente provocó el posterior encauzamiento del Barranco de San Antonio, que sigue la línea diseñada también por el contacto discordante provocado por la Montaña de la Rosa y de San Pedro.

Las Montañas de San Antonio

3.1. Las cuatro Montañas de San Antonio son los elementos del relieve más destacados del espacio de medianías. A sus pies se abren fincas de cultivo, algunos de las cuales con la presencia de viñas. (DM)

Finalmente, la existencia de erupciones puntuales de piroclastos y coladas basálticas, que pertenecen a un volcanismo más reciente, se localizan a unas cotas de 1.000 y 700 metros, aunque también en la costa, en la cercanías de la Punta de El Sol y de la Hoya de los Morales. Estas condiciones fisiográficas, con diferentes alturas y disposiciones del relieve tendrán consecuencias en las condiciones climáticas de los distintos entornos del municipio, así como en la manera que los habitantes han aprovechado el territorio a lo largo de la historia.

La cumbre

Si bien no existe un área de cumbre propiamente dicha, en donde se alcancen alturas superiores a los 1.100 metros, la gran mayoría del territorio municipal se sitúa por encima de los 650 metros, de donde parten muchas de las coladas basálticas de la serie III y se aprecian las elevaciones más importantes. En este ámbito, si bien la población también se reparte de manera dispersa en pequeños caseríos, dominan las viviendas unifamiliares de no más de dos pisos, pertenecientes a personas que dedican buena parte de su vida al sector primario. La presencia de fincas agrarias, de diferentes tamaños y abancaladas es mucho más palpable en este sector, finalizan al llegar al área de masa boscosa, en donde el relieve pasa a un segundo plano.

La costa

El litoral de La Matanza se extiende desde la desembocadura del Barranco de Cabrera en el este, hasta la del Barranco de San Antonio en donde aparecen las playas de Rojas y el Cangrejillo, compartidas con el municipio de El Sauzal. A partir de los 300 metros la presencia de grandes acantilados es evidente, dando lugar, al igual que ocurre en otros municipios norteños, a entornos de playa de reducido tamaño, en donde la verticalidad es la gran protagonista del espacio costero.

Así pues, en el momento de dirigir la mirada hacia la costa, destacan los acantilados, los cuales impiden que se asienten núcleos de población. En algunos casos se pueden apreciar formas derivadas de la dinámica de vertiente, como derrubios de ladera o conos de deyección de poca importancia, los cuales indican la actividad del cantil. Por último, desde el reducido caserío de El Caletón se puede comprobar la existencia de coladas de lava, que en el pasado alcanzaron la costa extendiéndose sobre el mar y que hoy están sometidas a la acción del oleaje.

La costa de La Matanza de Acentejo

3.2.  Los majestuosos acantilados dominan la costa matancera, únicamente posibilitando el asentamiento en el entorno de El Caletón, en donde las coladas de lava llegan al mar. (JJ)