En las primeras fases de formación de la Isla, existió una mayor heterogeneidad de los materiales volcánicos expulsados. Los más abundantes fueron los basaltos, aunque hubo grandes volúmenes de magmas diferenciados de origen sálico, más rico en sílice, con traquitas y fonolitas como rocas características. También se dan los traquibasaltos, mezcla de los magmas anteriormente nombrados.
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‘LaTarta’, en Las Cañadas, es una acumulación de piroclastos de diferentes tipos de erupciones. (DM)
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Las manifestaciones volcánicas también fueron muy variadas, siendo importantes durante las primeras fases de formación las erupciones plinianas. Fueron erupciones muy violentas que originaron nubes ardientes y coladas piroclásticas, que fueron depositándose sobre los materiales previos de la zona sur de la Isla. Dieron como resultado lo que hoy conocemos como ‘bandas del sur’, zona del sureste tinerfeño cubierto por materiales sálicos procedentes de estas erupciones, que abarca aproximadamente desde el municipio de Fasnia hasta el de Granadilla de Abona. Posteriormente, predominaron las erupciones de tipo estromboliano, las más habituales en todo el Archipiélago. Formaron numerosos conos de cínder o de piroclastos y campos de lava, que recubrieron los restos erosionados del primitivo volcán en escudo insular. Muchos de estos edificios y estructuras aún se conservan en la actualidad y su formación no se ha visto interrumpida, formando parte fundamental del paisaje canario.
La actividad efusiva de estas erupciones fundamentalmente basálticas, ha dado como resultado, una formación volcánica muy característica y bastante habitual en las Islas, los tubos volcánicos. Son largos túneles subterráneos que se generan por el enfriamiento de la parte superior de la colada, continuando el flujo de lava por el interior del mismo hasta que se desaloja del todo. Queda como resultado una galería natural, cuyo más claro ejemplo en Tenerife es la Cueva del Viento, en Icod de Los Vinos.
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