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  3. MUNDO RURAL    
 
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  >> Actualidad y reportajes >> Debate sobre el mundo rural y natural de Gran Canaria Versión para imprimir Escuchar artículo Metadata Patrocinadores Aumentar letra Disminuir letra  


Introducción

El patrimonio natural y rural de la isla de Gran Canaria es uno de sus principales rasgos diferenciadores. Ha pasado por épocas de escasa consideración y fuerte deterioro, como la deforestación de la laurisilva tras la Conquista, el abandono del campo o el gran boom turístico a partir los años 60 del siglo XX. Pero lo cierto es que en los últimos años ha habido avances. Se percibe un cambio de mentalidad, no sólo de la población, sino desde las Administraciones Públicas, que están poniendo mayor empeño y medios para que se protejan los valores ambientales y rurales, que además están contribuyendo al desarrollo económico de la Isla.

El patrimonio rural y el natural, aunque no son lo mismo, son ámbitos muy relacionados, hasta el punto de que en muchas zonas es difícil discernir entre ellos. En la actualidad, se trata de proteger los espacios que poseen más elementos naturales o que están mejor conservados, con diferentes normativas y leyes. El problema es que muchas veces se olvidan las actividades que desde hace siglos se han venido realizando, por lo que las sociedades rurales han visto limitado su lugar de desarrollo.

Estamos ante una importante disyuntiva sobre qué es lo que se debe proteger y hasta qué punto las sociedades rurales interfieren en el desarrollo de un espacio natural, y viceversa. Y en medio de esos dos conceptos se encuentran los habitantes de las zonas rurales, cuyas actividades más tradicionales han convivido desde siempre en estos espacios, dentro de una relativa armonía.

Una sociedad moderna avanza cuando es consiente de los valores naturales y rurales que la caracterizan. (TB)

¿Qué entendemos por Patrimonio Natural y por Patrimonio Rural?

Según la UNESCO, “patrimonio” es el legado que nos ha llegado de nuestros antepasados, que vivimos en el presente y que transmitimos a las futuras generaciones. El Patrimonio natural comprende las formaciones físicas, biológicas y geológicas excepcionales, hábitats de especies animales y vegetales amenazadas, y zonas que tengan valor científico, de conservación o estético.

Por tanto, se entiende como patrimonio natural el conjunto de bienes o elementos naturales de un territorio, que comprenden tanto los elementos geológicos, como vegetación y fauna.

Patrimonio Rural se refiere a las actividades agropecuarias que se realizan en el medio y a la infraestructura que acompaña a estas actividades.

Lo natural y lo rural están muy entrelazados y es difícil encontrar espacios naturales en los que no haya aparecido la acción del hombre.

Manuel Amador y Orlando Torres, AIDER

Estos conceptos coinciden en general desde los distintos ámbitos involucrados en la Isla. Pero en Gran Canaria, no se puede hablar de espacios naturales propiamente dichos, ya que el territorio insular ha sido transformado por la mano del hombre durante siglos. Desde AIDER, la Asociación Insular de Desarrollo Rural de Gran Canaria, se trabaja para el desarrollo de las sociedades del mundo rural de la Isla. Según Manuel Amador yOrlando Torres, ambos técnicos de (AIDER), el término “patrimonio natural no define exactamente lo que se da en el territorio de Gran Canaria. Lo que sí se dan son zonas donde se conservan determinados valores o características de lo que entendemos todos como ‘elementos naturales’, es decir, que están menos matizadas por el hombre. El problema es que, en Gran Canaria, lo natural y lo rural están muy entrelazados, y es difícil encontrar espacios naturales en los que no haya aparecido la acción del hombre”.

¿Qué abarca el patrimonio rural de la Isla?

Se podría decir, en términos generales, que el mundo rural de la isla de Gran Canaria se encuadra en las cotas superiores a los 300 m sobre el nivel del mar, ya que es a partir de ahí donde las zonas urbanas dejan de tener importancia. Pero si puntualizamos un poco, en las zonas del oeste de la Isla, la cota de los 300 m no es identificativa de la zona urbana, ya que las poblaciones que se asientan en esta parte son de un marcado carácter rural. Por tanto, se incluyen dentro del patrimonio rural los asentamientos de pequeña entidad que han evolucionado históricamente ligados a las prácticas agrarias y que mantienen hoy en día estrechos lazos con el territorio y los recursos naturales.

Manuel Amador, Técnico de AIDER. (MC)

Orlando Torres (AIDER) explica que “si se traza una diagonal que vaya desde el barranco de Agaete hasta el de Tirajana, la parte que queda al norte de esa línea imaginaria es la que ha sido más habitada por el hombre, sobre todo, las zonas costeras en las que se asienta la población urbana. La zona de las medianías de la mitad noroeste, junto con las zonas habitadas del oeste y el centro y las medianías del sur, corresponden a las áreas rurales de la Isla. Pero hay interferencias entre las zonas rurales y los espacios naturales. Por eso, es imposible encontrar elementos completamente naturales. Por ejemplo, los grandes pinares actuales (Tamadaba, Pajonales) son superficies repobladas, por lo que han sido tocadas por el hombre. Basta con ir caminando por la Isla para comprobar que cada pocos metros encontramos algún elemento o restos de la interacción humana con el medio, como antiguos hábitats aborígenes, acequias, muros, cantoneras, alpendres, etc.”.

¿Qué relación se da entre los espacios naturales y el mundo rural?

Víctor Montelongo, Jefe del Servicio de Medio Ambiente del Cabildo Insular de Gran Canaria. (MC)

Víctor Montelongo (Jefe del Servicio de Medio Ambiente del Cabildo Insular de Gran Canaria) cree que “más que desencuentros, el patrimonio natural y el rural tienen muchos puntos de encuentro, y que es necesario potenciar las actividades agropecuarias para mantener ese entorno natural”. Además, “desde las administraciones se potencian estas actividades rurales, ya que cada día hay un mayor consenso en la protección de un valor que puede tener, incluso, repercusión económica para los habitantes de las zonas rurales, gracias a las nuevas actividades para el turismo y las demandas cada vez más variadas”.

En un sentido contrario se manifiesta Yuri Millares (autor especializado en el mundo rural y director de redacción de la revista Ruta Archipiélago), que es de la opinión de que “los desencuentros entre los dos ámbitos han ido en aumento, ya que hasta hace unas décadas estaban muy ligados entre sí. El hombre vivía muy pendiente de lo que la naturaleza le podía ofrecer y él, a su vez, cuidaba que esa naturaleza le sirviera también para el futuro, no sólo pensaba para comer hoy. En la actualidad, la nueva agricultura está yendo en una dirección contraria a la naturaleza, ya que cada vez se utilizan más abonos y fertilizantes no naturales que perjudican al suelo, y se están abandonando las técnicas tradicionales, tanto de agricultura como de ganadería”.

El conflicto está en la normativa y en su aplicación, no en el escenario ni en los actores del medio rural y natural.

José Cuevas, Ben Magec

José Cuevas (miembro de Ben Magec-Ecologistas en acción) apunta que “el conflicto está en la normativa y en su aplicación, no en el escenario ni en los actores del medio rural y natural. Entre ellos la convivencia ha sido históricamente prolongada. El problema ha venido cuando se han obviado la experiencia y los saberes acumulados durante generaciones y se han desarrollado unas normativas de espaldas a estas prácticas”.

Yuri Millares, director de redacción de la revista Ruta Archipiélago (MC) José Cuevas, Ben Magec-Ecologistas en acción (MC)

Es sabido que muchas de estas nuevas normativas no cuentan con el apoyo de la población rural, que ve en ella limitaciones a su quehacer diario. Afirman que son muy restrictivas y que no les permiten hacer nada en el medio. Sin embargo, para Orlando Torres (AIDER) “esta idea viene provocada por una falta de diálogo con las administraciones y el desconocimiento de la normativa, ya que sí se permite hacer ciertas cosas, pero es que si se quiere proteger el espacio, es lógico que la ley restrinja ciertos usos y, sobre todo, los malos hábitos”. No obstante, reconoce que “tradicionalmente ha habido una desconexión total entre los que legislan (que normalmente no viven en ese espacio) y la población rural, que es la que habita ese entorno y la que conforma un determinado paisaje”.

¿Desarrollo o protección?

El problema para José Cuevas (Ben Magec-Ecologistas en acción) es que, “generalmente, el destrozo va por delante y la normativa trata de alcanzarlo. Nunca había existido un cuerpo legislativo tan amplio en materia territorial y ambiental y nunca antes había existido tanto destrozo del entorno. Creo que no hacen falta más normas, lo que hace falta es voluntad política y medios para aplicar la ley. Se hace necesaria una gestión de la legislación, porque si no, no sirve para nada. La historia económica de Canarias es una historia construida en escalones de monocultivos, que arranca con la caña de azúcar, con el vino, con los ciclos de la cochinilla, que empieza el siglo XX con el tomate y el plátano, y lo termina a partir de la década de los 60 y empieza el siglo XXI con el monocultivo del turismo. Y ese monocultivo tiene unos gastos territoriales, un coste ambiental. Y entonces se genera esa contradicción entre la conservación del recurso que nos hace atractivos como destino turístico (el territorio, el sol, el clima) y el desarrollo de la infraestructura que lleva pareja (las carreteras, hoteles, parques temáticos, etc.)”.

Yuri Millares (Ruta Archipiélago) ve en este tema el eterno debate, no sólo en Canarias, sino en gran parte del mundo. “Los que quieren vender todo lo que pueden y ganar todo lo que puedan se escudan en que hay que desarrollar y crecer, y están también los que lo quieren proteger todo y no crecer nada. Hay que buscar un equilibrio entre ambas posturas, también hay que contar con la economía, porque sin una no funciona la otra”.

Hay que proteger el medio natural y conservarlo para las generaciones venideras, pero el desarrollo es necesario para las sociedades

Víctor Montelongo, Cabildo de GC

Víctor Montelongo (Cabildo Insular) advierte que hay que tratar con cuidado este debate. “Hay que proteger el medio natural y conservarlo para las generaciones venideras, pero el desarrollo es necesario para las sociedades. No podemos pretender que en los entornos rurales se queden como están y no aprovechen las mejoras tecnológicas, sólo para poder decir desde las ciudades y los centros turísticos que conservamos nuestras tradiciones. Sería como pedir a un agricultor que, en lugar de utilizar un tractor para arar la tierra, lo hiciera con el ganado, como antiguamente, de manera que tenga que emplear mucho más tiempo y esfuerzo, obteniendo resultados más bajos, pero conservando las tradiciones.

Y continúa diciendo, “creo que desde las ciudades, con todas las comodidades al alcance de la mano, se está en una situación muy cómoda para pedir que pare el desarrollo de las zonas rurales. Por otro lado, es una cuestión de poner el desarrollo al servicio de la protección. Las nuevas tecnologías son muy útiles para proteger el territorio, por ejemplo, las imágenes de satélite permiten observar los cambios en un determinado espacio“.

“No podemos pretender que en los entornos rurales se queden como están, sería como pedir a un agricultor que, en lugar de utilizar un tractor para arar la tierra, lo hiciera con el ganado” , Víctor Montelongo, Cabildo de GC. (MC)
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