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  6. LA AGRICULTURA EN CANARIAS    
 
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El agua

Pocos factores influyen tanto en el desarrollo de un pueblo como es la escasez de recursos hidráulicos. En Canarias, esta escasez se ha visto reflejada en el desarrollo de su economía agraria. Al Archipiélago se le considera una región sedienta, con una media anual de precipitaciones de unos 324 mm. La poca y cara agua disponible en la agricultura es destinada a aquellos cultivos que poseen un alto rendimiento y producción. Aunque en las últimas décadas, las obras de embalses y canalización de riego han mejorado y aumentado, todavía no son suficientes.

En el Archipiélago, el agua es obtenida a través de aprovechamientos subterráneos (pozos y galerías) o aprovechamientos superficiales (presas, balsas, estanques, etc.).

La construcción de embalses y presas ha permitido la extensión de los cultivos de regadío en las Islas y mejorado el abastecimiento de la población. Presa de La Sorrueda, Gran Canaria. (MC)

La siguiente tabla y el gráfico, comparan la superficie de tierra cultivada dedicadas a secano y regadío. Entendiéndose por tierras de secano, las que se riegan por la acción de la lluvia, mientras que la de regadío, requieren la aportación del agua por parte del hombre.

Superficie de secano y de regadío (en Has.)
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Servicio de Estadística de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación del Gobierno de Canarias. (2006).

Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Servicio de Estadística de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación del Gobierno de Canarias. (2006)

La propiedad privada del agua

Además de la escasez, uno de los principales problemas para el desarrollo agrícola de las Islas, principalmente de los cultivos de regadío, ha sido el régimen de propiedad del agua. En el mundo rural de las Islas, la posesión del agua siempre ha sido sinónimo de riqueza y poder. La búsqueda del líquido elemento en el subsuelo de las Islas, la ha llevado a cabo la iniciativa privada, los campesinos y agricultores que la necesitaban para sus tierras secas. Pero también, se han inmiscuido otros agentes que no se relacionan, en la mayoría de los casos, con los intereses agrarios. Se trata de especuladores que han invertido su capital en el ‘negocio del agua’ con la finalidad de obtener unas rentas, patrocinando o encabezando, en muchos casos, la iniciativa de construir pozos y galerías.

El aguateniente, para la explotación de este recurso, crea una comunidad de agua, la cual es dividida en acciones o participaciones, que adquieren normalmente los agricultores, y que le dan derecho a un determinado caudal para el riego de sus cultivos.

La explotación de las galerías y pozos, en su mayoría, está en manos privadas, lo que supone un costo añadido al precio del agua. Chorro de la galería de Los Palomos, La Guancha, Tenerife. (ALG)

La existencia de estos aguatenientes, que en algunas zonas llegan a concentrar una gran parte de la propiedad del agua, constituye uno de los problemas más graves para el consumo del agua por los cultivos. A ello hay que sumarle la competencia, que se agudiza con el paso de los años, de los usos del agua con fines no agrícolas.

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