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  2. ORGANIZACIÓN POLÍTICA ABORIGEN    
 
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¿Cómo se organizaban los aborígenes?

DATOS DE ENMARQUE: Mientras los guanches vivían en una cultura neolítica y pastoril, en Europa se sucedían cambios políticos y culturales importantes. Siglo I-IV: Dominio de Roma en el mundo. Siglo IV-VIII: Invasión de los bárbaros del Norte, fragmentación del Imperio Romano, reinos godos y visigodos, feudalismo. Siglo VIII-XIV: a) Expansión del mundo árabe hacia Occidente; b) Reconquista sobre los árabes y c) Progresiva unidad de los reinos de España, culminada por los Reyes Católicos.

Aún desconocemos muchos aspectos acerca de la organización socio‑política de nuestros aborígenes, si bien es verdad que ciertos elementos culturales han sido objeto de estudio desde la segunda mitad del siglo XIX hasta hoy.

En primer lugar, se trata de una sociedad primitiva, esencialmente pastoril, en un estadio evolutivo cultural neolítico o premetalúrgico y, por tanto, rigiéndose por normas sociales propias de pueblos ganaderos trashumantes. Esto es: división territorial de las islas en función de las necesidades de pastos; unos sistemas tribales o familiares en cuya cúspide se hallaba un jefe, y una organización jerárquica, guardando distinto nivel de complejidad según islas. Por ejemplo, las relaciones de jerarquía y autoridad eran más complejas en Gran Canaria (Tamarán) que entre los guanches de Tenerife.

Escena que representa aspectos del mundo aborigen.

DIVISIÓN TRIBAL

Las islas no tenían una autoridad única. Cada una de ellas contaba con varios reinos o demarcaciones que obedecían a sus jefes respectivos. En Gran Canaria recibían el nombre de Guanartemes y, en Tenerife, Menceyes.

Sabemos que en caso de peligro común, todos los reyes de la isla se ponían bajo el mando del más prestigioso de ellos. En Gran Canaria solía ser el guanarteme de Gáldar y, en Tenerife, el mencey residente en Adeje, aunque en tiempos de la Conquista ostentaba la jefatura de la isla el mencey de Taoro.

El jefe de cada territorio disponía de una pequeña corte o consejo que, en su mayoría, estaba compuesta por los hombres más notables de la comarca, llamados guaires en Gran Canaria. Normalmente estos jefes de tribus tenían atributos reales que, en la mayoría de los casos, podían consistir en un bastón o en determinados amuletos, consistentes en huesos de sus antepasados.

La jefatura era hereditaria y, una vez muerto el príncipe, sus atributos pasaban a sus parientes más cercanos. No obstante, en algunos lugares se podía acceder a la máxima jerarquía por méritos personales, sin que fuera necesario estar emparentado con la familia del jefe comarcal (caso de Doramas, en Gran Canaria).

Cada régulo gozaba de amplios poderes: repartía los pastos, tierras y ganado, concedía autorizaciones diversas y tenía el derecho de declarar la guerra o firmar la paz. Por lo general, estas guerras entre vecinos estaban motivadas por el robo de ganado.

Los reyes isleños se casaban con gente de su misma estirpe. Si no encontraban el cónyuge adecuado, lo hacían con hermanas o parientes próximos.

LA JUSTICIA

En el Tagoror se celebraban juicios y reuniones de aborígenes destacados que asesoraban al jefe del territorio. Tagoror de El Julán, El Hierro. (PTEH)

La justicia se ejercía en nombre del príncipe. El Tagoror era el lugar donde se celebraban juicios y reuniones a las que asistían personas destacadas para asesorar al jefe del territorio. Solía consistir en una pequeña plazoleta, redonda y rodeada de asientos de piedra. Las penas y castigos impuestos variaban mucho de una isla a otra; los jueces en Gran Canaria se distinguían por su severidad y, en Tenerife, por su benevolencia.

A este respecto conviene recordar la anécdota de aquellos guanches que, habiendo capturado a varios soldados europeos, fueron condenados al oficio de carniceros, a pesar de que esos mismos soldados habían ahorcado anteriormente a varios guanches.

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