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  7. LA CONQUISTA DE LA PALMA Y TENERIFE    
 
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Conquista de Tenerife

Acabada la conquista de San Miguel de La Palma, Alonso de Lugo se vuelve a Castilla con el fin de conseguir pertrechos para acometer la invasión de la isla guanche. Ya de vuelta, ultima los preparativos en Gran Canaria, consciente de la dificultad que entrañaba la nueva y última conquista.

El desembarco de las huestes conquistadoras se realiza en las playas de Añazo (actual puerto de Santa Cruz). Formaban la expedición varios cientos de personas entre soldados y auxiliares canarios. Desde el primer momento trabaron relaciones amistosas con los reinos de paces: Güímar, Adeje, Abona y Anaga. Estos guanches colaboraron con los conquistadores en la lucha contra los reinos de guerra, destacando entre todos el mencey de Güímar. Después de rehacer una pequeña fortaleza que existía de anteriores incursiones, subieron hasta La Laguna de Aguere sin encontrar oposición. Asentaron el Real en el lugar que llamaron Gracia. Aquí tuvo lugar la entrevista entre los emisarios de Alonso de Lugo y el mencey‑jefe de la isla, Bencomo. El Adelantado exigió a éste la plena sumisión, a lo que el mencey contestó que si venía en son de amistad fuera bienvenido, en caso contrario que abandonara la isla, o habría lucha.

ALIANZAS Y RELIGIÓN

Para el caso guanche, los castellanos parece que contaban previamente con varios menceyatos aliados. Si las demás islas tenían un largo bagaje de arribos esclavistas, de otra índole comercial y evangelizadores de los europeos, la experiencia de Tenerife en estos contactos –sólo por ser la última- fue más larga.

En referencia a la religión, debe considerarse la previa llegada legendaria de la Virgen de Candelaria, vía marítima, que en la actualidad es la más destacada festividad del municipio candelariero. La intensa y añeja labor evangelizadora en la zona sur agilizó los pactos contraídos por Pedro de Vera con los menceyatos de Güímar, Abona y Adeje (bandos de paces), antes del inicio oficial de las operaciones militares. Estos procesos suponían el acuerdo de respetar después la libertad de sus respectivas comunidades, lo que era difícil de practicar por una instancia –los conquistadores- que aspiraba a la dominación total. En los prolegómenos de las acciones decisivas, Anaga fue el cuarto menceyato en acceder a este particular marco de relaciones.

Alonso de Lugo desoye el consejo del guanche y penetra en el interior de la isla hasta el Valle de La Orotava en busca de ganado y cebada pero, cuando regresaba, a la altura del barranco de Acentejo, sus tropas caen en una emboscada tendida por los guanches. En esta acción las tropas de Lugo sufren una fuerte derrota y la desbandada castellana es tal, que él mismo tuvo que huir a uña de caballo para salvar la vida. Las bajas castellanas fueron tan importantes que aquel lugar dio nombre al actual municipio de La Matanza de Acentejo.

Mural en la entrada de La Matanza de Acentejo. (JD)
Barranco de La Matanza de Acentejo. Aquí tuvo lugar la derrota de las tropas de Alonso Fernández de Lugo. (JD)

LA SEGUNDA CAMPAÑA. BATALLA DE LA LAGUNA o AGUERE

Ante el descalabro de La Matanza, Alonso de Lugo marcha a Gran Canaria; de aquí viaja a la Corte y busca refuerzos del Rey y del duque de Medina Sidonia.

A fines de 1495, Alonso de Lugo realiza su segunda gran entrada en Tenerife con nuevos bastimentos y soldados. El desembarco se hizo otra vez en las playas de Añazo y, como medida previsora, mejora la antigua fortaleza y manda levantar otra en Gracia.

Se internan en la isla. Al frente de las tropas, Alonso de Lugo y su lugarteniente Bartolomé Estupiñán. Los guanches, con Bencomo a la cabeza, esperan, en La Laguna, decididos a presentar batalla al ejército invasor, pero en esta ocasión habían escogido mal el terreno.

La batalla de La Laguna se libró probablemente en noviembre de 1495. Se tienen pocas noticias sobre su desarrollo, pero lo cierto es que los guanches sufrieron una aplastante derrota. Existen versiones que afirman la muerte en la refriega de Bencomo y Tinguaro, líderes del lado aborigen, pero no hay certeza sobre este hecho.

Los guanches supervivientes de la batalla nombraron mencey a Bentor, hijo de Bencomo y se dispersaron por el reino de Taoro y aledaños. Mientras, surgió una epidemia de peste que asoló a la población guanche, que los cronistas llamaron «modorra guanche».

LA VICTORIA DE ACENTEJO

Resuelto el problema de los abastecimientos, que se había presentado en el campamento de Santa Cruz, el ejército conquistador reemprende la campaña con vista a la victoria final. Alonso de Lugo avanza hacia el menceyato de Taoro hasta asentar el Real en el lugar que se llamó Realejos (real pequeño). Los menceyes guanches, con lo mejor de sus hombres, se aprestan para otra batalla, que no tardará en producirse en un lugar próximo a donde había ocurrido la matanza de Acentejo o la victoria guanche anterior pero, esta vez, la suerte les sería adversa. Iniciada la lucha, los de Lugo derrotaron a los guanches, muchos de los cuales fueron inmediatamente esclavizados. El lugar de la batalla se conoce con el nombre de La Victoria de Acentejo (hoy municipio).

ÚLTIMAS FASES DE LA CONQUISTA

Las últimas operaciones de la Conquista se limitaron a destruir los focos de resistencia que quedaban en las tierras bajas y medias de Taoro y reinos aledaños. Son incursiones de limpieza y depredación, a la captura de esclavos y ganado.

A los vencidos guanches ya sólo les quedaba esperar el designio del conquistador, que era bastante dramático: servir como mercancía en el tráfico esclavista.

Bentor y algunos de los suyos, llenos de angustia y temor, habían buscado refugio en los riscos de Tigaiga. Una mañana Bentor desde lo alto de un barranco se lanzó al vacío en suicidio ritual; había preferido la muerte a la esclavitud.

Más adelante se organizaron patrullas para reducir a pequeños grupos de guanches de los reinos de Icod, Daute y Adeje. A estos últimos, a través de un desembarco en la bahía de Los Cristianos, mientras continuaba la operación de castigo y captura.

Iglesia de Santiago Apóstol , Los Realejos. Este templo fue mandado a construir por Alonso de Lugo, en conmemoración de la victoria sobre los últimos menceyes. (AR)

La fecha de rendición de los menceyes de Taoro, Tegueste, Tacoronte, Icod y Daute, la celebró Alonso de Lugo con la erección en el Realejo Alto de la iglesia de Santiago Apóstol, allá por el 25 de julio de 1496.

Terminada definitivamente la Conquista, Alonso Fernández de Lugo funda la ciudad de La Laguna bajo la advocación de San Cristóbal, en la que residirán él y sus descendientes.

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