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6. CONDICIONAMIENTOS SOCIOPOLÍTICOS

La dependencia y, junto con ésta, la explotación, han sido las constantes sociales históricas que han condicionado la realidad de las islas. Pero para darnos cuenta de tal situación, es necesario partir de la Conquista y estudiar ligeramente sus efectos sociales.

CONSECUENCIAS SOCIALES DE LA CONQUISTA

La Conquista supone, sobre todo, el dominio de unos sobre otros, dominio de conquistadores sobre conquistados, dominio que implica poder y a la vez, explotación económica.

Conquistadores y conquistados

La explotación deducida de estas circunstancias es lo que entendemos por colonización. Esta tiene distintas manifestaciones. Por ejemplo, en las Islas de Señorío, el pago de quintos y otras imposiciones que caían sobre el pueblo. En las Islas de Realengo, concretamente en Tenerife, después de la Conquista se establecen los bandos de «paz y guerra», según hubieran sido aliados o hubieran peleado, respectivamente, contra los conquistadores. Los guanches pertenecientes al «bando de guerra» son reducidos a esclavitud. En realidad, Fernández de Lugo pretendía reducir a todos los guanches a esa situación de esclavitud. Los antiguos dueños de aquellas tierras se encuentran de pronto con las manos vacías y con la obligación de servir a los nuevos señores. Entre los conquistadores se reparten las tierras y el ganado con sus pastores.

Tan sólo estos hechos son suficientes para comprender ese estado de dominio, que va a dar lugar en Canarias a la división de la población en dos sectores muy marcados: explotadores y explotados, asociados a la realidad de conquistadores y conquistados. Esto va a ser decisivo en la personalidad canaria.

Casa Señorial. La realidad de conquistadores y conquistados fue decisiva en la personalidad canaria. P.H.

Colonización

Las islas son pobres pero hay que sacar el máximo rendimiento de ellas. Tan pronto acabada la Conquista de Gran Canaria se importan nuevos cultivos, especialmente la caña de azúcar, que va a ser la base económica del siglo XVI. El progreso aumenta y también el movimiento de gentes de distintos tipo y origen. «Canarias, a todo lo largo de esta centuria, es escenario de un enorme trasiego de gentes de toda condición: buscadores de fortuna con rumbo a América, comerciantes de muchas ciudades europeas, colonizadores típicos, religiosos, hampa, etc.».

La escasez de mano de obra, a pesar de los guanches esclavos, hizo que se importaran más esclavos de Africa. Por cierto que los obispos tienen que amonestar a los señores por el abuso denigrante de dejar encinta a sus esclavas, cuyo procedimiento les permitía disponer de numerosa y económica mano de obra. En el siglo XVII, concretamente, se observa un elevado número de esclavos. Algunos son negros.

«Gentes de toda condición» y «experiencia de esclavitud» son aspectos que hay que anotar para entender el alma canaria.

Males sociales

En este siglo XVII persiste la misma situación social, aunque con el agravante del cambio del cultivo de la caña de azúcar por el vino (con gran descalabro, especialmente, para Gran Canaria) y los muchos males de la época, que se repetirán en siglos posteriores. Algunos naturales, como las epidemias y plagas de langostas; otras venidas del extranjero, como la piratería; otras provenientes del poder central como las levas y las salidas obligatorias a América. Por las primeras se obligó en varias ocasiones a reclutar canarios para luchar en Flandes, por las segundas, para poblar América.

Todo esto crea una mayor presión sobre el pueblo y el pueblo vive atemorizado por tantos peligros y obligaciones.

Sumisión y emigración

La impresión que se tiene del gobierno de las islas al leer su historia, parece más bien, la historia de administración de una finca. Muchos y escandalosos han sido los abusos. El pueblo en algunas ocasiones ha estallado, pero la actitud normal que ha tenido que adoptar ha sido la de sumisión y resignación.

Señores, dueños de las islas, gobernadores déspotas, caciques locales, nobleza y pseudonobleza, ante todos ellos se ha tenido que doblegar. Resignación del pueblo.

Ante los males económicos, la emigración ha sido la solución en distintas épocas. (Los canarios actualmente emigrados superan la población de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro. Si se tiene en cuenta también a los hijos nacidos en la emigración el cálculo habría que duplicarlo o triplicarlo.)

Incultura

Por último, para mayor dificultad, la incultura y el analfabetismo ha campeado durante siglos en estas tierras. Incluso, se puede observar como muchos regidores y clérigos eran analfabetos y, todavía en la actualidad, Canarias es la región de mayor número de analfabetos de España.

La Restinga, El Hierro. Las poblaciones de Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro, han sufrido en mayor medida el régimen caciquil. A.L.

DIFERENCIAS ENTRE ISLAS

Seguimos insistiendo en lo difícil que es hablar en general para Canarias, pues si es diferente cada isla, más lo es, en muchos aspectos, cada comarca dentro de una misma isla.

Al hablar de condicionamientos sociales, la diferencia primera que hay que hacer es la de Isla de Señorío (Lanzarote, Fuerteventura, La Gomera y El Hierro) e Islas Realengas (Tenerife, Gran Canaria y La Palma). Aunque todas ellas sometidas históricamente a un régimen caciquil, son las primeras las más exprimidas por los intereses y caprichos de sus señores.

Independientemente de su pobreza, han tenido que soportar quintos, abusos e injusticias. Alguien ha dicho que han sido tantas las desgracias sobre el pueblo «majorero», que ha llegado a tener amnesia de su pasado. Si no lo mismo, tanto o más se podría decir del pueblo gomero, un pueblo históricamente machacado. Fueron varias las veces que intentó sublevarse frente a tantos abusos y recibió el castigo aplastador, como para no levantar jamás cabeza. El recuerdo sangriento de Pedro de Vera y de tantos otros sigue vivo en el pueblo gomero. Un pueblo que se ha humillado tanto, que ha llegado a avergonzarse de sí mismo. Canarios de otras islas han ridiculizado y despreciado en muchas ocasiones al gomero. Y el gomero no tiene otra cosa sino callos en las manos y desconfianza en la mirada que le vienen de esas cicatrices que lleva en las espaldas.

Las llamadas islas menores, por otra parte, han expresado en muchas ocasiones del pasado el quejido de sentirse marginadas, en el plano administrativo, por las dos islas centrales.

DIFERENCIA ENTRE ZONAS

Dentro de una misma isla se dan situaciones económicas y sociales distintas, de un pueblo a otro. Siempre nos estamos topando con el hecho de la diversidad comarcal que ofrecen las islas.

Podemos hacer las siguientes distinciones históricas, a título de ejemplo:
Las zonas ricas han estado en la zona costera norte. Las zonas pobres, en el sur, donde el terreno es árido, o en las zonas de medianías, donde el terreno es montañoso e innaccesible.

Localidades pobres y de zonas altas

En las localidades pobres no se ha dado tanto el contraste entre la clase dominante y dominada, ya que la mayoría ha sido de un nivel semejante, pero sí, en las más ricas.

 Lo que más se ha dado es la margi-nación que los núcleos urbanos y zonas ricas han mostrado respecto a las zonas periféricas o rurales. Cuando el municipio llega desde el mar hasta la cumbre, como ocurre en la mayoría de los pueblos canarios, especialmente en el Norte de Tenerife, ha existido un fuerte contraste entre la gente del núcleo urbano (costa) y la gente del campo (montaña). Esto último ha dado lugar a grandes diferencias sociales y culturales que todavía persisten. En zonas ricas, como La Orotava, llamaba la atención, hasta época reciente, el encontrarse, en la zona alta, con jóvenes que no han tenido posibilidad de escuela, caseríos sin instalación eléctrica, etc.

El que los municipios sean extensos generalmente en Canarias ha favorecido el desarrollo y progreso del núcleo urbano, pero se han marginado y desatendido a los barrios. Esos mismos barrios constituidos en pueblos, aunque pequeños, hubieran tenido todo los servicios básicos. La actitud centralista se ha dado hasta en niveles locales. Hoy día, en cambio, no se puede decir lo mismo.

Actitud despectiva

Vista parcial de La Orotava. Las diferencias sociales ha sido muy remarcadas en los pueblos más ricos de Canarias. C.T.

Más significativo que la ausencia de infraestructura de estos barrios y la carencia de autogestión, es la postura que tradicionalmente ha adoptado la gente de los núcleos urbanos (aunque sean pueblos muy pequeños) con la gente de los barrios y del campo en general. Las historias locales de muchos pueblos están llenas de anécdotas crueles de burla y explotación por parte de la gente de los núcleos urbanos.  Hay que advertir, sin embargo, que muchas veces, no han sido los caciques los que han ridiculizado y despreciado a los hombres del campo, ha sido la gente más pobre de los núcleos urbanos. Pero esto no es sino una actitud de contagio y de      defensa.

Silencio, sinceridad y querer agradar

Se puede decir, frente a lo que opinábamos hace tiempo, que el canario no es servil. Más bien tiende a callarse o adoptar     una postura de desconexión. Sin embargo hay anécdotas que ilustran su disposición al sometimiento y a agradar, como el de aquellos medianeros que cuando hablaban con el amo por teléfono, lo llegaban a hacer con el sombrero en la mano, o como el de tantos campesinos que, sin ser medianeros, bajaban con los cestos de flores y de frutas para ofrecérselos a los señores..., simplemente para agradarles. «La postura de agradar, de caer bien», está muy marcada en los canarios.

En la personalidad canaria queda mucho de silencio, deseo de agradar, naturalidad, resignación... S.C.  

Sin embargo hay que dejar muy claro que el canario no es servil. Su actitud es orgullosa,  aunque de dependencia y de querer agradar, mostrando tintes de afecto o de resignación, pero no, una actitud de hipocresía y formalismo. De tal forma que las personas, tendentes a halagar o a simular lo que no sienten, son extrañas y mal vistas.

A pesar de ese silencio o de ese querer agradar, que hace que el canario no sea asertivo, sin embargo es muy sincero, en el sentido de su naturalidad. Esto hace que, muchas veces, le falten habilidades sociales.

Miedo y resignación

Ejemplo de miedo a ser ridiculizado, era observar a la gente de los barrios de cierta localidad que para evitar la posible burla de las damas apostilladas en las ventanas, al tener que pasar por la calle principal, lo hacían de madrugada o al oscurecer. Miedo, sobre todo, cuando un padre se enteraba por otros vecinos que su hija estaba en estado. Rápidamente iba el padre donde ella a preguntarle si era cierto. La hija lo afirmaba. El padre se extrañaba de cómo era posible si no tenía novio. Insistía preguntándole quién había sido, quién... La hija entrecortada decía el nombre del cacique y el padre entonces se desinflaba... se callaba... «Y, ¿quién le dice que no?», musitaba el hombre abatido. Resignación.

Defensas

Ante la experiencia de sentirse históricamente engañado, el mago se ha tenido que inventar distintos mecanismos de defensa ante su inferioridad, como el creerse que fácilmente puede engañar a la gente del «casco urbano», aunque en la realidad terminan engañándole a él. Se cuenta que dos campesinos se encontraron y rápidamente se pusieron a hablar sobre la cosecha de «papas». Uno le comentaba al otro como logró venderlas en el pueblo a un señor a 30 pesetas el kilo en lugar de a 27. El otro le preguntó si ya las había cobrado, pero aquel todo gozoso contestó:

—cobrar, cobrar... no las he cobrado, pero «caritas», «caritas» si que se las «aflojé».

Hay que hacer observar que hemos encontrado algunas zonas de «los altos» en donde tradicionalmente no se ha marcado tanto ese choque social. También hay que comprender que el espíritu del pueblo canario, en general, se va cimentando a través de los siglos tanto la actitud señorial y caciquil de los explotadores como la actitud servil y resignada de los explotados.

DIFERENCIAS ENTRE CLASES

De la situación conquistadores-conquistados, como hemos dicho, surge la diferencia de clases entre nobleza y pueblo, en líneas generales. Esta nobleza ha estado asociada, sobre todo, a la posesión del agua y de las tierras. En algunos casos, la actividad comercial, que comenzó a desarrollarse en Canarias después de la Conquista, fue llevada a cabo también por gente de esta misma clase social. En otros casos el comercio estaba en manos de genoveses, catalanes y gente de distintos países que se afincaban en Canarias. Esto empezó a dar lugar a la burguesía comercial. Hasta hace unos años en algunos pueblos ricos se podía diferenciar claramente esos tres estamentos: aristocracia, burguesía comercial y pueblo. Paulatinamente la situación se ha ido reduciendo a burguesía y pueblo. En estas circunstancias el clero ha estado unido especialmente a la clase alta. El pueblo, a pesar de su peculiar devoción, ha estado bastante alejado de los actos parroquiales, existiendo casi una identificación, en muchos sitios, entre gente rica y gente de iglesia (podemos recordar el caso de un sacerdote que no empezaba la misa hasta que no llegaran algunas damas distinguidas).

Por supuesto que cada localidad en este aspecto presenta matices especiales, pero esta tónica ha sido bastante general. De las relaciones «clase alta con el pueblo» hasta mitad del siglo XX, entresacamos algunas reacciones y consecuencias a tener en cuenta:

1.ª—La clase alta solía presentar un conjunto de signos externos dife-renciadores de la clase baja, como eran mejor vestimenta (el sombrero de fieltro de nuestros campesinos es una pervivencia de la imitación del hombre del campo al caballero de la época); modales refinados; prurito de no necesitar trabajar, en muchos casos,  ejerciendo  el  simple papel de señoritos; celebración de fiestas sociales, prácticas religiosas, afición por la pintura y la música, etc.

2.ª—Por parte de la clase baja se daba una actitud de infravaloración y los que mejor podían encaramarse trataban de imitar el estilo y forma de vida de la clase alta. Pero al mismo tiempo que había un afán de imitación, ha existido un claro odio solapado.

3.ª—Algunas de las características de la clase alta han dejado un lastre, positivo a veces y negativo en otras, en el pueblo. El afán imitador ha dado lugar a terribles disparates. Un ejemplo es la sustitución del aire rústico y espontáneo de algunas fiestas populares por insulsas y superficiales fiestas de arte o juegos florales.

4.ª—La clase alta ha desarrollado un dirigismo tal, que el pueblo ha estado siempre marginado en las decisiones y gestiones del quehacer municipal. El desinterés y la apatía ha sido total. Esa apatía política que Unamuno achacaba a los canarios es producto de esa absoluta anulación.

 

El hombre canario ha heredado aspectos caciquiles y de "recortamiento" debido al sistema social en que ha vivido. P.H.

5.ª—En los últimos tiempos, en que el pueblo ha comenzado a contar con cierto dinero se ha visto, por fin, con la posibilidad de obtener todas esas prerrogativas de la clase alta y para ello se ha afanado en comprar y comprar todo lo que el mercado consumista le ofrece, convirtiéndose esto en su máximo objetivo.

Las carencias de recursos en el pasado, la desnivelación social vivida y la deficiencia cultural, le han abocado, estimulado por la mecánica capitalista, a esa situación con frenesí.

En estos momentos se está viviendo un proceso donde fácilmente se desdibujan las diferencias de clases.  En cambio, se acentúan las diferencias entre la gran mayoría, con un logrado bienestar económico, y los pobres y marginados. Esto parece ser un fenómeno sociológico mundial.

CONSECUENCIAS PSlCOCULTURALES

En síntesis, la situación de Conquista crea la situación colonial, y ésta, a su vez, determina un estilo en la clase dominante y en el pueblo, cuyas características resumimos aquí:

Vanidad y complacencia en sentirse superior, adoptando posturas de burla y desprecio hacia el pueblo.

El  pueblo,  por el contrario, ha creado mecanismos de censura, ridiculizando y criticando a aquellos que tratan de adoptar posturas de fanfarronería. En pequeña proporción podemos encontrar gente «echada pa’lante», pero el tipo «chulo», el engreído, apenas existe en Canarias. Más bien ha existido el tipo ingenuo, acomplejado y sencillo, que la mayoría de las veces no ha podido competir con otras gentes venidas de fuera  y que con cierta autosuficiencia, con palabrería y con mucha viveza, logran acaparar puestos y beneficios.

Egocentrismo cultural, no haciendo, históricamente, al pueblo partícipe de sus intereses intelectuales, artísticos, etc. (la élite intelectual de origen burgués, por ejemplo, raramente ha descendido al pueblo ni aún en cuestiones político‑populares). Incluso ha habido un cierto distanciamiento o desdén hacia la cultura popular.

Caciquismo, con el que se ha sometido al pueblo, engañándole y explotándole. Mientras tanto en el pueblo, se han ido forjando, poco a poco, distintas actitudes como son el silencio, la suspicacia y la resignación.

Dirigismo, que ha absorbido históricamente todas las posibilidades de iniciativa que podía tener el pueblo y que ha dado lugar en éste a una tradicional apatía e indiferencia hacia la cosa pública.

Se puede pensar que todas estas características no son privativas de Canarias. Cierto. La diferencia está en que en Canarias se han dado de forma mucho más acentuada debido a sus características geográficas e históricas.

  6/8