Contexto de la época
Antes de abordar la historia de La Laguna es preciso contextualizar la época en la que se encontraba Canarias durante el siglo XV. A lo largo de varias décadas tanto señores particulares como la Corona Española emprendieron la conquista del archipiélago.
Así pues, una vez finalizadas los enfrentamientos bélicos, los cuales duraron más o menos tiempo dependiendo de las islas, se estableció la paz, de manera que los colonizadores llevaron a cabo la tarea de poner en marcha una nueva sociedad, según los valores y las bases económicas de los conquistadores, que imponían sus concepciones a los nuevos pobladores. Así pues, en general, los conquistadores o sus descendientes procedían de la hidalguía, capa social noble pero de escasos recursos. En ese sentido, cabe destacar que los nuevos señores llegaban al Archipiélago ansiosos por conseguir la fortuna y el prestigio que en sus lugares de origen no tenían, de manera que hacían lo necesario para alcanzar dicho éxito. Es por ello que el proceso colonizador respondía a una mentalidad señorial, nada respetuosa con los pueblos paganos y destructiva con los modos de vida de las sociedades aborígenes. Conquistar un territorio venciendo a los indígenas significa oportunidades socioeconómicas. Esto ocurrió en Canarias y posteriormente en América. En todo caso, los conquistadores, los colonos y guanches supervivientes crearon las bases de esta nueva sociedad insular.
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Isabel la Católica, junto con su marido Fernando el Católico, fueron los impulsores de la conquista de Tenerife. |
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Ello también trajo consigo una situación sumamente desfavorable para la población aborigen, tal y como afirma Antonio Rumeu de Armas sobre La política indigenista de Isabel la Católica, de cuyo texto se pueden extraer las siguientes ideas: «los abusos y tropelías que se cometieron contra los indígenas de las Islas Canarias fueron infinitos en número y crueldad, a espaldas de la acción tutelar de la Corona y violando las rígidas normas de conducta decretadas por los Reyes Católicos para estimular la convivencia y alentar la conversión.”
En este aspecto concreto, Alonso Fernández de Lugo, conquistador de La Palma y Tenerife, y futuro Adelantado de la Ciudad de La laguna dejarán sus nombres marcados para siempre con letras rojas en el libro de la historia. De hecho, una vez finalizada la conquista de Tenerife, Alonso de Lugo se muestra como una persona desleal, ingrata y amigo del engaño. Así, una vez establecido el dominio en Tenerife lleva a cabo reiterados atentados contra la libertad de los guanches «de paces», conservándose denuncias que hablan de más de mil cautivos pertenecientes a estos reinos, incluyendo reyes guanches.
La Laguna en la historia
La Laguna aparece en la historia desde fecha temprana, ya que fue en la actual ubicación de la ciudad donde tuvo lugar la conocida como Batalla de Aguere. El grueso de la tropa castellana se enfrentó contra los aborígenes de los bandos guerreros del norte de la Isla. Por tal motivo se erigen la Cruz de Piedra y la ermita de San Cristóbal en el lugar donde más cruenta fue la batalla que acabó con la vida del Mencey Bencomo o de su hermano Tinguaro (la historia no ha podido corroborarlo, aunque siempre han mantenido los historiadores que fue el segundo) y por sucederse ésta en el día de San Cristóbal, de cuyo santo tomó nombre la ciudad.
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El 26 de Junio de 1497 se funda la población de San Cristóbal de La Laguna. Imagen antigua de la zona de La Concepción. (FEDAC-Cabildo de Gran Canaria) |
En julio de 1496, las tropas del Adelantado Alonso Fernández de Lugo vencieron a la última resistencia guanche en El Realejo, al norte de la Isla. Es a partir de ese momento cuando se da por finalizada la conquista de Tenerife, la cual fue incorporada a la Corona de Castilla. Si bien es cierto, que posteriormente a la batalla, y debido a la presencsia de guanches alzados, tuvo lugar una "segunda reconquista" en 1499.
En cualquier caso, una vez derrotados los guanches (otros se mezclaron con la nueva población), los castellanos vieron la obvia necesidad de designar una capital que fuera la ciudad principal de toda la Isla, por lo que en 1497 se funda en la zona conocida como Aguere la población de San Cristóbal de La Laguna. Desde el 26 de junio de ese año consta ya documentalmente el nombre de Villa de San Cristóbal.
Su localización lejos de la costa, su condición de zona de paso de una vertiente a otra de la Isla y, especialmente, su clima y suelo fértil que facilitaba las prácticas agrícolas y ganaderas, fueron los principales factores que llevaron a su designación como capital. Los barrancos y la abundancia de agua en sus inmediaciones también se erigieron en motivo para ello.
El desarrollo de la ciudad
De esta manera, la historia de la ciudad de La Laguna merece una mención especial, ya que es a partir de ella por donde se expande todo el municipio. Así pues, el primer asentamiento, integrado por casas pajizas, se realizó en torno a la actual Iglesia de Nuestra Señora de La Concepción, configurándose la denominada ‘Villa de Arriba’. Años más tarde, hacia 1500, se prohíbe construir en esta zona, y el Cabildo acuerda trazar un plano de ensanche en dirección sur, hacia lo que sería la ‘Villa de Abajo’, estableciendo una cuadrícula (plano en damero), de calles ordenadas según la planimetría que imperaba en la Europa renacentista en ese momento. De este modo, el casco histórico de la ciudad quedó configurado definitivamente a finales del siglo XVI, tal y como se observa en el primer plano que se conserva de la ciudad, realizado en 1588 por el ingeniero italiano Leonardo Torriani.
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En la conocida como ‘Villa de Arriba’ comienza el primer asentamiento de lo que más tarde sería la ciudad de San Cristóbal de La Laguna. (FEDAC-Cabildo de Gran Canaria). |
Hasta hace pocos años, todos los investigadores coincidían en señalar que no había ninguna ciudad en Canarias que poseyera un proyecto urbanístico previo. Sin embargo, la profesora María Isabel Navarro Segura, tras años de investigación, demostró que el Adelantado Fernández de Lugo, fundador de La Laguna, siguió un plan milimétrico para esta ciudad. En efecto, la ciudad ideal de Platón y el nuevo humanismo del Renacimiento, tuvieron su primera gran exposición en la vega lagunera. La ciudad se ordenó desde un centro del que partían 8 radios o salidas en un perímetro circular hasta ahora invisible, en una disposición de 30º cada una de ellas. Capillas exteriores (los dioses protectores de Platón), situadas también en otra circunferencia mayor, velaban por la ciudad.
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Una de las misteriosas calles de La Laguna, durante la noche. (FC) |
Por medio de este plan el Adelantado quería marcar sus directrices, establecer el orden político y asegurar una buena convivencia. A pesar de que tiene grandes similitudes, La Laguna no sigue estrictamente un trazado a cordel o damero, como se pensaba hasta ahora. Sus calles son elementos autónomos por sí mismos que se organizan en diferentes direcciones de la trama urbana. Y fue la existencia de este trazado la que le valió el título de ciudad Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1998.
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La Laguna, ciudad colonial. Siglo XVI
Una vez se funda la ciudad de La Laguna en 1496, se establece como villa capitalina de Tenerife. En un principio, el proceso de poblamiento fue lento, ya que el descubrimiento de América contrarrestó la llegada de nuevos colonos a la isla; por ello los gobernadores o cabildos ofrecían incentivos a los posibles colonos, como el reparto de tierras a los que venían acompañados de sus mujeres. De igual manera, aquéllos que ya estaban asentados en las islas buscaban esposas entre la población isleña. Así pues, los grupos predominantes de los primeros pobladores estaban formados por castellanos, andaluces, gallegos y, particularmente, por portugueses, que, según opiniones autorizadas, fueron tan numerosos como los anteriores en las islas de La Palma y Tenerife.
Otro grupo estaba formado por los aborígenes isleños ocupados en el pastoreo del ganado. En Tenerife y en especialmente en La Laguna, muchos de estos indígenas vivían en el monte apartados de los poblados, razón por la que eran perseguidos y castigados. Se les consideraba «alzados». También en La Laguna se asentaron importantes contingentes de canarios y gomeros, llegados en la campaña conquistadora del Adelantado.
Por otro lado, de acuerdo con Manuel Lobo Cabrera, la estructura social en estos primeros años de la historia de la ciudad, estaba dividida en tres clases bien diferenciadas. La clase dominante o privilegiada (a la que pertenecían los conquistadores) y que con el tiempo, dará lugar a una clase terrateniente que se autodenominará nobleza isleña. Luego se encontraba la clase dominada, con iguales derechos y obligaciones, pero con menor poder económico. Y por último la clase marginada compuesta por aquellas personas no católicas (principalmente judíos, moriscos y aborígenes).
De igual manera, el clero formaba parte de la clase dominante en toda la isla, pero especialmente en La Laguna, ciudad y municipio con una gran tradición religiosa. La iglesia se encargaba de mantener la estructura social, teniendo un papel importante en la vida económica y política de las Islas, representado por el obispado de la diócesis de Canarias.
Por último, es preciso mencionar el papel que tenían los Capitanes Generales, los cuales eran un importante rango militar que estaba al cargo de la defensa de las islas, teniendo un ejército a su cargo. Los capitanes generales surgen como Institución a finales del siglo XVI, en 1589, por establecimiento de Felipe II. En ese año se asienta en La Laguna, Luis de las Cuevas y Benavidades, primer capitán general de Canarias.
No obstante, anteriormente, en los primeros años de crecimiento de la ciudad, la reina Doña Juana La Loca concede por Real Cédula de 23 de marzo del año 1510 el escudo de armas de la ciudad, representándose al Arcángel San Miguel dominando una peña que simula el Teide. Más adelante, el 20 de enero de 1531, Carlos I, por real cédula, le otorga a San Cristóbal de La Laguna el título de ciudad.
La ciudad de Aguere poco a poco se convierte en el centro del poder político y religioso de toda la Isla. Se establece aquí el primer Cabildo de Tenerife, reunido en un principio en la Iglesia de Nuestra Señora de La Concepción, con posterioridad en la Ermita de San Miguel y desde 1547 en las Casas Consistoriales. A ello hay que añadir construcción de numerosos edificios religiosos (ermitas, cruces, calvarios, capillas, iglesias y conventos).
¿Qué eran los Cabildos?
Los Cabildos tienen antecedentes medievales como casi todas las instituciones. Ideas y comportamientos medievales son trasvasados a Canarias en estos primeros años de colonización, a pesar de que el espíritu renacentista había ya penetrado en la España de los Reyes Católicos. El origen se remonta a la época de la Reconquista cuando, ante la necesidad de fundar nuevas poblaciones en tierras recuperadas a los musulmanes, los colonos se reunían en asambleas abiertas con el fin de tomar las imprescindibles medidas que aseguraran la supervivencia del grupo. Con el tiempo estas asambleas se fueron restringiendo a los individuos más representativos del pueblo, por su condición social de noble o fuerza económica, perdiendo el carácter popular que tuvieron en principio.
Los cabildos en las Islas se crearon con la misma finalidad que en la España de la Reconquista, esto es, asegurar el mantenimiento de los conquistadores y colonos en cada isla y acordar e imponer una serie de leyes o normas, contenidas en los «fueros» y ordenanzas.
Cada isla tenía que ser gobernada y administrada por su cabildo respectivo, por tanto su jurisdicción abarcaba toda la superficie insular. Este carácter insular, unido a la lejanía de la Corte real, obligaba a actuar con una gran autonomía, que se veía frecuentemente entorpecida por los abusos de las Autoridades Capitulares.
A veces las quejas llegaban a oídos de la Corona y enviaban un pesquisidor o un juez de residencia para investigar las conductas de los gobernadores o corregidores del cabildo, de manera que podrían evaluar las funciones que estaban desempeñando.
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La casa del Corregidor, en la calle Carrera, una de las vías históricas de la ciudad. (DL) |
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La Laguna en el siglo XVII
El siglo XVII comienza en La Laguna como finalizaba la anterior centuria: siendo la capital de la isla y agrupando a la mayor parte de la población de la misma. Los principales cargos políticos y públicos se encontraban en ella (Adelantado, Capitanía general), así como los principales hombres de negocios o burgueses.
Asimismo, a principios de este siglo, llegan a las islas, y por tanto al municipio, familias de judíos, al concedérseles en Portugal la libertad de emigrar, mientras continúan importándose esclavos negros para los trabajos agrícolas. En la isla se dan lugar emigraciones forzosas a América pero que no afectan demasiado a Tenerife y a La Laguna C, que siempre presentó un ritmo regular de crecimiento. Al fin y al cabo, la emigración regula la población interna (en relación con los recursos existentes), sin implicar de por sí una disminución poblacional. A nivel general, la población total absoluta en 1688 se aproxima a los 105.375 habitantes y la isla más poblada era Tenerife, con la Laguna.
Cabe destacar también como se organizaba la sociedad lagunera durante el siglo, la cual mostraba varias capas jerárquicas bien diferenciadas: una nobleza o aristocracia terrateniente, detentadora a su vez de los cargos civiles (regidores) y militares; equiparado al estamento anterior estaría el clero rico, de gran importancia en la ciudad. Luego vendrían, por orden de importancia social, la incipiente burguesía, algunos de cuyos miembros, al calor del comercio de vinos, tratan de «dorar sus riquezas» con la adquisición de títulos nobiliarios, para equipararse a la nobleza isleña, y los pequeños artesanos y campesinos. El último peldaño de la escala social, después de los peones, estaba ocupado por los esclavos.
Por otra parte, es preciso destacar el papel cultural de la ciudad, en la medida que se encontraban las personas más formadas de la isla. Buena culpa de ello la tenía también la presencia de un Centro de Enseñanza, uno de los tres que tenía el archipiélago a lo largo del siglo, además del presente en las islas de Gran Canaria y La Palma.
No obstante, los años de esplendor que vive la ciudad se ven en buena medida afectados por la erupción del Volcán de Garachico en 1706, que arrasó el puerto de esta villa norteña. Este hecho trunca las florecientes economías de los pueblos de la zona norte (el propio Garachico, La Orotava o Icod de Los Vinos), y provoca que el puerto Santa Cruz, hasta entonces un barrio pesquero del municipio, asuma las funciones comerciales, por lo que poco a poco, en este antiguo núcleo pesquero, se irá consolidando una importante trama urbana. El apogeo del puerto chicharrero va a llevar aparejado el éxodo de los centros económicos, administrativos y sociales desde La Laguna hacia Santa Cruz. Esto también vendría motivado cuando en el año 1723 tiene lugar traslado de la Capitanía general desde el centro de la ciudad hacia Santa Cruz, en donde se establecería el nuevo capitán Lorenzo de Villavicencio y Villavicencio.
A medida que avanza el siglo y con ello la situación de crisis económica y política, la ciudad comenzaría a experimentar un empobrecimiento de su importancia, que daría lugar a estancamiento o incluso un declive demográfico provocado, entre otras razones como epidemias de hambre, por el éxodo de personas hacia América u otros lugares de la isla. En ese sentido, La Laguna pasa de registrar 8.768 individuos en 1768 a 7.475 personas en 1787 (Fuente: ISTAC).
La Laguna, ciudad cultural
A pesar de la notoriedad de Santa Cruz en detrimento de La Laguna, la ciudad de Aguere va a conservar su estatus de ser centro de los movimientos intelectuales de Canarias. La Laguna es conocida como la ciudad de las tertulias de poetas, escritores y artistas que, bajo el macenazgo de las más notables familias (Nava y Grimón, Saviñón, Román, etc.), discuten sobre las corrientes artísticas y políticas europeas que van arribando al Archipiélago.
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En el Palacio de Nava, propiedad del Marqués de Villanueva del Prado, tenían lugar las tertulias de los intelectuales de la época. |
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Quizás, la más famosa fue la conocida como Tertulia de Nava, la cual reunió a lo más florido de la Ilustración, teniendo como figura central a la persona del Marqués de Villanueva del Prado, Tomás de Nava y Grimón. Esta tertulia rezumaba un espíritu liberal y reformista y sus componentes eran conocidos por los «Caballeritos» de La Laguna. A ellos se debe la creación de las Reales Sociedades Económicas del País (1776), los primeros periódicos insulares, la creación de la Universidad Agustina, el fomento de cultivos nuevos, la creación de escuelas, etc. Se discutía y se promovía la ciencia, el progreso y la libertad de pensamiento; en su casa-palacio se reunía lo más inquieto de la nobleza isleña (Cristóbal del Hoyo, Juan Antonio Franchy, Pacheco Solís, Viera y Clavijo, Lope Antonio de la Guerra, etc.).
Gracias al empeño de intelectuales y a las órdenes religiosas establecidas en la ciudad desde su fundación, en 1744 La Laguna se convierte en ciudad universitaria. La creación de la Universidad Agustina permitió a los estudiantes del convento de San Agustín realizar sus estudios en Arte, Filosofía y Teología, independientemente de si pertenecían o no a la orden de los agustinos. Pero la andadura de estos primeros estudios universitarios se vieron truncados en 1747.
No es hasta 1816, cuando se pone de nuevo en marcha la universidad lagunera bajo la denominación de Universidad de San Fernando, por el ser el rey Fernando VII quien impulsó el establecimiento de ésta. La nueva etapa universitaria dura hasta 1830, cuando la universidad es cerrada por ser considerada foco de liberalismo. En 1844, el viejo convento agustino de la calle San Agustín, sede de los primeros estudios universitarios, es convertido en el Instituto Provincial de Canarias. Sus aulas acogieron a personajes canarios tan ilustres como Óscar Domínguez, Benito Pérez Galdós, Blas Cabrera y Felipe, o Juan Negrín.
En 1927, tras numerosas peticiones por parte de los responsables del Instituto de Canarias, se crea por Real Decreto la actual Universidad de La Laguna, con la instalación de las facultades de Derecho y Ciencias Químicas, además del curso preparatorio de Filosofía y Letras.
Al esplendor que ha supuesto para la ciudad la creación y consolidación, durante ya más de doscientos años, de los estudios universitarios, hay que sumarle la instalación, en 1818, del Obispado de Tenerife, gracias a la tradición religiosa de la ciudad desde su fundación. La creación del obispado trago como consecuencia que la Parroquia de Los Remedios (segunda iglesia de la ciudad) fuera elevada a la al rango de Iglesia Catedral.
Por todo ello, la ciudad de Aguere es reconocida como la capital cultural del Archipiélago, reforzada por el hecho de que su conjunto histórico haya sido declarado en 1999 como Bien Cultural Patrimonio de la Humanidad por parte de la UNESCO.

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