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  1. MUNDO Y VIDA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS    
 
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2. ¿CÓMO ERAN LOS GUANCHES?



SOBRE LA PALABRA «GUANCHE»

Lo primero que hay que aclarar es que la palabra «guanche» la aplicamos a todos los antiguos habitantes de las Islas Canarias. Bien se sabe que su empleo correcto sólo se refiere a los antiguos habitantes de Tenerife. Etimológicamente, parece que quiere decir «guan»=persona o descendientes de «Achinech». El término  «guan-achinech» quedó simplificado como «guanche», que ya es uso generalizado el aplicarlo a los antiguos canarios de todas las islas, además de resultar de más comodidad de entendimiento. El uso del término «guanche» para referirse a la totalidad de los antiguos canarios data de finales del XVIII y del siglo XIX, dado que muchos investigadores centraron sus estudios sobre los antiguos habitantes precisamente en los naturales de Tenerife. Sin embargo, creemos que el concepto «guanche» figura en la toponimia de todas las islas y que su concepto globalizador fue desarrollándose progresivamente.

En la mentalidad popular es imaginado el guanche haciendo sonar el bucio como señal de llamada.

Por otro lado “Guanche”, se denomina también al idioma de origen líbico-bereber que hablaban los antiguos pobladores de Canarias. Este lenguaje desapareció tras la conquista, conservándose en la actualidad una serie de palabras en el lenguaje popular o recogidas por cronistas e historiadores. Algunos de estos términos se han mantenido colándose en el actual habla canaria, son:

—«Baifo»»: para referirse a la cría de la cabra.
—«Beleté/n»: primera leche (Gran Canaria)
—«Gofio»: hace referencia al grano tostado y molido.
—«Gánigo»: vasija de barro
—«Guirre»: buitre o alimoche autóctono. Figuradamente, flaco
—«Goro»: círculo de piedra; corral para el ganado.
—«Perenquén/perinqué»: tipo de salamandra de las islas.
—«Tabaiba»: planta
—«Tajaraste»: baile tradicional de las islas
—«Tajinaste»: planta autóctona
—«Verode»: planta autóctona.

Sin embargo, son muy numerosos los topónimos guanches en todas las Islas. Los colonizadores que  lograron eliminar casi todas las palabras del lenguaje común, no se preocuparon por los nombres de los lugares porque, realmente, sus significados suelen ser ocultos e inofensivos para la nueva civilización que se implantaba.

UNA MUESTRA TOPONIMÍMICA GUANCHE EN LAS SIETE ISLAS

FUERTEVENTURA LANZAROTE TENERIFE
Ajuy Femés Abona
Cofete Guacimeta Adeje
Jable Tahiche Anaga
Jandía Teguise Arafo
Tefía Timanfaya Arico
Tetir Tinajo Arona
Tindaya Uga Chimisay
Tiscamanita Yaiza Daute
Tuineje Zonzamas Fasnia
    Garachico
GRAN CANARIA LA GOMERA Geneto
Agaete Alojera Guajara
Aguayro Arure Guamasa
Agüimes Chipude Icod
Arguineguin Garajonay Tacoronte
Artenara Hermigua Taganana
Arucas Tamargada Tegueste
Fataga   Tejina
Galdar LA PALMA  
Gando Argual EL HIERRO
Guayadeque Aridane Erese
Mogan Garafia Garoé
Tamaraceite Idafe Guarasoca
Tejeda Mirca Isora
Telde Taburiente Salmor
Teror Tazacorte Tamaduste
Tirajana Tijarafe Tiñor

EL BUEN SALVAJE

Cuando se descubre «al otro», el resultado puede ser idealizado o puede ser devaluado. Mucho depende de las expectativas, de las ideologías y de los afectos. Cuando el otro es alguien que pertenece a una cultura sencilla, lejana, con problemas y, además, nos concierne porque está en nuestro círculo espacial o cultural, como es el caso de los guanches, entonces es más fácil que se avive el mito del buen salvaje. Es un mito que nació en la literatura y el pensamiento europeo de la Edad Moderna en la relación entre los pueblos «civilizados» y los «primitivos», con el contacto con las poblaciones indígenas de América.

Hay personas y pueblos con valores y menos valores. Pero también es cierto que, en unas ocasiones, se idealizan  y, en otras, se devalúan. Es fácil caer en el «Mito del Buen Salvaje», al hablar de los guanches, pero también es fácil no resaltar los valores que remarcaron diferentes cronistas y viajeros. (Ilustración de José Carlos García Gracia).

Ese tópico hoy sigue estando en el imaginario, como contrapunto, de muchas personas que viven en un mundo competitivo, tecnologizado e individualista.

Sin embargo, también se da el contra-mito. De hecho, algunos exploradores e intelectuales veían a los indios como seres salvajes e inferiores, hasta el punto de mantener discusiones teológicas si tenían alma. Ambas reacciones también se observan entre cronistas y colonizadores respecto a los guanches. A ello hay que añadir los intereses de los conquistadores y conquistados, unas veces, y los intereses de los evangelizadores y evangelizado, otras veces.

EL ENCUENTRO CON LOS GUANCHES

Cuando llegaron los primeros conquistadores ¿qué pensaron sobre los guanches? ¿Cómo era su aspecto físico? ¿Cómo eran sus costumbres? ¿Cuáles eran sus principales virtudes? ¿Eran de piel morena? ¿Eran un pueblo guerrero? ¿Vivían en una civilización avanzada? ¿Eran cultos? ¿Y religiosos? ¿Conocían los metales? ¿De qué se alimentaban?

En los relatos de los antiguos aparecen como hombres altos, robustos, fuertes, de bellas facciones; de tal manera que los cronistas de la expedición de Bethencourt hacen una valoración tan alta que puede resultar sesgada si hubiera sido dicha por alguien próximo:

«ld por todo el mundo y casi no hallaréis en ninguna parte personas más hermosas ni gente más gallarda que la de estas islas, tanto hombres como mujeres, además de ser de buen entendimiento si hubiese quien los cultivase».

Cuando llegaron los conquistadores, se encontraron con un pueblo noble, valiente y defensor de su libertad.

Aislados de la influencia cultural de otros pueblos y carentes de metales, desbastaban la piedra obteniendo ruedas de molino, esferoides arrojadizos, cuchillos de obsidiana, etc. Modelaban el barro en la construcción de vasijas y cuencos.Elaboraban punzones, espátulas y agujas de hueso, armas y bastones de madera.

Su sistema de vida era fundamentalmente pastoril, aunque también hacían faenas agrícolas con el cultivo de la cebada y el trigo, que tostaban y molían, obteniendo la harina de gofio.

¿Dónde vivían? ¿Existía entre ellos algún tipo de organización política y social? ¿Se divertían?

RETRATO DE LOS GUANCHES A MITAD DEL SIGLO XIV

Alfonso IV de Portugal envió una expedición al mando del florentino Angiolino del Tegghia (1341), con el deseo de recoger información de Las Canarias. El interesante relato que hace Nicoloso de Recco, uno de sus pilotos, lo transcribe el gran escritor humanista Giovanni Boccaccio. De él se extraen varias características de los guanches de la isla de Gran Canaria, que, curiosamente, coinciden con otros cronistas posteriores, franceses o españoles:

Cuatro jóvenes desnudos de largos cabellos rubios

«Han visto también otras muchas cosas que el susodicho Nicoloso no ha querido contar. Sin embargo, parece que estas islas no son muy ricas, pues los marineros apenas han cubierto los gastos de su viaje.

 Los cuatro hombres que han traído son jóvenes, sin barba, de hermosa figura, van desnudos y sólo llevan una especie de delantal (femoralia), que hacen con una cuerda, rodeándose los riñones y de la cual pende gran número de hilos de palma o de juncos del tamaño de palmo y medio o a lo más de dos, sirviéndose para cubrirse las partes más vergonzosas, tanto por delante como por detrás, de modo que ni el viento ni ningún otro accidente puede descubrirlas; no se hallan circuncidados y tienen los cabellos largos y rubios con los cuales se tapan, llegándole casi hasta el ombligo, y andan descalzos. Se dice que la isla de donde han sido sustraídos se llama Canaria y que está más poblada que las otras.

Fuertes, inteligentes y leales

Se les ha hablado en diferentes lenguas y ninguna han comprendido; no exceden de nuestra estatura; tienen los miembros robustos, son fuertes, bastante valerosos y al parecer de una grande inteligencia.

Se les ha hablado por señas y han respondido del mismo modo como los mudos; se respetan entre sí y entre ellos existe uno al que manifiestan honrar con particularidad. El delantal de este jefe es de hojas de palmera, mientras que los demás lo llevan de junco pintado de amarillo o encarnado.

Canto dulce, alegres y civilizados

 Su canto es muy dulce; bailan casi al estilo francés; son alegres y risueños, bastante civilizados y menos salvajes que muchos españoles. Cuando se les condujo a bordo, comieron pan e higos y dieron a conocer gustarles el pan, aunque nunca lo habían probado; rehusaron absolutamente el vino y no quisieron beber sino agua.

Comen trigo, cebada, queso y carne

 Comieron también el trigo y la cebada a manos llenas, como igualmente el queso y la carne que en su país es abundante y de buena calidad; sin embargo, carecen de bueyes, de camellos, de burros, pero en cambio poseen abundancia de cabras, de carneros y de cerdos salvajes. Se les enseñaron monedas de oro y plata e ignoraban absolutamente su uso; tampoco conocían los aromas, se les enseñó también anillos de oro, vasos cincelados, espadas, sables; mas demostraron no haber visto jamás estos objetos y que nunca se habían servido de ellos.

Compañerismo, matrimonio y doncellas desnudas

Dieron pruebas de una fidelidad notable, pues si uno de ellos recibía alguna cosa buena de comer, antes de probarla, la dividía en trozos y la repartía entre los demás. El matrimonio es conocido entre ellos y las mujeres casadas llevan delantal como los hombres, pero las doncellas van desnudas del todo, sin avergonzarse de su desnudez».


Las condiciones volcánicas del terreno posibilita cuevas y oquedades, que los guanches usaron como vivienda y como depósito funerario.

Vivían fundamentalmente en cuevas, aunque también construían chozas. Se vestían con pieles. No hay señales de que conocieran la navegación.

Todas estas características se refieren a lo que se ha llamado estilo cultural básico, común a todas las islas, pues existían asimismo otros modos de vida más desarrollados, como en Gran Canaria, que se desconoce si se trataba de inmigraciones más tardías a los primeros pobladores o que, a la vez, llegaros tribus que convivían con culturas de diferente nivel de desarrollo.

Estaban organizados bajo el mandato de un mencey o guanarteme (rey); la tierra era común; eran pacíficos aunque guerreaban, como todos los pueblos pastores, por robos o problemas de ganados. Tenían leyes y jueces. Es discutible que creyeran en un solo Dios, pero, al menos, adoraban a un Ser superior, reverenciaban al sol como fuente de energía  e imploraban la lluvia en lo alto de las montañas. Embalsamaban a sus muertos. El tajaraste era uno de sus bailes y la lucha bipersonal (antecedente de la lucha canaria) era su principal deporte.

¿Qué opinaban los conquistadores de ellos?

Cuando llegaron los conquistadores, aunque varía con las épocas y las islas, se encontraron con unos hombres nobles, valientes y defensores de su libertad, como pocos pueblos en el pasado. En otras ocasiones eran denostados porque los consideraban vagos pues preferían estar en los campos con su ganado, y otras, veces peligrosos, cuando se enfrentaban a los intereses de los colonizadores. «Son personas muy ligeras e muy astutos y criados en los campos e montañas tras las cabras e ovejas y, si los dichos ganados de los vecinos e moradores los guardan algunos pastores guanches esclavos, estos tales tienen tal sagacidad y poco a poco hurtan a sus amos del ganado e guardan y danlos a los otros guanches libres».

Bentor, último Mencey o jefe de Tenerife, se arrojó desde los montes de Tigaiga, en Los realejos, al vacío.

Había conflictos por terrenos y ganado, sin embargo, eran enemigos de la crueldad. En el caso de los guanches de Tenerife el papel de carnicero era despreciado. Sin embargo tuvieron que luchar tenazmente por defender la libertad de su patria. Sus armas eran rudimentarias pero la lucha no fue fácil para los conquistadores. 

La Conquista comenzó en 1402 y terminó en todas las islas en 1496, casi un siglo de conquista. Y cuando ésta terminó, o cuando algunos de los guanches eran deportados como esclavos, preferían morir, despeñándose o no tomando alimentos, antes que perder su libertad. En1496, casi un siglo de conquista. Y cuando ésta terminó, o cuando algunos de ellos eran deportados como esclavos, preferían morir, despeñándose o no tomando alimentos, que perder su libertad.

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