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  1. MUNDO Y VIDA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS    
 
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UN FAMOSO DOCUMENTO ANTERIOR A LA CONQUISTA

DE CANARIA Y DE LAS OTRAS ISLAS NUEVA�MENTE DESCUBIERTAS EN EL OC�ANO DEL OTRO LADO DE ESPA�A

 

En busca de las islas

�El a�o de la Encarnaci�n de 1341, cartas lle�gadas a Florencia y escritas por ciertos merca�deres florentinos establecidos en Sevilla, ciudad de la Espa�a ulterior, fechadas en 17 de las Calen�das de diciembre de dicho a�o, contiene lo si�guiente:�

�El 1.� de julio de este a�o, dos buques carga�dos por el rey de Portugal de todas las provisio�nes necesarias y con ellos un peque�o nav�o, equipado por florentinos, genoveses, espa�oles de Castilla (Hispanorum Castrensium) y otros es�pa�oles, han dado la vela de la ciudad de Lisboa dirigi�ndose a alta mar y llevando consigo caba�llos, armas y diferentes m�quinas de guerra para tomar las villas y castillos, en busca de esas islas que com�nmente se dice haberse vuelto a encon�trar.

 

Cargamento obtenido

Favorecidos por un buen viento abordaron a ellas despu�s de cinco d�as; y, en fin, en el mes de noviembre han regresado a sus casas con el car�gamento siguiente: primeramente cuatro hom�bres habitantes de estas islas y una gran canti�dad de pieles de machos cabr�os y de cabra, de sebo, de aceite de pescado y de despojos de fo�cas (a), de madera encarnada que ti�e casi como el verzino (�palo del Brasil), sin embargo de que los inteligentes en esta materia dicen que no lo es, adem�s de cortezas de �rboles para te�ir igualmente de encarnado; y, por �ltimo, tierra encarnada y otras cosas semejantes�.

 

Lanzarote o Fuerteventura: Desnudos y pieles finas

�Habi�ndose tomado declaraci�n a Nicoloso da Recco, genov�s piloto de la expedici�n, dijo que desde este archipi�lago a la ciudad de Sevilla hab�a casi novecientas millas; pero que cont�n�dose desde el punto que en la actualidad lleva por nombre Cabo de San Vicente, estas islas se hallan mucho menos separadas del continente y la primera (b) que han descubierto ten�a ciento cuarenta millas de circunferencia; que toda ella era una masa de piedra, inculta, pero abundante de cabras y otros animales y llena de hombres y mujeres desnudos, que se parec�an a los salvajes por sus modales y costumbres. A�ade que tanto �l como sus compa�eros hicieron en esta isla la mayor parte de su cargamento en pieles y sebo, pero que no se atrevieron a internarse muy aden�tro en el pa�s.

 

Gran Canaria

Habiendo pasado en seguida a otra isla mayor (c) que la primera, percibieron una multitud de habitantes que se adelantaron por la playa a encontrarlos, los hombres y las mujeres se hallaban igualmente casi todos desnudos; al�gunos de entre ellos parec�an mandar a los otros y estaban vestidos de pieles de cabra, pintadas de color azafr�n y de encarnado, y en cuanto alcanzaba la vista estas pieles eran muy finas, sua�ves y cosidas bastante artificiosamente con hilos de tripas. A juzgar por sus acciones, aparentaban tener un pr�ncipe a quien manifestaban mucho respeto y obediencia. Todos estos insulares ha�c�an entender por sus se�as que deseaban co�merciar con la tripulaci�n de los buques y entrar en relaci�n con ella; pero cuando los botes se acercaron a la playa, los marineros nada entendie�ron de su lenguaje y no se atrevieron a saltar en tierra. Sin embargo, su idioma es muy dulce y la pronunciaci�n viva y precipitada como el italia�no. Cuando los insulares percibieron que la gente del equipaje no quer�a desembarcar, algunos in�tentaron nadando llegar hasta ellos; de los cua�les retuvieron cuatro a bordo, que son los que han tra�do�.

 

Casas, higo, trigo...

�Costeando la isla para dar vuelta a ella, la encontraron mucho mejor cultivada por la parte del norte, que por el mediod�a. Vieron gran n��mero de casas peque�as; de higueras y otros �r�boles; palmas sin fruto, jardines con coles y le�gumbres. Entonces se decidieron a saltar en tie�rra y veinticinco marineros desembarcaron arma�dos, examinaron las casas y hallaron en una de ellas cerca de treinta hombres desnudos entera�mente, que se espantaron al aspecto de sus ar�mas, huyendo en seguida. La gente del equipaje penetr� entonces en el interior y reconoci� que estos edificios estaban construidos con piedras cuadradas con mucho arte y cubiertos de gran�des y hermosas piezas de madera. Mas como en�contrasen varias casas cerradas y que deseaban ver por dentro, empezaron a romper las puertas con piedras, lo que irrit� a los fugitivos, cuyos gritos retumbaron en todos los alrededores. Ro�tas en fin las puertas entraron en la mayor parte de estas habitaciones y nada m�s encontraron sino excelentes higos secos conservados en ces�tas de palma, tales como vemos los de Cesene, y adem�s trigo mucho m�s hermoso que el nues�tro, si juzgamos por el tama�o y grueso de sus granos, que era muy blanco. Vieron igualmente cebada y otros cereales que deber�an servir proba�blemente para la manutenci�n de los naturales. Las casas eran todas muy hermosas, cubiertas de excelentes maderas y de una limpieza interior, tal que se hubiera dicho que hab�an sido blanquea�das con yeso. Encontraron tambi�n una capilla o templo en el cual no hab�a pintura alguna, ni nin�g�n otro ornamento sino una estatua esculpida en piedra, que representaba a un hombre con una bola en la mano: este �dolo se hallaba desnudo y tra�a una especie de delantal de hojas de palma (femoralibus palmeis), que le cubr�a las partes obcenas, cuya estatua sustrajeron y condujeron a Lisboa. La isla les pareci� muy poblada y bien cul�tivada; produce grano, trigo, frutas y principal�mente higos; el grano y el trigo lo comen como los p�jaros o bien hacen de �l harina, con lo que se alimentan sin amasarlo y beben agua�.

 

El Hierro y La Gomera

�Partiendo de esta isla vieron varias otras a cinco, diez, veinte y cuarenta millas de distancia y se dirigieron hacia una tercera (d), en la que nada otra cosa notaron sino hermosos �rboles en gran n�mero, que se levantaban derechos hacia el cielo. De �sta pasaron a otra (e) que encontra�ron abundante en arroyos y excelentes aguas; hab�a igualmente muchos bosques y palomas salvajes, que comieron despu�s de haberlas ma�tado a bastonazos y pedradas; estas palomas eran mayores que las nuestras, pero ten�an el mismo gusto o quiz�s mejor. Vieron tambi�n muchos halcones y otras aves de rapi�a, no ha�bi�ndose atrevido a internarse en el pa�s por pa�recerles enteramente desierto.

 

La Palma, islas e islotes

En seguida des�cubrieron otra isla (f) delante de ellos, cuyas pe�dregosas monta�as eran de una inmensa eleva�ci�n y casi siempre cubiertas de nubes. Las llu�vias son all� continuas, aunque la parte que pu�dieron descubrir en tiempo claro les pareci� muy agradable y la juzgaron habitada. Vieron despu�s otras varias islas, algunas habitadas y otras de�siertas hasta el n�mero de trece (9) y cuanto m�s se adelantaban m�s ve�an. El mar que las separa es mucho m�s tranquilo que en nuestras costas; hay buen fondo para anclar y, a pesar de tener pocos puertos, est�n todos bien provistos de agua. De las trece a que abordaron, cinco se ha�llaban habitadas (h); pero no tan pobladas las unas como las otras. Adem�s dicen, que el len�guaje de los habitantes difiere de tal modo que juntos no se entienden, que no tienen ninguna clase de embarcaci�n para comunicarse de una isla a otra, a menos que las atraviesen a nado. Una de las que descubrieron les ofreci� algo ma�ravilloso que les impidi� el desembarcar.

 

Tenerife

En esta isla (i) dicen existe una monta�a que, seg�n se estima, se eleva a la altura de treinta mil pasos o m�s y que puede verse de muy lejos; una cosa blanca aparec�a en su cima y como toda la mon�ta�a era pedregosa esta blancura se presentaba bajo la forma de una fortaleza; sin embargo no es otra cosa sino un roque muy agudo, cuya cima termina en un m�stil del tama�o de un buque, una entena con una gran vela latina: esta vela hinchada por el viento, afecta la forma de un es�cudo vuelto hacia arriba y toma mucho ensan�che; luego, poco a poco se recoge a la par que el m�stil, como en las galeras; en seguida vuelve a elevarse para abatirse y volverse a levantar. Die�ron vuelta a la isla y por todos lados vieron reno�varse el mismo prodigio; entonces, creyendo que esto era efecto de alg�n encantamiento, no se atrevieron a saltar en tierra.�

 

 

(a) En el canal de la Bocayna, que separa a Lan�zarote de Fuerteventura, se iba a cazar focas o lobos marinos, que, seg�n cuentan los ca�pellanes de Bethencourt, eran numerosos (de aqu� el nombre del Islote de Lobos).

(b) Probablemente se refiere a Lanzarote, aun�que algunos piensan tambi�n en Fuerteven�tura.

(c) Sin duda se refiere a Gran Canaria.

(d) Las islas que se van describiendo no corres�ponden exactamente a una sucesi�n l�gica ni a una distancia precisa en las medidas. Con todo, se pueden hacer interpretaciones. Concretamente esta isla, se�alada como la tercera, referida a El Hierro.

(e) Probablemente, se trata de La Gomera.

(f) Seguramente, La Palma.

(g) N�mero exacto contando islas e islotes.

(h) El que se considerara s�lo cinco islas como habitadas es debido a que en alguna isla �no se internaron en el pa�s por parecerles enteramente desierto�, en otra el descubri�miento de �algo maravilloso que les impidi� desembarcar�.

(i) Esta isla es Tenerife y la monta�a el Teide. Siendo la vela prodigiosa, hinchada por el viento, esos nubarrones blancos, a modo de bufanda, que envuelve, en algunas ocasio�nes, la cima del Teide y muestra formas ca�prichosas.