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  1. MUNDO Y VIDA DE LOS ANTIGUOS CANARIOS    
 
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POBLADOS DE CASAS Y CABA�AS*

ARTE, RELIGI�N Y MITOLOG�A EN LA ERA PREHISP�NICA

ARQUITECTURA DOMÉSTICA

POBLADOS DE CASAS Y CABAÑAS

El hábitat en cuevas naturales caracteriza y define la vivienda de las sociedades canarias preeuropeas, junto a las artificiales, sólo bien documentadas en Gran Canaria. En todas las islas, sin embargo, se conocen viviendas construidas en superficie, de las que diferenciamos dos tipos, las casas y las cabañas.

De los criterios utilizados para establecer la diferencia entre ambas viviendas, solemos utilizar los de la mayor o menor solidez de su construcción, la técnica utilizada para su fabricación, la complejidad de sus plantas, la distribución interna y el sistema de cubierta. Las cabañas suelen ser, por el contrario, construcciones más simples destinadas, en la mayoría de las ocasiones, a un uso temporal y no permanente, sobre todo coincidiendo con los periodos en los que los pastores se movían con sus ganados en busca de pastos hacia lugares en donde no existían grutas naturales óptimas para su refugio, ya que si existe la cueva natural este es siempre el sitio preferido como vivienda.

Las casas las hemos localizado, sobre todo en Gran Canaria, Lanzarote y Fuerteventura. En aquélla isla es donde mejor se define esta vivienda, hasta el extremo de ser un elemento diferenciador de las manifestaciones materiales de su cultura, en la que se han descubierto grandes núcleos de población, confirmando lo que ya había sido señalado en las primeras fuentes sobre esta isla, como la crónica francesa Le Canarien, en la que se ponía de manifiesto la existencia de dos centros urbanos, Telde y Agüimes, ubicados en la vertiente sur de la isla, que describen del modo siguiente:

Hay dos ciudades que distan dos leguas entre sí, una llamada Telde y la otra Agüimes, situadas junto a la corriente de unos arroyos; y a veinticinco millas de allí, por el sudeste, se encuentra otra ciudad junto a la orilla del mar, en muy buena posición para fortificar: el lado que baña el mar es adecuado para fortificar y el otro lado tiene un arroyo de agua dulce. Se llama Arguineguín. En una aldea llamada Arguineguín. Telde, que es una buena ciudad abierta, atravesada por un buen río y situada a media legua de un puerto de mar.

Son en efecto dos lugares de importancia relevante, de los que Telde, junto con Gáldar, situado éste en la zona norte, pueden ser considerados dos de los asentamientos más representativos de la isla.

Por la envergadura y características de muchos de los poblados de Gran Canaria, se han definido como propios de asentamientos protourbanos, y no sólo por el número abundante de casas o por las dependencias anejas a ellas, sino por el modo en el que estaba organizado el espacio, ya que las casas se comunicaban por medio de callejones, rampas, pasillos o escalinatas, que formaban el área habitada, como se puede comprobar en la actual ciudad de Gáldar, o en el yacimiento emplazado en la playa de El Agujero de este municipio. Algunas de sus características las conocemos por lo relatado en la obra de Leonardo Torriani, cuando dice que era de calles estrechas y que llegó a tener hasta catorce mil fuegos; como también el yacimiento de Los Caserones en San Nicolás de Tolentino, en donde Víctor Grau Bassas alude a la existencia de unas ochocientas casas que conformaban el poblado; o el de Tufia, en la costa de Telde, o el de Cendro, en este mismo municipio, al que también se refirió el ingeniero cremonés Leonardo Torriani, del que nos ofreció un plano, poniendo con ello de manifiesto la importancia y envergadura de este núcleo urbano.

El deterioro que ha afectado a estos conjuntos no ha permitido a la investigación arqueológica establecer cuál fue el grado de densidad óptima alcanzado en los mejores momentos de su ocupación, por lo que sólo disponemos de las cifras aportadas por las crónicas y otras fuentes etnohistóricas del siglo XVI, y por los estudios hechos a fines del siglo pasado, cuando cabe pensar que estos poblados se encontraban prácticamente intactos, muchos de cuyos sitios fueron recogidos en la crónica de Andrés Bernáldez, el cura de Los Palacios (Sevilla):

Todos estos lugares tenían poblados al tiempo que la conquista se començó: Araguacad (¿Arucas?), Aragüimes (Agüimes), Themensas (Temisas), Atrahanaca (Tirajana), Atairia (Tairía o Taidía), Atagad (Furie), Atenaran (Artenara), Afaganige (?), Areaganigui (Arguineguín), Arecasumaga (Arcasumaga), Atasarti (Tasarte), Aeragraca (Airaga), Arbenu ganias (?), Arerehuy (?), Atirma (Tirma), Aracu zem (Acusa), Artubrirguasis (Artebirgun, Aldea. Aldea de San Nicolás), Atamariaseid (Tamaraceite), Arteguede (¿Tejeda?), Aregaieda (Guayedra), Aregaldar (Gáldar), Areagraja (Airaga), Areagamasten (Agumastel), Areacho (?), Afurgad (Firgas), Arehucas (Arucas), Aterura (Teror), Atenoya (Tenoya), Araremigada (Tenteniguada), Aterbiti (Terbiti «e»), Arautiagasia (Utiaca).

En cuanto a los tipos de vivienda, uno de los más característicos de Gran Canaria son las casas de forma circular al exterior, aunque las hay rectangulares y algún caso excepcional de forma cuadrada, mientras que, por el contrario, lo común es que el interior sea de planta cruciforme o elíptica. Es probable que esta forma responda a las características propias de su sistema constructivo consistente en que previo a su fabricación se realizaba una excavación en el sitio en donde se iba a erigir, porque un espacio circular favorece siempre esta labor. Más tarde las paredes se fabricaban con piedras bien seleccionadas que se iban colocando unas sobre otras, a hueso, es decir sin argamasa que las uniera hasta que las paredes terminaban por rodear el foso, que había sido excavado con anterioridad, consiguiendo con ello que los muros tuvieran un fuerte grosor y un aspecto de gran solidez. Las piedras de los muros suelen estar trabajadas tanto en sus caras exteriores como interiores, y las paredes que conforman los muros se rellenan con tierra o con piedras de pequeño tamaño o mampuestos, lo que contribuye a darle aún mayor robustez. Por ello, en algunos casos, los muros llegan a alcanzar un espesor que oscila entre 1m y 1,5m. En lo que respecta a la técnica de elaboración de las paredes se observa una selección de la materia prima, ya que los bloques de mayor tamaño se reservan para las bases de sustentación y para las esquinas, y las piedras de superficies más regulares para la fabricación de las caras vistas, superponiéndolas en hileras que van bien alineadas y dispuestas de manera vertical. En lo que respecta a su altura, no la conocemos bien debido a la destrucción de las techumbres y el estado ruinoso de los muros.

Sus características constructivas las puso de manifiesto el cronista Antonio Cedeño en el texto siguiente que resulta, como se puede comprobar, de gran interés:

Tenían casas fabricadas de piedra, sin mescla de varro que cal no conocieron. Las paredes eran anchas i mui iguales i ajustadas que no hauian menester ripios. Húbolas de mui grandes piedras que parese imposible que hombres las pusiesen unas sobre otras (...) Levantaban las paredes de buen altor, una más que otras, i ensima atrauesaban maderos mui gruesos de maderas incorruptibles como tea, sabina, cedro u otros; ponianlos rnui juntos, i ensima ponían un enlosado de pizarras o lajas mui ajustadas, i ensima otra carnada de ieruas secas, i despues tierra mojada y pretábanla mui bien, que aunque lleuen muchos dias corre el agua por ensima sin detrimento alguno. Las entradas destas casas es un callejon angosto en algunos i después el cuerpo de la casa cuadrado con aposentos a los la dos i enfrente a modo de capillas; siguense a éstas otras allí juntas entre aquellas cauidades y forman un lauerinto con sus lumbreras. En ellas reparten sus familias i lo que han de comer.

Un aspecto que define la construcción de las casas en esta isla, es que la vivienda quedaba semienterrada, como muy bien se ha comprobado por la Arqueología, y como quedó asimismo recogido en la documentación etnohistórica, de las que conservamos algunos testimonios: las más de las habitaciones [se hallaban] (…) debajo de la tierra 142. Este mismo sistema constructivo fue puesto en práctica en Fuerteventura y en Lanzarote, donde aquí se las conoce con el nombre ciertamente preciso de casas hondas, razón por la que en algunas casas el piso interior se halla más bajo que la rasante exterior, de modo que para su acceso se emplean rampas o escalinatas de uno o varios peldaños. Esta manera de construir le aportaba además de solidez, el que las viviendas pudieran contar también con una buena temperatura en las distintas épocas del año, y en el caso de estas dos islas sirvió para resguardarse del viento ya que ambas poseen un relieve escaso que las deja muy desprotegidas. Esta técnica constructiva seguramente respondió al mismo criterio que el utilizado en la fabricación de las mapalias númidas de las poblaciones prerromanas tunecinas con las que es posible establecer evidentes comparaciones.

Los techos de las casas se sellaban con vigas de madera que sostendrían un entramado de lajas y una cubierta de tierra apisonada, como se ha podido comprobar por los estudios arqueológicos y como se evidencia a través de los hoyos circulares que se encuentran en el suelo y servirían para encajar postes de madera con el fin de sostener el enmaderado, según sabemos por las referencias de las fuentes etnohistóricas que aluden al uso de tierra y maderas en su fabricación; algunas de ellas, como el llamado Palacio del guanarteme de Gáldar, derruido en el siglo XVIII, se hallaba forrado de tablones, según sabemos, entre otros, por el testimonio de Antonio Cedeño:

Sola una casa que fue la de Guanarthene se halló aforrada en tablones de tea mui ajustados, que no se conocían las junturas, ensirna estaban pintadas de blanco con tierra i de colorado con almagra y negro con carbon molido, unos ajedresados, i tarjetas redondas a modos de quesos por el techo.

Las casas se cerraban con puertas, en algunos casos hechas de palmas, como se ha atestiguado en una de Los Caserones (San Nicolás de Tolentino), cuya entrada se encontraba bien delimitada por un escalón de piedra y madera que mostraba en un lateral la perforación de un gozne para insertarla, lo que corroboraría la referencia contenida en el texto de G. Bocaccio, relativo a la expedición italo-portuguesa de 1341, cuando dan cuenta de que cuando llegaron a un poblado de la isla se encontraron con varias casas cerradas [y] empezaron a romper las puertas con piedras.

Algunas casas antiguas de Gran Canaria se salen fuera de los tipos usuales por sus características constructivas, como sucede en el antiguo poblado de Gáldar, situado en el espacio que hoy ocupa el casco urbano de la ciudad, sobre todo las que se encuentran en el entorno de la Cueva Pintada, hechas con sillares bien escuadrados que pertenecen a la etapa final del poblado, cuando ya los canarios habían entrado en contacto con los mallorquines, a quienes según las fuentes les enseñaron la fabricación de las casas, su adecuación con madera y pinturas, hechas de muchos colores, que hacían de flores y hierbas. Es posible que este hecho aluda a que muchas se hallan enlucidas en el interior con las paredes recubiertas de almagre y con restos de pintura o enjalbegadas, por lo que es muy probable que tanto la diferencia en la técnica constructiva que se aprecia en este yacimiento, como su tratamiento interior, sea en efecto el resultado de esos préstamos culturales a los que se refiere Abreu Galindo, quien sostenía que los mallorquines les enseñaron esta manera de tratar las casas, aunque por documentación histórica y arqueológica sabemos que estas manifestaciones materiales son anteriores a su llegada a la isla en 1342.

Motivos geométricos de la Cueva Pintada de Gáldar (Gran Canaria).

En los poblados suele ser frecuente la existencia de recintos de unas ciertas dimensiones sobre cuya función no existe acuerdo entre los investigadores. Se trata de espacios bien delimitados por cercas de piedra, que se abren delante de la entrada de las casas o se les adosan lateralmente. En muchos poblados, como en Mugaretes del Clavo en Gáldar, existe una estructura de grandes dimensiones, conformada por un muro de piedra seca que debió delimitar el perímetro de la construcción que encuentra paralelismo con otros de parecida morfología en los que se han construido gradas así como sus asientos correspondientes, tal como existe en el poblado de El Agujero, también en Gáldar. La falta de datos sobre la funcionalidad de estos espacios ha dado pie a diversas explicaciones, ya que algunos se han interpretado como rediles, lugares propios para encerrar el ganado, pero en muchos de ellos, como el citado, no resulta posible incluirlo en esta categoría, por lo que se ha pensado en la posibilidad de que fuese algún espacio destinado a realizar juegos, asambleas, impartir justicia, entre otros muchos. En las fuentes etnohistóricas se alude a un episodio en el que interviene una tal María Tasirga, criada del guanarteme, cuando el cronista Antonio Cedeño se refiere a un lugar en donde tenían a una serie de prisioneros, cercados en un recinto, que la crónica define como corral145. Pocas evidencias, como se ve, para obtener datos precisos de ninguna de las propuestas señaladas.

Otro tipo de casas sobre las que nada sabemos con certeza, sino lo que las fuentes nos han relatado, son las viviendas destinadas a las doncellas —las harimaguadas—, cuya función, según esas mismas fuentes, era la de servir como sacerdotisas a las divinidades en todo cuanto tenía que ver con las celebraciones y rituales religiosos, pero la Arqueología no ha podido por ahora asociar ninguno de los restos conocidos con estos lugares:

Tenían estos Guadartemes casas de donsellas enserradas, a manera de emparedadas; llamábanles las maguadas. No salían fuera sino a pedir a Dios buenos temporales o a se vañar en la mar. Eran muy regualadas de los Guadartemes y servidas de nobles (…). Estaban las dichas casas probeydas de donsellas, que si unas salían entraban luego otras.

En cuanto a las islas de Lanzarote y Fuerteventura, las primeras referencias sobre la existencia de casas entre sus habitantes quedaron recogidas en la crónica francesa Le Canarien, en donde se dice que en aquélla hay gran número de aldeas y de buenas casas. Bertin se fue a cierto poblado llamado la Gran Aldea, donde encontró a algunos notables canarios. Estos datos han sido ampliamente contrastados por la Arqueología, tanto en lo que respecta al importante yacimiento de Zonzamas, como en otros muchos sitios de la isla. De los lugares citados en el texto existen dos de singular relevancia, el de la Gran Aldea, un lugar próximo al asentamiento aborigen de Zonzamas, que con casi toda seguridad se trata de la actual villa de Teguise y el del propio poblado de Zonzamas, lugar de residencia del jefe de la isla, del Rey, según la terminología de la crónica, que debe tratarse del poblado próximo a Arrecife que figura en la descripción de la crónica después de prender al rey de la isla de Lanzarote y de que los víveres que Béthencourt y Gadifer consiguieron en su captura…. El Rey se encontraba en una de sus casas en un poblado próximo al Arrecife acompañado por cuarenta de los suyos. Este poblado se localiza en el valle del mismo nombre y se ubica en lo alto de una colina basáltica, de unos cuarenta metros de longitud y a 160 metros sobre el nivel del mar. La muralla de aspecto ciclópeo le da al recinto un carácter de fortaleza o castillo, aunque la construcción presenta en la actualidad un mal estado de conservación y, en muchos tramos derruida, rodeando un recinto de forma oval que encastilla la cueva conocida tradicionalmente como Palacio de Zonzamas. A algunos sillares de gran tamaño se les ha calculado un peso que oscila entre los 1.300 a 1.800 kilogramos. El lugar domina hacia el Norte una extensa planicie que por sus características sería una de las zonas de mayor interés agrícola en época prehistórica, como lo sigue siendo en la actualidad.

Muralla del poblado de Zonzamas (Teguise,
Lanzarote)

Lo común de las viviendas de la isla que forman parte de las aldeas a las que se refiere la crónica, tienen la particularidad, como ya hemos señalado, de que una buena parte se encuentran construidas bajo el nivel del suelo, por lo que se les conoce con el término citado de casas hondas, de manera que la mitad de la habitación o algo más quedaba por debajo de la tierra, de la que sólo sobresalía una parte de las paredes. Posteriormente se rellenaba el hoyo de la excavación que había sido necesario realizar al interior, por lo que la altura exterior resulta escasa, accediendo a través de una escalera de piedras que llega hasta el piso.

Los techos suelen ser abovedados, cuando el espacio a techar era reducido y se cubría por aproximación de las sucesivas hiladas, técnica conocida como falsa cúpula. También pudieron cubrirse con troncos y ramas de arbustos, amasados con tegue, un mortero de tierra fina que al ser mezclada con agua adquiere gran dureza y posee además propiedades impermeabilizantes. Los muros presentan un aparejo bastante regular de doble pared con un relleno de ripio y tierra, y se encuentran levantados con piedras no trabajadas, particularmente escogidas para que sus superficies encajen a la perfección. El piso de tierra prensada se hallaba recubierto, al igual que los muros, con el tegue, que al tener una función aislante, protege a las viviendas del frío y de la humedad al igual que del calor excesivo en verano. El interior se halla dividido en varias dependencias de dimensiones reducidas, conformando una planta interna polilobulada, mientras que el exterior es de tendencia circular u oval.

Casa honda con recintos semicirculares. Poblado de Zonzamas (Teguise, Lanzarote)

Los mismos hechos referidos en la crónica francesa para Lanzarote se repiten en Fuerteventura, en donde sabemos asimismo de la existencia de núcleos importantes de habitación, destacando además que viven más agrupados que los de la cercana isla de Lanzarote. Los estudios arqueológicos han permitido confirmar en efecto la existencia de un buen número de poblados, algunos de dimensiones considerables, de los que en muchas ocasiones han sido reutilizados, dificultando así distinguir claramente las partes antiguas de aquellas otras más recientes. Las casas de los poblados son de piedra seca con muros hechos a base de grandes sillares de bloques, de plantas circulares y ovales. El número de viviendas no sobrepasa de diez, asociándoseles otros recintos relacionados con el ganado. Uno de esos poblados, el de Rosita del Vicario (Antigua) posee un buen número de casas construidas con piedras, igualmente semienterradas como las de aquélla isla, por lo que se las considera igualmente del tipo de casas hondas.

Restos arqueológicos del poblado prehispánico de La Muley (Fuerteventura).

En lo que respecta a las cabañas podemos decir que se trata de una forma de vivienda hecha generalmente a base de recintos construidos con escasa solidez, y cercada por muros de piedra seca sin labrar, ya que se fabrican superponiendo hileras de piedra no seleccionadas y sueltas. Se construyen directamente sobre el terreno, aunque en ocasiones aprovechan algunos bloques de cierto volumen en los que pueden apoyarse; los techos se hicieron con maderas y ramajes secos propios del medio. Generalmente son de plantas circulares, ovales, cuadradas o simplemente irregulares, siempre en función de las características del lugar elegido. Su altura no suele sobrepasar los tres metros. Y lo común es que se localicen en el entorno de zonas de pastoreo, habiendo sido utilizadas y reutilizadas mucho tiempo después de la conquista, por lo que no siempre tenemos la certeza, pese a la presencia de cerámica aborigen en su entorno, de que en todos los casos hayan sido construidas en el periodo preeuropeo de las culturas insulares.

La única construcción que se aparta de este modelo fue estudiada en 1972 por L. Diego Cuscoy en Guargacho, San Miguel de Abona, que se distinguía por sus características constructivas de la que no se conoce nada similar en la isla. El yacimiento fue estudiado en una monografía titulada El conjunto ceremonial de Guargacho, en donde se documentó un área arqueológica de unos 150 m2, señalándose restos de una estructura formada por un hogar hexagonal, rodeado por una serie de hoyos, a manera de círculo, denominados hornillos. Este yacimiento, de gran importancia, fue vinculado por Luis Diego Cuscoy con las manifestaciones religiosas de los guanches, pensando que allí se debieron celebrar rituales consistentes en el sacrificio de animales a los que corresponderían los numerosos restos óseos; sin embargo, nosotros hemos hecho otra propuesta, al considerar que todas estas evidencias debieron pertenecer a un asentamiento humano en donde el grupo allí establecido construyó un conjunto de viviendas, de modo que los restos de la estructura hexagonal pertenecerían al hogar de la cabaña y los hornillos a los postes de madera que le darían forma circular a la vivienda, que pudo estar cerrada con pieles o con arbustos, de forma similar a otras existentes en sociedades de parecido nivel cultural a los habitantes de Tenerife. No podemos descartar, en ningún caso, que en el mismo ámbito doméstico se celebraran algunos rituales vinculados con sus creencias religiosas, pero creemos que el lugar estuvo más relacionado con uno de carácter habitacional que con aquéllas otras manifestaciones.

* TEJERA GASPAR, A./J.J. JIMÉNEZ GONZÁLEZ (2008) Tercera parte: Arquitectura; Arte, Religión y Mitología en la Era Prehispánica (176-186); en TEJERA GASPAR, A., JIMÉNEZ GONZÁLEZ, J. J. y ALLEN HERNÁNDEZ, J. 2008: Las manifestaciones artísticas prehispánicas y su huella. Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria, Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.