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  1. PRIMERAS NOTICIAS SOBRE LAS ISLAS: EL PREDESCUBRIMIENTO    
 
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Edad Media

VIAJES MEDIEVALES

Poco sabemos de las islas durante la Alta Edad Media. En esta época la cultura antigua sufre un retroceso y, en general, los descubrimientos geográficos se reducen al mínimo. Debemos tener presente que, aun avanzada la Edad Media, las embarcaciones jamás se aventuraban a penetrar en el océano Atlántico. Creían los marineros que sus aguas estaban infectadas de enormes dragones, por lo que la navegación resultaba muy peligrosa; el Atlántico era, entonces, un mar tenebroso.

Por tanto el conocimiento que tenía el mundo antiguo de las Canarias se perdió en el olvido y sólo se volvió a tomar contacto con el Archipiélago en la Baja Edad Media, ya en transición al Renacimiento.

Exploraciones anteriores a la conquista

EL PREDESCUBRIMIENTO

Los primeros viajes a las Islas Canarias debieron de realizarse hacia el fin del siglo XlIl, o probablemente antes, y se hicieron más frecuentes a lo largo de la centuria siguiente. Estos viajes eran organizados por comerciantes, en su mayor parte, procedentes del área mediterránea, entre los que destacaban genoveses, mallorquines y catalanes, amén de castellanos y portugueses.

Hacia el último tercio del siglo XlII, los Hermanos Vivaldi, genoveses, realizaron un viaje a estas islas con fines comerciales. Más tarde, probablemente entre 1320 y 1339, el italiano Lancelloto Malocello arribó a las costas de Lanzarote, isla a la que seguramente dio su nombre.

El italiano Lancelloto Malocello arribó a las costas de Lanzarote en el siglo XIV y, probablemente de él, se deriva el nombre actual de la Isla. Cartografía de Lanzarote realizada por Leopold de Buch. (MHT)

También sabemos que hacia 1344 el príncipe Luis de la Cerda, pariente de los reyes de Castilla y Francia, solicitó –de hecho la obtuvo- del Papa Clemente Vl una bula, por la que se le otorgase el señorío de las islas Afortunadas, junto con el pomposo título de Príncipe de la Fortuna, si bien por causas de tipo económico, Luis de la Cerda no pudo desplazarse a Canarias.

Otra incursión que tocó en Lanzarote fue la del hidalgo vizcaíno Martín Ruiz de Avendaño quien, según la tradición, tuvo una hija con Faina, mujer del rey  o jefe indígena de Lanzarote, Zonzamas. Algunos autores dudan sobre la veracidad de este viaje.

Por estas fechas (1341), también, Alfonso IV de Portugal envió una expedición al mando del florentino Angiolino del Tegghia , con el deseo de recoger información de las Canarias. La interesante relación que Nicoloso de Recco, uno de sus pilotos, hizo de este viaje ha llegado afortunadamente hasta nosotros.

Otros viajes de mallorquines y catalanes, históricamente documentados, han sido constatados, pero tienen menos importancia.

Ya por estos tiempos se publicó un libro de Geografía universal en el que se nombra y localiza a las islas con bastante claridad. Se trata de El Libro del Conocimiento, en cuyas páginas aparecen las islas con los siguientes nombres: 1) Gresa = Graciosa, 2) Lanzarote, 3) Becimaria = recimarini (Lobos), 4) Racham = El Roque, 5) Alegranza, 6) Fuerteventura, 7) Canaria = Gran Canaria, 8) Tenerefiz e Infierno = Tenerife, 9) Gomera, 10) Lo Fero = EI Hierro 11) Aragavia = ¿La Palma? El libro resulta interesante porque por primera vez aparecen las islas con los actuales nombres (menos Canaria), pues es notorio que sus nombres aborígenes no perduraron con la colonización (excepto La Gomera).

FINALIDAD DE ESTOS VIAJES

Por esta época, en Europa escaseaba la mano de obra debido a las continuas guerras y epidemias. Por esta razón, muchos comerciantes se dedicaban a la captura y tráfico de esclavos.

Las expediciones a las Canarias obedecían, pues, al negocio esclavista. Tal actividad continuó en los años de la Conquista, ya que ello constituía una de las principales fuentes de ingresos de los conquistadores.

Había también fuertes motivaciones políticas. A partir del siglo XIII, Portugal, que había terminado su papel conquistador ante los musulmanes, emprende una política colonizadora en el Atlántico, impulsada por Alfonso IV y Enrique el Navegante. Las expediciones de Angiolino del Tegghia o la incursión donde participó el cronista Camadosto obedecen a la política lusitana de incorporar a su Corona todos los archipiélagos atlánticos desde Azores a Cabo Verde.

Las expediciones a Canarias antes de la Conquista, respondían a la captura de esclavos para su posterior venta en los mercados europeos.

Otra de las razones de los viajes era la recolección de orchilla, necesaria en aquellos tiempos para la fabricación de tintes.

A modo de resumen, se puede afirmar que las Canarias eran ya bien conocidas en la segunda mitad del siglo XIV, como lo prueba el hecho de estar representadas en los portulanos o cartas náuticas (portulano de Dulcert, 1339) de la famosa escuela cartográfica mallorquina‑catalana y la lusa de Sagres, promovida por Enrique el Navegante.

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