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  9. LA SOCIEDAD COLONIAL (FINAL DEL SIGLO XV Y COMIENZOS DEL XVI)    
 
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El poblamiento y las fuentes de riqueza

POBLAMIENTO

En tiempos del Adelantado, el proceso de poblamiento fue lento, ya que el descubrimiento de América contrarrestó la llegada de nuevos colonos; por ello los gobernadores o cabildos ofrecían incentivos a los posibles colonos, como el reparto de tierras a los que venían acompañados de sus mujeres. Aquéllos que ya estaban asentados en las islas buscaban esposas entre la población isleña.

Los grupos predominantes de los primeros pobladores estaban formados por castellanos, andaluces, gallegos y, particularmente, por portugueses, que, según opiniones autorizadas, fueron tan numerosos como los anteriores en las islas de La Palma y Tenerife .

Otro grupo estaba formado por los aborígenes isleños ocupados en el pastoreo del ganado. En Tenerife y otras islas, muchos de estos indígenas vivían en el monte apartados de los poblados, razón por la que eran perseguidos y castigados. Se les consideraba «alzados». También en Tenerife se asentaron importantes contingentes de canarios y gomeros, llegados en la campaña conquistadora del Adelantado. A este respecto, sorprende la orden de expulsión, dada por Alonso de Lugo, a los gomeros residentes en su jurisdicción.

Una pregunta que solemos hacernos hoy en día es ¿cuántos aborígenes canarios sobrevivieron a la conquista y a la colonización? Es difícil hacer cálculos en cifras, pero es evidente que, a pesar de la mortandad producida por los actos de guerra, capturas y nuevas enfermedades —la modorra guanche— una buena parte de esta población sobrevivió mezclándose progresivamente con los nuevos colonos. Las pruebas de esta afirmación están, aparte de en los modernos estudios antropológicos, en las crónicas posteriores de la Conquista y en las tradiciones y modos de vida, que perduraron hasta tiempos bien recientes.

Por último, grupos de judíos y comerciantes de diferentes países se van estableciendo en los puertos canarios al reclamo del incipiente comercio azucarero.

Como resultado de esta atracción poblacional, el Real de Las Palmas adquiere una expansión inusitada. Así, en 1515, la reina Juana le dio el título de Ciudad y el dictado de Noble .Más tarde adquiere un sello propio con la formación de los barrios de Triana y de Vegueta. En el resto de la isla surgen poblados como Telde, Gáldar, Arehucas, etc.

En Tenerife, La Laguna fue en sus comienzos un poblado en torno a la Concepción (Villa de Arriba), hasta que el Adelantado mandó que se construyese en la Villa de Abajo, conforme a un más que dudoso plan cuadricular. Mientras, surgían las primeras casas en La Orotava, Buenavista y Garachico.

En La Palma, el puerto de Santa Cruz de La Palma alcanzó muy pronto una fuerte expansión comercial.

Santa Cruz de La Palma, una de las primeras ciudades fundadas en el Archipiélago, alcanzó pronto un importante desarrollo comercial gracias a su puerto. (AHSCP)

LOS PRIMEROS REPARTIMIENTOS

Finalizada la Conquista, los reyes otorgaron poderes a los gobernadores para distribuir los recursos conquistados. Alonso de Lugo y Pedro de Vera, en sus respectivas islas, proceden al reparto de las tierras y del agua, conforme a los méritos de cada cual. Los soldados y aquellos otros que contribuyeron a financiar la Conquista recibieron las primeras y mejores datas de tierra y agua. Así, Pedro de Vera, tuvo en cuenta la preferencia de los conquistadores sobre los que venían a poblar, y la de los soldados de caballería sobre los peones o infantes. Tampoco se olvidó de los principales indígenas, que en tiempo oportuno fueron destinados como colaboradores de la conquista de La Palma y Tenerife, cuya empresa resultaba de máximo reclamo.

Tras la conquista, se produce el reparto de tierras. Los soldados y aquellos que ayudaron a financiar todo el proceso, recibieron las mejores datas de tierra y agua. (DM)

Estos repartimientos no estuvieron libres de problemas, originados por el incumplimiento de las instrucciones reales, de la concesión de muchas tierras a extranjeros y personas poderosas, al no haber recompensado adecuadamente a algunos de los participantes en la conquista o de haber quitado lo que previamente se había dado a otros. De forma que, durante el siglo XVI y primeras décadas del XVII, aparecen en las islas comisionados regios para reajustar estas arbitrariedades y confirmar los repartimientos establecidos (Ortiz de Zárate, Moro Mojuelo, Chávez, Bustamante, Portillo).

Los aborígenes canarios que colaboran en las tareas de los conquistadores, como se ha dicho, no son excluidos de los repartimientos. En Tenerife, por ejemplo, muchos de los canarios, de la isla vecina, que acompañaron a Lugo en su campaña recibieron datas o suertes de tierra, así como algunos guanches pertenecientes a los «reinos de paces». Pero los que permanecían alzados, una vez capturados, pasaban a la condición de esclavos.

Las tierras de baldíos y montes, no repartidas tras la conquista, quedan en poder de la Corona, como sucedió en Gran Canaria, aunque su aprovechamiento sea comunal, o se asignan como bienes de Propios a los cabildos en el caso de Tenerife y La Palma.

Además de los repartimientos entre los participantes de la conquista, se hacía otros para atraer nueva población. Así,  los pobladores posteriores a este primer momento colonizador recibían también sus lotes de tierras, pero lógicamente éstas eran ya de poca calidad o de sequero.

Agotado el negocio de esclavos en el Archipiélago, algunos conquistadores, entre ellos el Adelantado, organizan expediciones de captura en la vecina costa africana. Sin embargo, los colonos necesitan crear fuentes de riqueza propia y traen desde Europa las primeras semillas y animales.

Finalizada la conquista, ante la imposibilidad de hacer esclavos en el Archipiélago, se organizan expediciones de captura en la costa de África. (MHI)

PRIMERAS FUENTES DE RIQUEZA

Pedro de Vera introduce en Gran Canaria el cultivo de la caña de azúcar, vía Madeira. Se inicia con ello un ciclo que los historiadores han denominado «ciclo del azúcar» ,pues se configuró como el producto principal de la incipiente economía isleña. Por supuesto, los repartimientos favorecieron la expansión de este cultivo.

Ya en la primera década del siglo XVI, el cultivo de la caña se había extendido por toda la isla, habiéndose levantado ingenios en Las Palmas, Telde, Ingenio, etc. El cultivo de la caña de azúcar fue la palanca del desarrollo de la isla y la base del florecimiento comercial del puerto de Las Palmas.

Más tarde, su cultivo se generalizó por Tenerife, La Palma y La Gomera, destacando los ingenios de La Orotava y Daute, en la primera de las islas, y los de Los Sauces y Tazacorte, en La Palma .

Aparte del azúcar, también se exportaba quesos, trigo, cebada, cueros y orchilla.

No menor importancia tuvieron los cultivos de subsistencia, entre los que destacaban los cereales —trigo, cebada y centeno— y frutales. El ganado caprino y vacuno era otro de los recursos alimentarios de la población. De ahí la preocupación de los cabildos por asegurar el abastecimiento de su isla, bien creando los pósitos o alhóndigas —especie de graneros públicos en reserva— o recurriendo a las compras de grano en otras islas. A este respecto, Tenerife y Fuerteventura se autoabastecían normalmente, pero islas como La Palma y Gran Canaria tenían que recurrir frecuentemente a las importaciones de cereal, para evitar las hambrunas. Y es que esta producción constituyó desde entonces la base alimenticia de la población.

RÉGIMEN FISCAL

Desde su incorporación a Castilla, las Islas gozaron de exenciones fiscales, porque el objetivo inicial –como en todos los procesos de conquista- era favorecer la colonización del territorio conquistado. Sólo se pagaba a la Corona los derechos de almojarifazgo, impuesto del 3% sobre las mercancías que entrasen y saliesen por puerto. Las Islas estaban exentas de pechos y alcabalas, impuestos medievales que regían en la Península .

Antiguo ingenio azucarero de Arucas, en Gran Canaria (FEDAC/Cabildo de Gran Canaria.)
Ingenio azucarero de la comarca de Daute, en Tenerife (SG)

Los Cabildos disponían de bienes de propios o rentas. Además, cobraban impuestos como el haber del peso (importación), los guaniles (ganado) y derechos de sisa sobre vinos y alcoholes. El cabildo palmero reforzó sus bienes de propios con el quinto de los frutos de sembradura en los baldíos de la isla .

Por otra parte, estaban las rentas eclesiásticas, que se fundamentaban en el tradicional pago del diezmo (décima parte de cualquier producción).

La libertad de comercio de la que gozan las Islas en estos primeros momentos favorece el desarrollo de los puertos y de la economía isleña. No obstante, el modelo comercial adoptó desde el principio una estructura colonial, en el que las autoridades y los incipientes poderes locales procuraban mantener el control de lo que entraba y salía.

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