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Misceláneas botánicas: ¿cómo ha usado el hombre la flora de la Isla?

La biodiversidad vegetal canaria ha significado un importante recurso para los diferentes pobladores de las Islas, siendo utilizadas numerosas especies para variados usos, como la madera para la construcción o el fogón, las plantas forrajeras para el ganado y otras para uso alimenticio o medicinal.

La Madera

Los montes tinerfeños han tenido diversos aprovechamientos y han proveído de leña a toda la población hasta el uso reciente de combustibles gaseosos o líquidos (gas butano, petróleo, etc.). La madera, especialmente la tea del pino, era el material básico para muchas actividades, entre ellas, la construcción de barcos, ingenios azucareros, carreteras, balcones típicos, celosías, etc. Así mismo, fue destacable su uso en la construcción de cabañas (sobre todo pastoriles). También se utilizaba como combustible para el funcionamiento de pequeñas industrias, como la del azúcar, que fue uno de los principales pilares de la economía canaria durante los primeros años tras la Conquista.

La madera fue un material básico para la arquitectura tradicional canaria. Patio interior de la Casa de Los Balcones, La Orotava. (DM)

En cambio, para fabricar armas, muebles, herramientas agrícolas y otros instrumentos como horquetillas, usaban más las especies del monteverde (follao, palo blanco, barbuzano, laurel, aderno, acebiño o naranjero salvaje). La madera del brezo, también del monteverde, fue una de las más utilizadas para hacer el carbón.

Las plantas: alimento y medicina

La peculiar ubicación geográfica del Archipiélago y su benignidad climática lo han convertido en un auténtico vergel en el que moran infinidad de especies vegetales que, desde la etapa prehistórica, han ayudado al hombre canario y a su ganado a alimentarse, así como a fabricar instrumentos útiles para las labores de caza y recolección.

Algunas plantas fueron utilizadas desde un principio porque sus características podían proporcionar algún tipo de alimento a los primeros pobladores. Así, consumían productos que aún hoy se siguen empleando, sobre todo, los frutos de especies como el bicacarero, el mocán, el madroño, la faya, las zarzas, las palmeras, el drago…

Aunque se desconoce casi totalmente el empleo de plantas medicinales por parte de los aborígenes, sin embargo hemos de suponer que el conocimiento de estas plantas como remedios caseros proviene de aquellos tiempos, ya que se trata de plantas que sólo vivían en Canarias y que eran nuevas para los conquistadores.

Las crónicas sólo hacen referencia a una bebida que llamaban ‘chacerquén’ o ‘charcequén’, que los guanches obtenían después de fermentar el fruto del mocán (conocido como ‘yoyas’), y que tenía propiedades medicinales y estimulantes. Y la otra referencia es a la célebre sangre de drago,
La savia del drago canario adquiere en contacto con el aire un color rojizo, similar a la sangre. (AMAPCIT)
que es la savia rojiza del drago canario, con la que también se realizaban pócimas curativas (para heridas bucales o para fortalecer las encías) y esotéricas.

En cualquier caso, fue sin duda la búsqueda de la subsistencia lo que llevó al hombre de Tenerife a buscar alimentos para aliviar su hambre y a observar la conducta de los animales que lo rodeaban para diferenciar qué plantas eran venenosas y cuáles beneficiosas para calmar su dolor. El conocimiento de las propiedades de las distintas especies ha ido pasando de generación en generación, conviviendo actualmente estas prácticas medicinales con la medicina moderna.

Hoy por hoy, el número de plantas empleadas en Canarias con fines medicinales es bastante elevado. Veamos, a continuación, algunos ejemplos:

  1. Aloe vera: Empleada para problemas de acné, celulitis, quemaduras, soriasis, problemas musculares, úlceras y problemas intestinales.
  2. Brezo: Además de sus muchos usos agrícolas, sus hojas y flores sirven para regular el colesterol, mejorar el funcionamiento del riñón y reducir la hinchazón de las picaduras de insectos.
  3. Follao: Sus flores tienen propiedades antifebriles, antirreumáticas y purgantes.
  4. Hierba luisa, poleo, limonero o vinagrera: Para calmar los vómitos.
  5. Hinojo y su fruto (anís): Se emplea para problemas digestivos.
  6. Llantén: Posee propiedades astringentes, expectorantes y depurativas.
  7. Manzanilla: Usada para aliviar cólicos y retortijones de estómago. También, para la inflamación o infección de ojos (usando una gasa empapada en ella).
  8. Poleo: Digestiva, expectorante, antiasmática y descongestionante nasal.
  9. Ruda y salvia blanca: Contra los síntomas de la fatiga y el cansancio.
  10. Sanguino: Sus hojas producen un efecto antidiarreico.
  11. Sauco: Para curar eczemas y para calmar la tos.
  12. Tabaiba dulce: Sus propiedades más conocidas son las de fortalecedora de las encías, emoliente y salivatoria. También es un antídoto para los efectos del látex cáustico del cardón y la tabaiba amarga.
  13. Las hojas de eucalipto, el tomillo, malvavisco, amapola o la borraja, entre otras, sirven para curar catarros, males de garganta, gripes, etc.

Sin embargo, también debemos señalar el progresivo deterioro sufrido por los ecosistemas insulares tras la Conquista y el uso abusivo e indiscriminado de muchas especies de nuestra flora, que ha llevado a que algunas estén, incluso, en peligro de extinción.

Setas

Otro punto a destacar en la utilización de la naturaleza por parte del isleño son las setas, muy abundantes en los bosques tinerfeños. Se trata de una relación que puede resultar peligrosa, ya que algunas de sus variedades son venenosas e, incluso, mortales. Entre las comestibles, en los pinares de la Isla es posible encontrar las variedades Boletus edulis, Lactarius deliciosus y Tricholoma flavovirens. A partir del otoño van apareciendo la Suillus granulatus, la pequeña Collybia butyracea, la Stropharina aeroginosa de color verde, la suculenta Agaricus campestres o la Lyophyllum decastes, siempre en grupo.

Al parecer, existen indicios de que los primitivos guanches empleaban las setas y hongos en su alimentación. Tras la Conquista del Archipiélago, esta tradición se fue perdiendo, hasta el punto de que hoy apenas hay constancia de su utilización en los recetarios tradicionales. En los últimos años ha renacido la afición por este producto que ofrece la naturaleza. De hecho, se multiplican sus estudios por parte de la Universidad, y se organizan cursos y jornadas de gastronomía dedicadas exclusivamente a las setas.

Otros usos

Algunos de los usos más extendidos, tanto en Tenerife como en el resto de las Islas, es el de condimentar las comidas con algunas de estas plantas (especias), como el tomillo, la matalahuga (fruto del hinojo) o las hojas de laurel.

Insecto de la cochinilla sobre la hoja de tunera. (AMAPCIT)

Otras fueron utilizadas para teñir tejidos, como es el caso de la orchilla o de la propia sangre de drago. De las tuneras se extraía el insecto de la cochinilla, que también se utilizaba como tinte en los tejidos y en torno a la cual se creó una intensa actividad económica en el siglo XIX.
El mundo de las costumbres y tradiciones canarias también está relacionado con el medio natural. Así, si pensamos en el timple canario, tendremos que asociarlo al sanguino (Rhamnus glandulosa), otra especie del monteverde,
Madroño con fruto. (AMAPCIT)
de cuya apreciada madera se construye este instrumento musical. Por su parte, las varas rectas y flexibles del follao, barbusano, palo blanco y acebuche se han usado en el tradicional juego del palo, y la del acebiño y el pino canario, para elaborar las lanzas de pastor y superar los desniveles del terreno.
Finalmente, otra curiosidad histórica es el uso otorgado hace ya muchos siglos al fruto del madroño (también especie de la laurisilva en el monteverde canario). Este pequeño fruto, de unos 2,5 cm y color anaranjado, era citado en la leyenda griega El Jardín de las Hespérides como la ‘manzana de oro macizo’, capaz de otorgar, incluso, la vida eterna. Hoy en día, con un fin menos ambicioso pero más práctico, se hacen con él sabrosos licores.

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