YACIMIENTOS ARQUEOLÓGICOS SINGULARES DE LAS ISLAS CANARIAS
En el último tercio del siglo XIX se produjo en Gran Canaria el descubrimiento fortuito de la Cueva Pintada de Gáldar con motivo de la preparación de una finca agrícola para implantar el cultivo de tuneras que permitiese la cría de la cochinilla. Pero, de hecho, fue en el año 1873 cuando se comunicó oficialmente su hallazgo, señalándose que José Ramos Orihuela se había introducido en ella a través de una pequeña abertura practicada en el techo de la cámara. Al penetrar en la cavidad J. Ramos pudo observar que sus paredes contaban con un conjunto de pinturas geométricas de diversos colores. A partir de ese momento la Cueva Pintada comenzó a ser visitada por los estudiosos, eruditos e investigadores de la cultura canaria prehispánica.
Tres años después Gregorio Chil y Naranjo realizó una reseña de esos acontecimientos y de las incidencias que habían tenido lugar en sus Estudios históricos, climatológicos y patológicas de las Islas Canarias, mientras en 1884 Diego Ripoche Torrens aportó la primera descripción sobre las características pictóricas del enclave arqueológico y Olivia Stone reclamó al Ayuntamiento de Gáldar su limpieza, adecentamiento y vigilancia para que el público pudiese acceder a la —por entonces— ya reconocida como Cueva Pintada. En 1887 el antropólogo René Verneau, apoyándose en los datos recabados por Ripoche Torrens y en su propia experiencia de campo, realizó una descripción minuciosa de la cámara decorada y de su policromía, aportando un dibujo que le permitió hacer una reconstrucción bastante exacta de los motivos pintados en las paredes y el techo de la cámara principal. Verneau también hizo una llamada a la municipalidad de Gáldar para que adquiriese los terrenos y se asegurase la conservación de lo que calificó como preciosa reliquia. Pero, dadas las dificultades para conciliar los intereses rústicos con la adecuada protección del bien arqueológico, José Batllori y Lorenzo emitió un llamamiento desde las páginas de la revista El Museo Canario para afrontar la conservación del enclave rupestre. Aún así, durante el siglo XX persistieron las críticas a la reiterada desidia y el desinterés mostrado por las instituciones hasta que, a partir de 1967, se inició una amplia campaña favorable a la recuperación de este hito arqueológico por parte de Elías Serra Ràfols y Celso Martín de Guzmán.
Dado el progresivo deterioro padecido por las pinturas parietales galdarenses la Comisaría General de Excavaciones Arqueológicas afrontó, en 1970, las primeras obras de protección de la cueva y el aislamiento de las humedades que la estaban afectando. Las actividades arqueológicas de campo fueron dirigidas por María Dolores Garralda y José Naranjo, el tratamiento de las pinturas estuvo a cargo de los restauradores de la Dirección General de Bellas Artes Julio Moisés y Pilar Leal, mientras el proyecto de cerramiento del recinto fue realizado por el arquitecto Luis Alemany; todos ellos coordinados por el entonces Presidente del Museo Canario, José Miguel Alzola. En ese momento comenzaron las labores de limpieza y el desescombro del emplazamiento, quedando al descubierto un grupo de cámaras artificiales que rodeaban a la cavidad principal formando un conjunto troglodita excepcional.
La parca información disponible sobre este tipo de asentamientos indígenas, la carencia de planificación y la inadecuada actuación frente a los numerosos objetos arqueológicos exhumados durante el desarrollo de aquellos trabajos, trajeron apareada la destrucción de una parte de este asentamiento canario prehispánico. Finalmente, se procedió a un cerramiento arquitectónico para intentar preservar la Cueva Pintada y poder abrirla al público, siendo declarada monumento histórico-artístico nacional en 1972. Como colofón de las actividades afrontadas en el ámbito arqueológico Antonio Beltrán y José Miguel Alzola publicaron en 1974 el trabajo de investigación realizado en este yacimiento rupestre, que incluía las primeras instantáneas a color y los dibujos más exactos realizados hasta esa fecha contribuyendo a su conocimiento entre los especialistas como un recinto de carácter religioso-funerario. Varios años después de su apertura al público comenzaron a percibirse los indicios del deterioro que las visitas ocasionaban en las pinturas parietales. A lo que habría que añadir el efecto provocado por la infiltración del agua de riego de las fincas de plataneras situadas en la zona superior del complejo troglodita y el impacto negativo que suponía el inapropiado cierre arquitectónico, conllevando un incremento térmico en el interior de la cámara y la subsiguiente desecación y desaparición de los motivos pictóricos. A pesar de que algunas discretas intervenciones promovieron la aireación y ventilación del recinto, la filtración acuífera y el efecto negativo de los abonos químicos contenidos en ella no pudieron ser solventados, obligando a iniciar los trámites para la expropiación de las fincas rústicas y la consiguiente retirada de los cultivos. De esta forma, la incidencia de los factores citados promovió el cerramiento cautelar de la Cueva Pintada en 1982 con la finalidad de preservar sus pinturas rupestres e iniciar un proyecto de conservación e investigación de amplio alcance.
La evaluación de los datos recabados en la actuación efectuada en 1970 y el análisis de la documentación etnohistórica redactada entre los siglos XIV y XVIII, en la que se describe el asentamiento canario prehispánico de la antigua Agáldar, llevaron al convencimiento de que las distintas terrazas de cultivo que constituían las fincas se habían superpuesto a los restos arqueológicos existentes sobre el soporte tobáceo de las cámaras artificiales, justificándose de forma acreditada la necesidad de comenzar un programa multidisciplinar de actuaciones para la salvaguarda, conservación, preservación y puesta en uso del denominado Conjunto Arqueológico de la Cueva Pintada de Gáldar.
De esta forma, en 1987, comenzaron los trabajos arqueológicos a cargo de un amplio equipo de arqueólogos, investigadores y especialistas, bajo la dirección de Celso Martín de Guzmán. Como consecuencia de las acciones realizadas en las catorce campañas arqueológicas afrontadas se descubrió un caserío prehispánico de más de sesenta casas de superficie cuya secuencia evolutiva, situada entre los siglos VI y XVI, ha sido determinada por métodos de datación cronológica como radiocarbono, paleomagnetismo y termoluminescencia. Así se ha podido demostrar que, tras la conquista castellana de Gran Canaria en 1483, el asentamiento indígena fue ocupado hasta su posterior abandono en el siglo XVII. Con posterioridad a esa fecha se promovieron diversas actuaciones agropecuarias y, a partir de la segunda mitad del siglo XIX, la instalación de bancales para el cultivo de tuneras y luego de plataneras hasta los años ochenta del siglo XX. Fue entonces cuando comenzaron las excavaciones arqueológicas que ha propiciado el Museo y Parque Arqueológico de la Cueva Pintada de Gáldar inaugurado el año 2006, como centro de documentación, preservación, investigación, excavación, musealización y difusión patrimonial. El programa de conservación de este yacimiento trazó como objetivo prioritario preservar las pinturas, para lo cual se puso en práctica el estudio de la toba volcánica, los pigmentos pictóricos y las necesarias variables ambientales de temperatura, humedad y aireación. La roca soporte fue objeto de una amplia actuación geológica y geofísica; fueron estudiados los pigmentos y morteros para conocer su composición y caracterización; y se ha tendido a recuperar el equilibrio ambiental de la cámara artificial. También se ha incluido la consolidación de las construcciones exhumadas y la restauración de los objetos descubiertos en el transcurso de las diferentes campañas arqueológicas, pues la relevancia de los hallazgos ha permitido la contextualización sociohistórica y la explicación del conjunto arqueológico.
* TEJERA GASPAR, A. (2008) Primera parte: Arte rupestres de las Islas Canarias, Yacimientos Arqueológicos Singulares de las Islas Canarias (102-103); en TEJERA GASPAR, A., JIMÉNEZ GONZÁLEZ, J. J. y ALLEN HERNÁNDEZ, J. 2008: Las manifestaciones artísticas prehispánicas y su huella. Santa Cruz de Tenerife-Las Palmas de Gran Canaria, Viceconsejería de Cultura y Deportes del Gobierno de Canarias.