LA MEDIANÍAEl término ‘medianía’ corresponde a un vocablo de ascendencia probablemente popular y de amplia difusión en Canarias, que se utiliza en la actualidad para designar la franja altitudinal de tierras comprendidas entre la Costa y la Cumbre. Se trata del ámbito donde, tradicionalmente, se han asentado los cultivos de autoabastecimiento de la población local. A partir de la irrupción del sector turístico, la terciarización de la economía y la importación de productos agrarios a precios dumping (precios por debajo de los costes de producción), la medianía se ha ido despoblando paulatinamente. Este éxodo rural repercute negativamente sobre el espacio cultivado, ya que se reduce su extensión de manera considerable y es aprovechado para nuevas formas de urbanización y construcción que no atienden, como antaño, al reconocimiento de su valor productivo ni de la calidad agrológica de sus suelos.
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Las medianías de todo el Archipiélago sufren un paulatino abandono. (TB) |
Se pueden destacar las siguientes aspectos de las medianías:
La voz medianía aparece en la historiografía canaria en el siglo XVII, en la obra del franciscano fray José de Sosa, manteniéndose su uso hasta la actualidad.
La delimitación espacial de la medianía plantea problemas, tanto entre las diferentes islas como entre ambas vertientes de una misma isla. Se puede reducir, por tanto, “a lo que no es ni Costa ni Cumbre”: una especie de cajón de sastre conceptual donde conviven diferentes usos. En la historia de Canarias, fue el área que presentaba mayores niveles de humanización, destinándose a los cultivos en secano, para el abastecimiento de los habitantes locales. Autores como Álvarez Alonso señalan que “el primer rasgo que define las medianías es el de su situación: entre la franja litoral de cultivos de regadío, donde ya no se pueden cultivar cereales y frutales en secano, la situación es variable, por lo que las curvas de nivel que se fijan como umbrales inferior y superior no son más que meras referencias”.
Funcionó en ella, de manera general, un sistema agrario basado en el policultivo de secano, con “un conjunto de unidades de explotación independientes que tienden a garantizar la autosuficiencia de los grupos humanos que viven en su interior”.
El desarrollo turístico y las crecientes importaciones del exterior provocaron la pérdida progresiva de su función de“despensa del mercado interior”, pasando a ser en la actualidad un espacio heterogéneo que, o bien tiende al abandono, o bien acoge una diversidad de funciones (incluyendo ahora nuevas actividades de servicios). La desaparición de los cultivos y de las actividades ganaderas ha llevado a la creación de un espacio rural sin agricultura, casi vacío de usos humanos y expuesto a la destrucción de las parcelas y a la pérdida de suelo. En algunos casos, estos espacios marginados han sido aprovechados para la instalación de actividades ‘molestas’, pero necesarias para el nuevo modelo económico. Tal es el caso de polígonos industriales, vertederos y plantas de transferencia y tratamiento de residuos.
El retroceso del espacio cultivado ha sido aprovechado por la autoconstrucción y la urbanización residencial. La desaparición del papel agroalimentario ha provocado, en muchos casos, su rápida sustitución por la función residencial, ante la inexistencia de alternativas a la crisis agrícola y a la carencia de suelo urbano asequible.
El desarrollo turístico y de los servicios ha provocado que el modelo tradicional de “aprovechamiento vertical y múltiple” halla dejado paso a un modelo “horizontal, por lo que la movilidad vertical entre las distintas franjas altitudinales ha perdido intensidad e interés socioeconómico”.
Se trata de un ámbito deficitario en infraestructuras, que presenta un notable grado de envejecimiento demográfico y de estancamiento económico. Es por ello que, en los últimos años, las entidades públicas se han preocupado por este fenómeno. Fruto de esas inquietudes se han confeccionado planes y la ejecución de proyectos destinados a dinamizar las medianías.
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