Ha habido desde entonces tal sucesión de pequeñas anécdotas y han transcurrido relativamente tantos años, que apenas podría hoy fijar, de modo absoluto y preciso, cuándo y cómo hice conocimiento con Mr. Bright, el héroe de mi historia. Sólo recuerdo que le conocí en Sevilla, en una primavera inolvidable; creo que la primera primavera después de comenzada la guerra de 1914, o séase en 1915. Digo que le conocí y, en realidad, yo no hice más que saludarle muy de cuando en cuando y siempre en ocasiones vanas y pasajeras. En cambio, con más frecuencia, oí hablar de Mr. Bright, quien, por lo visto, era un ser un tanto singular y un mucho aficionado a sorprendentes aventuras. De su tipo, de su persona física, apenas quedan en mi memoria unas cuantas líneas borrosas, francamente simpáticas. |