El siglo XVIII fue un siglo de hambrunas, que se  repetían periódicamente en función de los vaivenes de la política exterior  española o de las malas cosechas propias. Tenerife, en este siglo, dedicaba sus  mejores tierras a los cultivos de exportación, cosa que reportaba divisas para  la compra de productos manufacturados, pero restaba interés a los cultivos de  subsistencia. Como resultado, el trigo y otros alimentos básicos se encarecían  y aparecía el hambre. En este siglo se trató de encontrar otros alimentos que  remediaran la situación, por lo que el millo y las papas, procedentes de  América, fueron extendiéndose progresivamente, sobre todo, por las nuevas  tierras roturadas ganadas al monte (Rozas). Dice el inglés Jorge Glas, que en  estas tierras altas, el millo y las papas, éstas en menor extensión, ocupaban  gran parte del terrazgo.
		 Gran Canaria, con tener menor capacidad exportadora,  sufría menos hambrunas que Tenerife, porque dedicaba más y mejores tierras a  los cultivos de subsistencia, especialmente al millo y las papas, así como a  las batatas y hortalizas. El millo o grano de Indias, como también se llamaba,  era exportado, muchas veces a precios fijos, a otras islas como Tenerife o La  Palma, en épocas de escasez.
		 
           
             |  | 
           
             | Gracias entre otros, al cultivo del millo, Gran  Canaria fue una de las Islas que mejor pudo hacer frente a las épocas de  hambruna (TB) | 
         
		 La Gomera era otra de las islas que mejor se  autoabastecía, por la misma razón que Gran Canaria, al conceder más importancia  a los cultivos tradicionales (cereales, legumbres) y a los recientes para el  consumo como el millo y las papas.
		 Fuerteventura y Lanzarote también gozaban de una  situación de relativo autoabastecimiento, gracias al trigo y ganado en  abundancia de Fuerteventura, de lo que se aprovechaba Lanzarote. La isla  majorera llegó a convertirse en el granero de Canarias, sin embargo, en épocas  de sequía, la escasez y el hambre eran tan grandes que muchos majoreros vendían  sus tierras y emigraban a otras islas. Decían los cronistas del momento que la  causa residía en la falta de pósitos, granos de reserva, para los años de  escasez.