El drago más viejo que vive en la actualidad es el famoso Drago de Icod de los Vinos, en el norte de Tenerife. Tiene 17 m de atura y un perímetro del tronco de 20 m con un peso aproximado de 65 toneladas. Fue declarado como Monumento Nacional en 1917. Como su propio nombre indica, se le estima una edad de miles de años aunque ningún estudio ha podido confirmar tal longevidad. Lo más probable es que el árbol tenga varios cientos de años.
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Parque del Drago de Icod. (AIV) |
Parece ser que el verdadero drago milenario de Tenerife que nombran las crónicas estuvo en el antiguo Jardín de Franchy de la Orotava. Aparece mencionado en numerosos libros y relatos como una de las maravillas de la Naturaleza. El historiador Le Dru dice que “[…] entre su elevada copa había una mesa con asientos para catorce personas en la cual se sirvió un banquete en el año 1792, en honor a la embajada inglesa, presidida por lord Macartney, que viajaban hacia el Extremo Oriente. Desde los ventanales de este «original» comedor, abiertos a los cuatro vientos, pudieron admirar los comensales los paisajes del Valle […]”. En junio de 1819 y en 1867 los huracanes destruyeron este histórico drago.
El interés de este árbol se encuentra en diferentes ámbitos. Por un lado el exclusivamente biológico, ya que se trata de una especie vegetal muy antigua, un verdadero ‘fósil viviente’, que sólo se da en los archipiélagos de Canarias, Madeira y Cabo Verde, además de en algunos lugares de Marruecos. Por su singularidad, forma y envergadura es considerado incluso como “el mayor tesoro de la flora española”.
En segundo término se puede hablar de su importancia para los habitantes del pasado. Los aborígenes canarios supieron aprovechar al máximo las posibilidades de esta especie. Así, utilizaban su corteza para confeccionar escudos para la lucha, denominados ‘tarjas’; sus hojas para alimentar al ganado o realizar cestos y sombreros; y su savia como medicina, tanto para curar heridas bucales como para fortalecer las encías. También, la empleaban como tinte. Se denominaba ‘sangre de drago’, debido al color rojizo que adquiere en contacto con el aire y la luz. A finales del siglo XVI, su empleo curativo fue revelado a los colonos, que lo utilizaron como método medicinal propio. Actualmente, la importancia del Drago de Icod de los Vinos para los habitantes del municipio es vital, pues de él depende su economía, ya que el sector turístico de la Comarca gira en torno a las visitas y servicios derivados de este árbol.
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Turistas frente al Drago de Icod de los Vinos. (DM) |
Por último, hay que hablar del drago como un símbolo emblemático y representativo de Canarias. Su silueta y formas aparecen no sólo en el escudo de Icod, sino en los cuadros del pintor Oscar Domínguez, en numerosas leyendas canarias, en relatos y poemas de la literatura de vanguardia del s XX, e, incluso, en los desaparecidos y carismáticos billetes de 1.000 pesetas.
Por todo ello, el ejemplar de Icod de Los vinos, posiblemente el más antiguo e incuestionablemente el más bello, se encuentra protegido por un Parque visitable, en el casco del municipio, junto a la plaza y la iglesia parroquial. Además del drago, el parque posee una interesante muestra de vegetación termófila.