Tras la crisis del viñedo en 1814, la migración se centró únicamente en Cuba y Puerto Rico, hasta pasar el conflicto bélico en Venezuela. Son años de intensa emigración en la que los canarios se dedican, en la provincia de La Habana, al abastecimiento interno o son empleados como mayorales de las plantaciones azucareras.
Desde la década de 1840 se asiste a un proceso de paulatina sustitución de la mano de obra esclava por asalariados agrícolas en régimen de ‘contrata’. La inmigración blanca peninsular se veía en Cuba como un freno a las tendencias independentistas, mientras que la de canarios era considerada de manera contrapuesta por los autonomistas y separatistas cubanos, de manera que fue potenciada.
Se calcula que entre 50.000 y 60.000 isleños emigraron en la segunda mitad del XIX, pese a la contención que suponía la existencia de conflictos bélicos frecuentes. La importancia del contingente canario fue tan significativa en Venezuela entre 1874 y 1888 que de los 20.827 inmigrantes registrados 14.403 eran isleños.