La música es concordia
de voces diferentes,
con arte reducidas a un sujeto,
que no admite discordia,
como suelen las gentes,
y el alma es su lugar y propio objeto.
El oído discreto
es pasadizo y puerta
por do va a su aposento,
que es entendimiento,
y tanto le regala y le despierta,
que no hay cosa en el suelo
que así le manifieste las del cielo.
A todo cuanto vemos
en el mundo criado
se puso peso, número y medida;
las penas que tenemos
son falsas, bien mirado,
con que se perfecciona nuestra vida;
pobreza entristecida
y riqueza que alegra,
estar enfermo o sano,
el invierno y verano,
¿qué son, sino figura blanca y negra,
ya apriesa, ya despacio,
unas en regla y otras en espacio? […]
El inefable terno
de tres voces iguales,
aunque distintas, de única sustancia;
el dúo sempiterno
de dos tan desiguales
cuanta de Dios al hombre es la distancia,
con dulce consonancia,
divino contrapunto,
dispone suavemente
los ángeles, la gente,
y siendo letra el hombre, el ángel punto,
y el mismo Dios la clave,
ved si será la música suave.
[De Templo Militante]