-Parece usted no entender que hay soluciones que la mayor parte no acepta –le argumenta el capitán, sin otras explicaciones, como queriendo alimentar la desazón del médico.
-Allá usted, y lamento decírselo, pero no va usted solo en esta nave
–recrimina pensativamente el médico.
Pero el capitán sigue su extraño e incomprensible argumento:
-Sí, eso dice usted, pero siempre recurren a mí. Y ahora lo está usted haciendo.
Los conatos de desacuerdo finalizan cuando el horizonte engulle de una tajada el sol, y los lagartos se protegen en las inmediaciones del palo de mesana. Tiene por costumbre la anciana acostarse en alcázar de la popa. Así escucha mejor el mar, se le hace más entendible, y preserva el descanso. Rehuye los coys, se aleja temporalmente de los camarotes, porque el pensamiento de los que duermen, la imaginación horizontal de los tripulantes y expedicionarios, asustan a la anciana de tal manera que no se le atreve el sieño.
[De El camarote de la memoria]