En este, pues, isla que opulenta
fue en otro tiempo maravilla extraña,
existe Garachico, el cual se asienta
donde el océano sus orillas baña.
Era aqueste lugar de mucha cuenta
por el convenio de Indias y de España,
pues a su playa cada día aportan
veleros buques que la espuma cortan.
Quemóse un templo, en fin, de los mayores
que tenía Tenerife en su comarca,
donde remata el fuego los rigores,
milagro cierto de mi gran Patriarca;
pues si el santo no cesa los ardores
de aquel elemental fiero monarca,
hubiera su voraz crueldad y prisa
reducido el lugar todo a ceniza.