A preguntas de apetitos
hay respuestas de tormentos.
Entre espinosas malezas
(ovillos de un bosque espeso
que para telas humanas
peine le prestó el acero)
se arroja (copo de blando
algodón que peinó el seco
erizo, en cuyas espinas
pomos fijó el sentimiento).
*
Entra San Francisco de Asís
hasta de sí mismo ajeno,
plomo hacia fuera los ojos,
limpio cristal hacia adentro.
Vueltas en agua las luces,
fuentes a los dos espejos,
pálido y mustio el semblante,
erizado el corto pelo.
Cárdenos los frescos labios,
fenegrido el blanco aspecto,
y la hermosa imagen vive,
robada en sombras de muerto.
[De Vida de San Francisco de Asís]